lunes, 30 de diciembre de 2024

OTRO AÑO...



Los últimos días del año se sienten con frío en la sierra. Las noches son largar. El alba suele llegar pintado con la blanca escarcha, con una escena diferente cada día.

Esta madrugada, contemplamos sobre la copa de un viejo enebro de la miera la silueta de un buitre leonado. Cerca hay otro posado en la copa de otro enebro. Han pasado aquí la noche, cerca de una res muerta.




La ladera orientada al norte, cubierta por una densa mancha mediterránea de encinas, enebros, cornicabras y sanguinos, guarda en su interior muchos secretos naturales de la zona.




Al pie de las grandes encinas encontramos medio dormidos a los jabalíes. Hace una media hora que han llegado. Han hecho la cama y se han echado, después de una larga tarde y noche buscando comida en otra zona de la sierra. Cuando son varios, unos duermen en una dirección y otros al contrario, para percibir con su agudo olfato la llegada de un posible enemigo.




El verano que hemos pasado ha sido muy seco, acompañado de varias olas de calor, con temperaturas por encima de los 45ºC la mayoría de los días. El otoño también ha sido muy seco y caluroso. Apenas ha dejado precipitaciones en el centro de España.

La imagen del arroyo no miente. Los arroyos son los principales bioindicadores  del clima en España. Si las precipitaciones son regulares en todas las estaciones, estos arroyos sólo se quedan secos, excepto en las pozas y manantiales, durante la segunda quincena de julio, agosto y la primera quincena de septiembre. El resto del año corren con más o menos caudal.

Ahora este arroyo debería de correr con un caudal muy considerable, pero la manipulación del clima que estamos sufriendo, que están ejecutando con ingeniería climática para que no llueva ni nieve, nos deja ver sus consecuencias.




Por los fresnos y arces que acompañan al arroyo pasa un bando de pájaros que habitan en el monte. Cambian de ladera, en busca de las zonas que caldea el sol. Carboneros comunes, herrerillos comunes y capuchinos, una familia de trepadores azules, dos de mitos, agateadores comunes, un pico picapinos, pinzones comunes, reyezuelos comunes y listados, van registrando cada zona del terreno, los árboles, los arbustos, cada uno en su nicho ecológico.




Los rayos del sol van alumbrando el monte que habita en las laderas orientadas al norte. Para unos el nuevo día ya ha comenzado. Para otros, hace una hora que están descansando.




Para la hembra del búho real, que en estos días está de bodas, de paradas nupciales, la pequeña cueva que se localiza en el cortado rocoso, donde en los próximos días va a comenzar la puesta, es un buen lugar para ocultarse y pasar el día.




El monte es un espectáculo de vida que se recrea en las formas de sus árboles y arbustos, en las especies que le habitan, en situaciones que crean las luces y las sombras, que modifican sus paisajes a lo largo del día.




El ciervo, para las culturas ibéricas ancestrales, es el espíritu libre de bosque. De esa mancha a la que regresa al amanecer, después de haber pasado la noche pastando a varios kilómetros.




Los grandes quejigos se resisten a tirar las hojas. La mayoría se van a mantener secas en sus ramas durante todo el invierno, hasta la próxima primavera. Cuando las nuevas comiencen a salir, empujarán a las viejas y caerán.




El mirlo es ese habitante de los montes mediterráneos que se hace mucho más abundante durante el invierno, con los ejemplares que llegan desde el norte y el centro de Europa, escapando del frío y del hambre.

Su alimentación se fundamenta en esta época del año en lombrices, frutos de enebros, escaramujos, endrinos y majoleras. Es un bioindicador de nuestras manchas forestales, que nos indica de su salud ambiental impuesta por un clima saludable. 




Las grandes cornicabras, ya sin hojas, son una parte de esas especies forestales que habitaron La Península Ibérica cuando estaba cubierta por una inmensa selva tropical, hace millones de años. La evolución del clima, la geografía y los microclimas, han hecho posible durante millones de años, que esta especie evolucionara con el monte mediterráneo.




Las grandes palomas torcaces, muchas de ellas venidas desde Rusia, el norte y el centro de Europa, buscan semillas y bellotas entre el pasto.




La variedad ambiental que se aprecia en el valle, cubierto por un variado monte mediterráneo, poblado por encinas, enebros de la miera, quejigos, fresnos, arces, cornicabras, sanguinos... contrasta con las luces del sol y las sombras que impone la geografía. Todo forma parte del hábitat que condiciona la vida que habita aquí durante todo el año o una parte de él.




A estas horas de la mañana los gamos andan pastando por el monte, medio ocultos por las sombras. No son tan discretos y tan esquivos como los grandes ciervos, pues algunas veces la curiosidad les puede...




El año 2024 se acaba, sólo es una fecha que marca un periodo en la vida... Sólo es el final de un año que está a punto de comenzar... Un periodo de 365 días en el que puedes hacer muchas cosas interesantes que merezcan la pena vivir. De ti depende. Feliz y próspero 2025.

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