google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte: mayo 2024

jueves, 30 de mayo de 2024

EL MES QUE TRANSFORMA LA PRIMAVERA EN VERANO


Cuando el mes de mayo comienza a pasarle el relevo a junio, la vida se manifiesta y se multiplica en los montes ibéricos. Los que nacieron por febrero todavía viven con sus padres. Habitan en el territorio paterno o en la madriguera donde nacieron.

En todos los puntos discretos del monte vamos a encontrar nidos y madrigueras de las diferentes especies que los habitan. Ahora, en los montes mediterráneos, atlánticos y las altas montañas, vienen al mundo los pequeños recentales de los herbívoros más grandes de nuestra fauna.

 


En el claro del monte, poblado por densas matas de manzanilla, encontramos a un pequeño duende de nuestra fauna, la nemoptera. Una especie de curiosas formas y colores, que se alimenta de pequeños insectos.




Las elegantes dedaleras comunes florecen en las fisuras de las grandes rocas. Sus curiosas flores de tonos púrpuras, atraen a las abejas y a los abejorros.




En el talud de un arroyo observo una boca grande. Las pieles de conejo, plumas y los numerosos excrementos que hay cerca, nos dicen que está ocupada por una familia de zorros.

A cierta distancia, entre unas matas hago un aguardo, a ver que pasa. A los veinte minutos aparece una zorrita. Viene del monte con los restos de un conejo en la boca, que seguramente le ha dado unos de los padres. Le deja dentro de la madriguera y sale. Durante cuarto de hora observo su comportamiento, sus juegos en solitario... Su forma de mirarme.




La vegetación mediterránea que cubre el valle de la sierra, está compuesta por encinas, quejigos, enebros de la miera, arces de montpellier, sanguinos, cornicabras, fresnos, chopos y sauces principalmente. Cada especie tiene su color y sus formas.




En un chopo negro del río, a considerable altura, ha construido el nido este año la pareja de águilas imperiales ibéricas. En estos instantes vemos a la hembra, que ha entrado al nido con un conejo. Es la encargada de alimentar a los pollos y de cuidarlos a esta edad.

Los dos pollos que ocupan el nido están hermosos, ya han comenzado a emplumarse. A mediados de julio, ya completamente emplumados, saltarán del nido.




Las riberas arboladas de nuestros ríos se convierte ahora, según va llegando el verano, en lugares muy agradables. La fauna encuentra un hábitat ideal para vivir, donde no falta el agua, el calor castiga menos y el alimento es variado.




En la repisa del talud que ha cortado por el río con el paso del tiempo, descansa un pollo de búho real que ha nacido este invierno por la zona. No se ve a ninguno de sus hermanos, y no hay rastro de sus padres por las inmediaciones. Pero seguro que no están lejos.




En el monte, con las primeras luces, entre las encinas, los quejigos, las jaras y los romeros, aparecen dos jabalinas con cinco crías. El que vemos en la imagen, de unos dos meses de edad, ya va perdiendo las rayas.




Observando el panorama del valle de la sierra, poblado por un variado monte mediterráneo denso, podemos hacernos una ligera idea... De como eran en su origen los montes mediterráneos que cubrían La Península Ibérica hace sólo mil años.




En estas masas forestales espesas han evolucionado los azores. Una rapaz que depende del monte para vivir.

En la horquilla media de la encina tiene el nido. Vemos a la hembra, que ha llegado con un rabilargo en las garras. Los dos pollos grandes, dos hembras, se disputan la presa. El más pequeño, el macho, que nació el tercero, permanece junto a la madre. Espera que le de alguna piltrafilla de la presa, o le alimente con la que traiga su padre al nido.




La magia de los gusanos y de la orugas variadas explota en número y en especies, transformándose en mariposas de elegantes formas y variados colores. El clima regular de mayo y de junio, hacen posible que la magia de la vida se prodigue. La que vemos es una mariposa amarilla (Colias crocea)




Los variados árboles y arbustos que cubren la mancha, están terminando o han terminado de florecer. Pronto comenzarán a mostrar los variados y abundantes frutos, que van a ir creciendo y madurando a lo largo del verano. Un montón de recursos en forma de bellotas, frutas y bayas, que van a alimentar a la fauna durante el otoño y el invierno que vendrán.




En el arroyo, poblado por grandes fresnos que mantienen verdes los pastos con su sombra, pasta muy tranquila una hembra de gamo. No deja de observarme mientras se alimenta, pero no se va de la zona...




A unos veinte metros, debajo de una encina, entre el pasto, observo quien es el protagonista de su comportamiento. Apenas tiene tres días. Está inmóvil, pero no deja de observarme con sus grandes ojos y de escucharme con sus orejillas. Con lo pequeño que es, sabe que su mejor arma defensiva es su inmovilidad.

Le hago una serie de fotografías a cierta distancia... Y como le encuentro le dejo, ante la atención de su madre, que no deja de observar la situación a cierta distancia.

Por estas fechas, muchos habitantes de nuestros montes comienza su aventura de la vida, que el destino sólo sabe cuando terminará. Mientras les aguarda el final de la primavera, el verano y el comienzo del otoño, tres periodos muy importantes en esta etapa de sus vidas.


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domingo, 26 de mayo de 2024

EL RESURGIR DEL RÍO


Después de las continuas riadas del invierno y de la primavera, las orillas del río se empiezan a definir. En un ambiente donde la vida resurge y se manifiesta por todos los rincones de la ribera.




Las orillas comienzan a poblarse de espadañas y otras especies vegetales, donde prospera la fauna. En estos ambientes tiene el coto de pesca la elegante garceta blanca. Aquí captura todo tipo de pequeños peces, culebras, caracoles e insectos.




Muchas zonas interesantes todavía no se pueden visitar. Aquí va a tardar un poco más en volver la fauna.




Las gallinetas se encuentran ahora en pleno periodo reproductor. Unas están incubando las puestas, otras, las más tempranas ya cuidan de los pollos. En el lugar más insospechado del río podemos encontrar su curioso nido.




Los ríos son vida constante en movimiento. Por ellos florece una vegetación característica en cada zona geográfica. Donde vive la fauna, por donde transita y se comunica de unas regiones a otras.




Las ranas verdes ponen ese punto característico del río con su presencia y con su canto. Un río en el que no se escuchan las ranas, está muerto.




Dependiendo de la orientación de las orillas, la velocidad con la que baja el agua, el suelo, serán las especies forestales que pueblen el río en las diferentes zonas por las que pasa.




Las pequeñas charcas que se forman y se mantienen cerca de la orilla, mantienen abundantes peces y otros habitantes del río. Aquí, durante la primavera y el verano tiene el coto de pesca el martinete. Una garza de hábitos nocturnos.




Con el paso de los días las aguas del río van volviendo a su cauce. Los grandes álamos y sauces se van terminando de cubrir de hojas. La hierba, las grandes ortigas y las zarzas van cubriendo el suelo. El canto de los pájaros se hace más notorio y diverso.




El pollo de milano real, ya casi emplumado, observa el mundo desde el nido, localizado en la horquilla alta de un chopo negro. Su casa está construida con ramas, trapos, pañuelos de papel, lana, cuerdas.




La fuerza que trae el río en las crecidas, llega a tumbar a los grandes álamos y sauces que no están bien sujetos en la orilla. Este mundo forestal fluvial está continuamente renovándose.




Es época de cría, de nacimientos, juegos. Ahora, en la entrada de las bocas de los vivares, vamos a ver a muchos pequeñajos como este.




Algunos tramos de nuestros ríos, debido a la rapidez con la que se desarrollan los grandes árboles, la variedad de especies, el clima y la abundancia de agua que hace posible esta vida, tienen el aspecto de pequeñas selvas.




Algunas especies, aunque es difícil verlas, las podemos localizar y situar en las zonas debido a los rastros que dejan. El búho real que ha dejado esta pluma, ha criado este año en el viejo nido de una pareja de ratoneros.




Los aportes de troncos y leñas que va dejando el río a su paso después de las crecidas, ayudan a mantener la humedad en esas zonas. Forman parte del entramado donde habitan y crían ciertas especies. En la naturaleza todo tiene un porqué, un significado y un resultado.




Antes de entrar en el nido para alimentar a uno de sus pollos, la abubilla se asegura de que nadie la está observando y no hay peligro.




La variada vegetación que puebla las riberas y los sotos, tiene una capacidad muy considerable para depurar las aguas de los ríos.

Hay estudios que demuestran que la contaminación que puede llevar un río en un punto, disminuye considerablemente en el trayecto cuando llega a otro punto más abajo.




Con los ojos grises, ya casi emplumados, vemos en el nido localizado en un sauce, a los tres pollos de azor. Dos primas y un torzuelo.




En estos ambiente fluviales, aunque no los veamos por el día, al caer la tarde abundan los conejos, los ratones y las musarañas. Son comunes los topos, la nutria, el zorro, el gato montés, la garduña, la gineta, el meloncillo y el corzo.




Con las primeras luces del día encontramos a tres corzas pastando en la raya de la ribera. Cuando abra el día y el sol comience a calentar, se perderán entre la vegetación que cubre los márgenes del río.




En muchas zonas de la geografía peninsular, los sotos y las riberas de los ríos, son los únicos espacios forestales que existen. Los únicos hábitat con los que cuenta la fauna para vivir.




Desde la rama alta de un chopo negro, seguro, sin miedo, el ratonero común observa lo que ocurre en las inmediaciones de su nido.




De la década de los cuarenta al 2010, el 90% de los tramos de las riberas de los ríos de Madrid, se desmotaron para extraer arenas y gravas para la construcción. La situación ambiental que presentan, es el resultado de su regeneración natural.




En esta época del año las riberas se convierte en esos lugares agradables que atraen a la vida, que crean vida. Un ecosistema que hay que conocer y disfrutar con respeto.




Posado en la rama seca de un chopo negro vemos la inconfundible silueta de un abejaruco. Uno de los pájaros más característicos de los ríos ibéricos durante la primavera y el verano. En el recuerdo, las enormes colonias de abejarucos que habitaban en las terrazas del Río Jarama en los años setenta.

 
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jueves, 23 de mayo de 2024

FUI A LOS BOSQUES...


La luz mágica del amanecer muestra el interior del extenso pinar silvestre que cubre las altas montañas del Sistema Central. Por aquí, donde son comunes los abedules y los robles albares, la civilización romana trazó una calzada hace más de dos mil años.




Las hojas nuevas de los árboles atlánticos, la luz del sol, la hierba, el intenso olor a pino. El murmullo del río, el canto de los pájaros... Ahora, los ríos de montaña se convierten en un espectáculo vivo.



Por las chorreras vemos al mirlo acuático, capturando insectos que viven bajo las piedras que hay en el interior del río. Este pequeño pájaro nos indica con su presencia, las calidad que tienen las aguas que bebe la ciudad de Madrid.




El valle alto del arroyo nos muestra la variada vegetación que le puebla. Tejos, abedules, robles albares, acebos, servales de cazadores, mostajos, pinos silvestres, avellanos... Aquí las precipitaciones anuales están por encima de los 1200 mm.




Las variadas especies que florecen ahora, atraen a multitud de insectos y mariposas. La esfinge colibrí es una especie escasa, que suele acudir a su llamada.




En los barrancos olvidados en la memoria de los que ya no están, poco accesibles para el ganadero y el leñador, viven los seres más legendarios del Sistema Central. Los viejos tejos de gruesos troncos, con una edad que superan los mil años.




En estas zonas históricas, donde el microclima se mantiene y la humedad de los suelos es constante todo el año, crían dos especies de zorzales. El común y el charlo que vemos en la fotografía.




Con unas precipitaciones por encima de los 1400 mm anuales y temperaturas más templadas, el monte atlántico que cubre la cabecera del arroyo es el rey. Aquí, en estas zonas, se dan las mayores variedades de árboles, arbustos y herbáceas atlánticas del Sistema Central. Cada tono de color corresponde a una especie forestal.




Cuando los avellanos y los abedules se cubran totalmente de hojas, de verdes más oscuros, el interior del monte será sombrío y oculto. Una mancha forestal con misterio y encanto.




En la entrada del nido localizamos al papamoscas cerrojillo, con el pico lleno de pequeños insectos. En estos bosques atlánticos de montaña habitan y crían pequeños pájaros insectívoros. Unas aves que pasan el otoño y el invierno en las selvas de África.




Los últimos enclaves del Sistema Central donde habitan las hayas, se convierten en lugares mágicos a ciertas horas del día. Los instantes que se suceden en la vida de un monte son infinitos, irrepetibles de volver a captar en la misma situación.




Observando la imagen, podemos imaginar como eran los grandes árboles que cubrían la infinita selva mediterránea, atlántica y boreal, que cubría España hace dos mil años.




Donde aquella ardilla famosa podía ir de una punta a otra de la Península Ibérica sin tocar el suelo.




Las luces que produce el sol cuando llegan al interior del monte de robles son muy agradable. Descubren las formas de sus hojas, los variados tonos. El manto de los grandes helechos comunes. Una comunidad forestal con un clima y un microclima interior, que hace posible toda esa vida.




Las lluvias que vienen con las nubes y caen sobre los bosques, corren por multitud de arroyos...




Los grandes cortados y farallones de las montañas, son el hábitat donde crían las reinas del lugar, las grandes águila reales. Ahora, para ellas es tiempo de estar con la familia. De sacar adelante con su compañero a la futura generación, compuesta por dos pollos.




El ambiente que se vive en la mancha de castaños es intenso, luminoso, sonoro. El porte de los castaños, las formas de sus hojas y sus tonos, crean otro ambiente en los montes atlánticos.




Las peonías florecen a lo largo del mes de mayo, en los ambientes frescos y sombríos, donde la humedad del suelo se mantiene durante todo el año.




Mimetizado en el ambiente de las grandes rocas que acompañan al arroyo, descubrimos al gran búho real. Un habitante de la noche que pone ese punto de misterio en el monte.




El fondo del valle por el que discurre el río de montaña, está poblado por un extenso bosque de galería de alisos. Son los árboles que protegen y fijan el suelo de las orillas, para que los álamos, los sauces y las zarzas prosperen.




En la repisa de la roca que protegen las aguas del río, tiene el nido la lavandera cascadeña. Los cuatro pollos ya están casi emplumados, les faltan pocos días para irse del nido.




Las sierras bajas con un clima templado y lluvioso durante todo el año, son el hábitat de especies como el alcornoque. Aquí son comunes los quejigos y los arce, las encinas y los enebros de la miera. También fueron comunes los madroños y los labiérnagos.




En la horquilla baja de una encina con más de doscientos años de vida, tiene el nido la pareja de ratoneros comunes. Una rapaz que imprime con su silueta y sus maullidos, los cielos de los montes ibéricos.




La situación geográfica de las laderas de las sierras, el clima y la incidencia del sol, son los factores principales que determinan el tipo de monte. Los árboles y arbustos que le pueblan. La fauna que le habita.




En estos montes variados, de transición, no faltan los azores. Esas rapaces poderosas que pueden abatir a sus presas en la penumbra del monte, en ese periodo corto de transición, cuando el sol va a salir o se acaba de ocultar. Por eso tienen los ojos rojos.

Hemos hecho un pequeño recorrido por algunos de los variados montes que pueblan las montañas del Sistema Central. Comentando ciertos aspectos geográficos, de la flora y de la fauna. Nos vamos con una pequeña reseña muy significativa de la literatura del siglo XIX.


“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentarme solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenia que enseñarme, no sea que cuando fuera a morir descubriera que no había vivido”.
                                                 
                                       Henry David Thoreau
                              Walden La Vida en Los Bosques


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