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jueves, 1 de junio de 2017

1 DE JUNIO. TRAMO MEDIO DEL RÍO HENARES


Hoy, uno de junio, nos vamos a caminar por la ribera media de el Río Henares. Un río que nace en La Sierra Ministra, en el término municipal de Horna, Guadalajara; y desemboca en el Río Jarama, en el término municipal de Mejorada del Campo, Madrid...




Son las ocho y cuarto. El día llega despejado y sin nubes. El sol es cálido y se empieza a notar. Bajo la copa de los grandes árboles que acompañan al río, el ambiente es fresco y agradable.




Al pasar entre los álamos, escucho el tamborileo de un pájaro carpintero. Es un macho de pico picapinos, que busca insectos xilófagos en el interior de la rama muerta de un chopo negro.




Las orillas del río están cubiertas por abundantes herbáceas y variados arbustos, arropados desde las alturas por los grandes árboles.




Por la orilla pasa un macho de ánade real. Va palpando con su plano pico el agua y la vegetación que flota. Busca insectos, pequeños crustáceos, anfibios...




Ahora, me detengo junto a un considerable ejemplar de álamo blanco. Un individuo de unos cinco metros de perímetro en la base de su tronco, y unos treinta metros de altura.




Por la zona pasa un milano negro sobrevolando la copa de los árboles... En las ramas despejadas de un chopo blanco se posa. Desde allí vigila el nido, ocupado por la hembra y dos pollos.




En una zona despejada de la ribera, crece un corro de amapolas blancas. Numerosos coleópteros se revuelcan en sus estambres y se alimentan con su polen.




A lo largo del curso del río, aparecen ambientes y panorámicas muy interesantes del bosque natural de ribera. Que nos cuentan... como debería de ser todo el bosque de galería que cubre este tramo.




Por la orilla, entre los carrizos y las matas, observo a una agachadiza como hunde su largo pico en el suelo húmedo y blando, capturando lombrices y gusanos...




En ciertas orillas, donde la mano del hombre no ha sido tan feroz, y la enfermedad de la grafiosis no ha golpeado mortalmente, habitan pequeñas manchas de olmos comunes, con ejemplares de considerable porte.




En lo alto de un dique del río, construido con malla de alambre y cantos rodados, tiene la pareja de ginetas la letrina, en la que deposita sus excrementos con regularidad. Gracias a estas señales, es posible saber la existencia de esta especie tan esquiva en la zona.




A pesar de la sequía y de lo poco que ha nevado este invierno, el río baja con un caudal aceptable y con las aguas limpias, después de haber pasado por Sigüenza, Guadalajara, Azuqueca de Henares y Alcalá de Henares.




En la torre de una antigua línea de media tensión abandonada, tiene el nido la pareja de cigüeñas blancas. Lleva criando aquí en los últimos cinco años. Ahora, la madre protege y cuida a los pequeños pollos, mientras espera al macho a que acuda con alimento.




Al medio día, cuando el calor ya se hace intenso y molesto, es más agradable moverse por estos parajes. Aquí la vida no se detiene...




Entre las espadañas, una garceta blanca acecha el paso de los pequeños peces. Va capturando a su paso todos los pequeños animalillos que ve.




Esta zona que vemos, hace treinta-cuarenta años fue deforestada. Se sacó la arena y la piedra para construir viviendas. Desde entonces, la viva no ha dejado de crecer y de expandirse...




La floración de los álamos blancos es todo un espectáculo a lo largo del día.




En estas fechas y a lo largo del verano, el río y el bosque de galería se convierten en el ecosistema con el microclima más agradable de toda la zona.




Con los algodones de los chopos y otras materias, los pájaros moscones construyen sus curiosos nidos. En la entrada vemos al macho, terminando de construir su casa.




A lo largo de este tramo he visto algunas "manifestaciones culturales". De lo impresentables y guarras que pueden ser algunas "personas" que vienen al río a pescar, caminar ó... y dejan su basura, su cultura. Esta forma de manifestarse resulta curiosa, llama la atención, lo inteligente que puede llegar a ser el cerdo de dos patas.




Aguas abajo, el ambiente es más auténtico, más natural. Las aguas limpias del río crían y dejan ver las abundantes algas. En las orillas crece un densa banda de espadañas. Sobre los grandes sauces bardaguera, escalan las lianas de los lúpulos. Por el abundante sotobosque se escucha el canto de ruiseñores, oropéndolas, currucas...




Una gallina de agua recorre la orilla buscando insectos... Nada por el agua y bucea, en busca de vegetación con la que alimentarse...




Llegamos a una zona donde conviven los chopos blancos y negros con los abundantes tarays. Estas formaciones forestales, típicas de la mayoría de las riberas ibéricas, han desparecido en su mayor parte por la sobreexplotación y la mala gestión.




Se ven ejemplares espectaculares, de enormes troncos y portes. El taray es una especie autóctona que el ciudadano apenas conoce, porque se le ha exterminado de la mayoría de las riberas.




Desde la orilla alta del río, se observa una panorámica espectacular del Henares y su ribera media.




En la sombra, a la vera de las espadañas, una elegante garza real va a la pesca de barbos, bogas, cangrejos, culebras de río...