La
fauna que habita en los montes mediterráneos, ha evolucionado con
ellos en los últimos dos millones de años. Cada especie tiene su
nicho ecológico. Por evolución, tiene unos rasgos morfológicos
definidos, un comportamiento y una forma de conseguir su
alimentación.
La
cadena de la vida del mote mediterráneo, está estructurada por la
evolución que condiciona el clima, la situación geográfica y la
flora.
Toda
la comunidad del monte, se estructura en una pirámide ecológica.
Desde la base, que son los productores primarios, hasta el último,
que son los consumidores de los restos de los seres que han muerto.
Podríamos
decir, a groso modo, que toda la comunidad forestal que forma el
monte mediterráneo, formado principalmente por encinas, alcornoques,
quejigos, acebuches, coscojas, madroños, cornicabras, fresnos,
arces... sería la base de la pirámide ecológica. Los abundantes y
variados insectos, como los saltamontes y las abejas; los herbívoros,
como los conejos y los ciervos, serían el primer nivel. Las aves
insectívoras, como la curruca carrasqueña y la abubilla; los
fitófagos como la paloma torcaz y la perdiz, serían el segundo
nivel. Los pequeños carnívoros, como la comadreja y la gineta;
omnívoros, como la urraca y el lirón careto; las pequeñas rapaces
como el gavilán y el cernícalo común, serían el tercer nivel. Los
medianos carnívoros, como el zorro y las rapaces medianas, como el
cárabo y el águila culebrera, serían el cuarto nivel. Los grandes
carnívoros, como el lobo y el lince; omnívoros como el jabalí; las
grandes rapaces, como el búho real y el águila imperial, serían el
quinto nivel. Los que se alimentan de animales muertos o de los
restos que dejan otros, como el alimoche, los buitres negros y
leonados, serían el sexto nivel. Los que se alimentan de huesos,
como el quebrantahuesos, serían el vértice de esa pirámide
ecológica.
Cada
nivel que acabamos de comentar, someramente, está especializado en
unos hábitos que ha adquirido por evolución para obtener su
alimento. Los azores, los linces, sólo consumen animales que han
cazado ellos. El águila real o el lobo, consumen animales que
capturan ellos o que encuentran muertos. El buitre negro y el buitre
leonado, por la evolución en sus hábitos, sólo están capacitados
para consumir animales muertos, que detectan gracias a los córvidos,
milanos y alimoches.
El
protocolo que siguen los grandes buitres en el mundo natural, para
localizar a un animal muerto en el monte, es el mismo que ocurría
hace quinientos mil años.
El
animal muere por alguna circunstancia. En los próximos días le
descubren los córvidos, los milanos y los alimoches, y consumen lo
que pueden: los ojos, la lengua y algunas partes blandas. Ante esa
algarabía que se forma en torno al animal muerto, los buitres pueden
localizarle y van entrado a despezar y a consumir el cadáver. Los
buitres leonados, son los primeros en abrir y consumir las vísceras
y la carne. Los buitres negros se alimentan de la carne y de las
partes duras. Al final, una vez abierto el cadáver por los buitres,
los córvidos, el alimoche, los milanos, las águila reales... se
alimentan. Cuando todos se van, sólo queda la piel y los huesos
completamente limpios e inocuos. Listos para que entre el
quebrantahuesos para alimentarse con ellos, si existe en la zona.