google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte: mayo 2022

martes, 24 de mayo de 2022

LOS MONTES MEDITERRÁNEOS DEL CENTRO DE ESPAÑA. VERANO PRIMERA PARTE

Hoy, las áreas de nidificación del buitre negro, donde todavía resiste, se localizan en las sierras bajas y en las montañas. Ni un sólo espacio forestal mediterráneo sobre arenas de llanura, cuenta hoy con una pareja nidificante. En 1880, hace poco más de un siglo, numerosas parejas criaban en la Casa de Campo y en los montes de El Pardo y Viñuelas, en las mismas puertas de la ciudad de Madrid. El célebre naturalista alemán, Alfredo Brehm, gran conocedor de los espacios naturales de España en la época, cita en una crónica de un viaje ornitológico que hace con el príncipe de Austria y Hungría, en 1879, “que la mayor concentración de buitres negros de la Península, se halla sin duda alguna en las proximidades de Madrid”

En aquella época, el alimoche era común cerca de los grandes núcleos urbanos. En toda la provincia de Madrid apenas queda una pareja reproductora hoy. A esto, no se si se le puede llamar gestión, destrucción, exterminio sin fundamento o desidia.







La mariposa que vemos, fue muy abundante en todos los montes mediterráneos que cubrían el centro de España, hace tan sólo doscientos años. En una época en la que la mayoría de los montes pertenecían a los municipios o al estado, donde su gestión se hacía según el rendimiento que daban, sin sobreexplotarlos. En esa época, el madroño estaba presente en todos los montes en pie, catalogados por el estado. Hoy, los últimos madroños naturales que quedan en el centro de España, se localizan en las sierras del sur oeste de Madrid, Toledo y Ávila, y en ciertos puntos aislados del Sistema Central. La mariposa del madroño, como tantas especies que están unidas a otras por evolución, tiene su vida ligada a este árbol.




El verano activa a todos los reptiles del monte mediterráneo. Durante las horas centrales del día, cuando los insectos están más activos, los pequeños mamíferos están en sus refugios bajo tierra y las aves en sus diferentes nidos, las culebras y los lagartos salen de caza por sus territorios. En esta época, las águilas culebreras están criando a su único pollo, que ya tiene un mes de vida. Un pollo que necesita todos los días, una media de tres culebras o lagartos ocelados, para terminar de completar su crecimiento en el nido, en el próximo mes y medio. En la imagen vemos a uno de los padres con un lagarto ocelado en el buche, cerca del nido.




Los ciervos ibéricos, tienen su distribución histórica natural en las formaciones mediterráneas, donde sobrevivieron los últimos ejemplares en el siglo XX. A mediados de este siglo, se empezó a repoblar los montes de todo el territorio nacional, con ejemplares de Sierra Morena y Los Montes de Toledo principalmente. Montes históricos como El Alamín en Toledo o El Pardo en Madrid, siempre los han criado.




La Península Ibérica tiene la particularidad, debido a la variedad de climas y montes que cubren su geografía, que podemos encontrar en mayor o menor densidad a ciertas especies de la fauna. El cárabo común, más representativo de los montes atlánticos de hoja caduca, no falta en todos los montes mediterráneos, donde abundan los grandes árboles centenarios con grandes agujeros. Donde pasa el día hasta la llegada de la noche y cría una nueva generación. En las manchas donde las precipitaciones son más generosas y abundan los pequeños roedores, sus densidades son más altas.




En el mundo natural forestal, los montes están formados por varias especies de árboles y arbustos. Sólo en aquellas zonas geográficas del monte, donde se dan unas condiciones naturales de suelos y el sol incide más, o menos, ciertas especies forestales llegan a ser más representativas que otras.

La gestión forestal humana, ha sido determinante en los últimos dos mil años, en la configuración de los montes ibéricos. Todos los montes históricos que hoy conocemos, porque han sido importantes para la economía, tienen generalmente una o dos especies forestales representativas, como consecuencia de su importancia en esa zona geográfica. En las zonas donde fue más importante el encinar, por la abundancia se sus frutos y su calidad, para dar de comer a la ganadería, se facilitó la expansión de esta especie y se cortaron regularmente los demás árboles para la producción de maderas y leñas. Lo mismo ocurrió donde fue importante la calidad del piñón, el corcho, la madera y la resina.




Las condiciones ambientales y la abundancia de alimento, hacen posible que las especies granívoras e insectívoras que habitan en los montes mediterráneos, tenga una cría, dos, más, o se malogre entera o en parte su nidada. El clima es un factor determinante, que condiciona la vida de la flora y sus especies, de los insectos, de la fauna que se alimenta de ellos. En condiciones ambientales naturales, una pareja de tórtolas comunes suele sacar dos nidadas, desde el mes de marzo que llegan a La Península Ibérica, hasta mediados de septiembre que inician el regreso a África. El verano se convierte en un reto muy importante, para la supervivencia de muchas especies.