martes, 28 de junio de 2022

LOS MONTES MEDITERRÁNEOS DEL CENTRO DE ESPAÑA. VERANO SEGUNDA PARTE

 

Los importantes bosques de ribera que acompañan a los ríos que cruzan los montes mediterráneos, poblados por grandes fresnos, chopos, sauces y alisos, acompañados por zarzas, rosales, majuelos y saúcos, son el hábitat ideal para que muchas especies de la fauna ibérica, que habita en el monte mediterráneo.

Aquí el ambiente es fresco durante el verano, el agua no falta en todo el año, los grandes y viejos árboles, con abundantes agujeros naturales, ofrecen casa durante todo el año. Las rapaces nocturnas, el gato montés y los pequeños carnívoros forestales, como las ginetas y las garduñas, tienen mucha querencia a estos bosques lineales que discurren entre encinas, alcornoques y quejigos.

En la imagen vemos a una garduña joven, descansando en la horquilla alta de un sauce. Un pequeño carnívoro que lentamente se va recuperando, como consecuencia de la persecución que ha sufrido.


Las altas temperaturas y la sequía ambiental que se dan durante el verano verano, obligan a las aves darse intensos baños de agua para aliviar el calor, librarse de los parásitos y mantener en perfecto estado sus plumas, que las van a proteger del intenso calor durante el día y el relente de la noche.

La abundancia de fuentes y manantiales en los montes, es fundamental durante los dos-tres meses que dura el verano mediterráneo. Gracias estos puntos de agua (de vida) la fauna no desaparece del monte. Aquí, la fauna del lugar encuentran un lugar fresco donde beber y asearse cada mañana, refrescarse durante el día y beber antes de irse a dormir. Otros, como los anfibios o insectos lacustres, encuentran aquí su hábitat principal para no dejar de existir.


El lagarto ocelado es el saurio más grande de Europa. En La Península Ibérica habitan ejemplares de casi un metro de longitud. En la imagen vemos a una hembra cerca de la entrada de su cubil, donde ha puesto los huevos.

En situaciones normales, donde el equilibrio ecológico del monte se mantiene estable, con abundancia de conejos y de insectos, su población es común donde abundan los grandes árboles con agujeros naturales y las bocas de los conejos. La alimentación la basa fundamentalmente en saltamontes y coleópteros.

En los últimos años, como consecuencia de la rarefacción o extinción del conejo en los montes, por la introducción y reintroducción reiterada de la neumonía hemorrágico vírica, los predadores han centrado su alimentación en este interesante lagarto, eliminándolo de muchas zonas.

La intervención del clima, con técnicas de geoingeniería climática que liberan productos en la atmósfera para que no llueva, como las tierras de diatomeas, muy nocivas para todos los insectos y seres vivos, han eliminado el noventa por ciento de los insectos que habitan en los montes mediterráneos. Los saltamontes y los coleópteros apenas se ven.

Cuando el ser humano rompe el equilibrio natural de la cadena de la vida en una zona geográfica, las especies que son abundantes o comunes, que mantienen el equilibrio ecológico, se van a ver muy mermadas y o van a desaparecer. El conejo de monte, los insectos y el lagarto ocelado, casi han desaparecido de los montes del centro de España, y de muchas zonas de La Península Ibérica.


En los primeros días del verano, hay tres especies muy representativas de los montes ibéricos que se encuentran criando. Las tres especies pertenecen al mismo orden, han nacido en La Península Ibérica, pero pasan el otoño y el invierno en África.

La carraca y la abubilla, que vemos en la fotografía, suelen criar en los agujeros naturales de los árboles o en los viejos nidos de los pájaros carpinteros; en el hueco de una tapia o casa vieja. Sus pollos, van a ir abandonando el nido progresivamente en los primeros días de julio, según hayan ido naciendo, desde el mayor al menor. Si el verano viene regular y no aprieta el calor y la sequía, algunas parejas de estas especies harán otra cría.

La hembra del abejaruco, se encuentra ahora en el interior de una larga galería de más de un metro, incubando los huevos. Le queda todo el verano para incubar y criar los cinco u ocho pollos, que saldrán del nido a finales de agosto.


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