El verano marca el fin del año ganadero. El monte estiva bajo un sol radiante, que activa la vida de todos sus habitantes a lo largo del día. Durante los tres meses, a su ritmo pero sin pausa, se van a ir sucediendo acontecimientos naturales en la vida del monte y la ganadería.
En los años ochenta, cuando muchas cosas se suponía que tenían que cambiar para bien, y otras nuevas no debían de seguir para mal, por el daño que estaban haciendo, en el mundo ecologista que acababa de nacer, se mencionaba una frase continuamente, que se hizo bandera dentro del movimiento, ¨donde pasta una vaca y un toro, no se ponen ladrillos y permanecen las tradiciones culturales”. En los últimos veinticinco años, esta frase no se ha mencionado en ninguna organización ecologistas de España.
En los últimos cinco años hemos visto en los diferentes medios de comunicación, a personajes dentro de la política y de sus círculos, enseñando la falsa etiqueta ecologista. Una etiqueta que han conseguido a base de trepar en las diferentes asociaciones en las que medraron, para vivir con subvenciones que les da el sistema.
Lo mismo podemos decir de todos esos funcionarios o interinos colocados a dedo, que estudiaron una cerrera sin base ni fundamento, que hoy se pasean por los diferentes despachos sin producir nada. Con el escudo de la Agenda 2030 en un lugar donde se les ve bien.
No hay ideologías más contradictorias que el ecologismo y el sistema. El ecologismo y la Agenda criminal 2030. El ecologismo y el fraude criminal del cambio climático falso, creado con ingeniería climática, que altera el clima, destruye el patrimonio natural de España y mata a sus ciudadanos. ¡Lo que son capaces de hacer ciertos individuos para vivir del cuento!
Todavía queda alguno auténtico por ahí, que sigue creyendo y luchando por su país; por las tradiciones culturales; por el patrimonio natural; por la agricultura y la ganadería que nos alimenta; por una economía racional de los recursos naturales. Por un equilibrio y una cultura que haga que España avance y no se quede atrás. Un ecologista es un ciudadano que lucha por su país, en contra de un gobierno que le está destruyendo.
Este tipo de ecologistas falsos y funcionarios a dedo, que transitan por los pasillos de la administración y del poder, son los que quieren que en España desaparezca la ganadería y las tradiciones culturales. Que en España nos alimentemos con carnes y embutidos manufacturados y embalados en plásticos. O sea, que comamos productos llenos de aditivos y conservantes que perjudican la salud, envueltos en una sustancia cancerígena, que según ellos hay que eliminar, que se llama plástico. Ya lo ven, cada vez que respiran pecan y se contradicen.
Son los que están apoyando el fraude criminal del falso cambio climático, que está destruyendo el patrimonio natural, cultural y económico de España. Que está causando enfermedades irreversibles y la muerte de millones de ciudadanos, en forma de cánceres, enfermedades respiratorias, enfermedades oculares, alzheimer, ictus, párkinson...
Un falso cambio climático, que ha creado el sistema que nos gobierna, con ingeniería climática. Que crea sequías en primavera y en otoño, para arruinar los pastos y las cosechas de cereal. Heladas al comienzo de la primavera y el comienzo del otoño, para arruinar las cosechas de frutas. Granizos entre los meses de mayo y agosto, para arruinar las cosechas de frutas de verano y de uva. Granizos del tamaño de huevos de gallina, como los que cayeron en la laguna de Pétrola, Albacete, el día 31 de agosto de 2015, matando y mutilando a cientos de flamencos. Ver el Convenio Sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares y Otros Fines Hostiles, Enmod. Y El Proyecto para la Intensificación de las Precipitaciones, Pip.
A los ciudadanos nos gustaría saber, porqué estas organizaciones ecologistas nacionales e internacionales, no han alzado sus voces ante estos ataques criminales, que destruyen el patrimonio natural y la vida de las personas.
Mientras, los vaqueros siguen madrugando y llevando pienso, forraje y agua a las vacas y a los toros bravos. En el campo, después de otra primavera que han manipulado y han destruido, apenas hay nada para que se alimenten o beban.
Cómo ha cambiado el cuento del ecologista y del funcionario amiguete, en veinticinco años.
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