Dice el refrán, que mayo entrado, un jardín en cada prado. Como consecuencia de las temperaturas templadas y de las abundantes lluvias, que se dan en La Península Ibérica a lo largo de la primavera.
En el centro de España, desde el mes de diciembre apenas han caído cuatro gotas dispersas. Según los datos de la estación meteorológica de Barajas, esto es lo que ha llovido en los últimos seis meses, respecto a un año normal:
Diciembre 2022: 89.2 mm Diciembre 1961: 72.0 mm
Enero 2023: 9.9 mm Enero 1962: 49.9 mm
Febrero 2023: 1.0 mm Febrero 1962: 33.8 mm
Marzo 2023: 15.7 mm Marzo 1962: 104.7 mm
Abril 2023: 10.0 mm Abril 1962: 120.2 mm
Mayo 2023: 0.2 mm Mayo 1962: 86.4 mm
Total 126.0 mm Tota 467.0 mm
Como podemos ver, los datos no engañan. El campo de España arrastra un déficit hídrico de 341.0 mm en sólo 6 meses. Los próximos que vienen, apenas van a dejar agua, pues junio, julio y agosto son secos, con escasas precipitaciones. Estamos en estos momentos como en la primavera del año pasado, como en las últimas treinta y tres que han manipulado.
Si siguen incidiendo en el clima, con técnicas criminales de geoingeniería, como vienen haciendo en los últimos 33 años de forma tan agresiva. Las consecuencias ambientales, económicas y sociales, van a ser catastróficas.
Los montes ya no tienen ni una gota de agua en sus acuíferos superficiales, como así nos lo cuentan las fuentes y los arroyos secos. Miles de árboles centenarios han muerto en las últimas tres décadas, y miles se están muriendo, como consecuencia de las sequías encadenadas y de los metales pesados que han fumigado sobre ellos.
Los pastos y las especies herbáceas apenas se desarrollan con regularidad natural. Este año los apicultores y los ganaderos van a tener pérdidas muy considerables. Algunos, por desgracia, van a abandonar la ganadería. ¡Pero tranquilos! que el Ministro de Agricultura y el de Medio Ambiente, ya han aprobado una serie de planes, con varios cientos de millones de euros sacados de los impuestos de los ciudadanos, para subvencionar las perdidas de los ganaderos y de los agricultores.
Primero utilizan los fondos públicos para crear sequías con ingeniería climática; después arruinan a los ganaderos y a los agricultores. Les impiden que creen riqueza para el país, prosperen en las explotaciones agropecuarias y sigan poblando el mundo rural. Después, siguen arruinando las arcas públicas, ofreciendo a los ganaderos y a los agricultores, unas subvenciones que no arreglan nada y dejan hipotecados los sectores del campo. Y los sindicados, se enteran de que va esta ruina, o están dentro del juego del gobierno para manipular a los ganaderos y a los agricultores.
La sociedad rural, agrícola y ganadera, que puebla todos los rincones de España, está desapareciendo. Está dejando el campo libre a las multinacionales extranjeras, que se dedican a la agricultura y la ganadería.
En los últimos cincuenta años, España ha dejado de ser un país con un sector ganadero y agrícola de primer orden, gracias a los dirigentes que han pasado por los diferentes gobiernos.
Que nos diga la Ministra de Medio Ambiente, el Ministro del Interior, el Ministro de Agricultura y el Presidente del Gobierno de España, que hacen todos esos aviones y drones de día y de noche, sin transpondedor ni matricula que los pueda localizar, fumigando los cielos de España. Sobre pueblos y ciudades por los que no pueden volar por ley.
Estos hechos criminales y sus consecuencias, ya no se pueden tapar más. Ni quienes los están cometiendo o permitiendo. Ni desde las organizaciones ecologistas, ni desde los diferentes medios de comunicación, que el gobierno riega con dinero público, para que engañen y distraigan a los ciudadanos. Adoctrinando a la sociedad sobre un cambio climático falso que está ocurriendo, como consecuencia del consumo humano, cuando lo que realmente esta ocurriendo, es que están manipulando el clima con ingeniería climática.
Los compuestos químicos fumigados, para destruir las borrascas que llegan desde el Atlántico o las tormentas que se forman en el interior, ya han caído sobre la tierra, están en la sangre de todos los ciudadanos de España. Son metales pesados, como el aluminio, el grafeno, el bario, las tierras de diatomeas que tantas gripes y neumonías producen, carbonos, azufres... Sólo hay que analizar los gases fumigados que sales de los aviones y drones que nos fumigan todos los días. Y cotejar lo que ha caído sobre la tierra o está en la sangre de los ciudadanos. En las personas que tienen cáncer; en las mujeres que han perdido un pecho o los dos; en las personas de ochenta años que tienen alzheimer; en los jóvenes o mayores que mueren de ictus; en las personas que tienen enfermedades cardiorrespiratorias como gripes o neumonías; cataratas... Vamos a hacer un análisis de todo y saldremos de dudas.
Si este gobierno es realmente democrático y apuesta por la vida, como tantas vece difunde en los diferentes medios de comunicación, o a través de esa Agenda criminal 2030, ahora tiene la ocasión de demostrarlo y de sacar de dudas a los ciudadanos de España. Es su deber.