La calidad
ambiental, forestal, que tiene un monte, se ve reflejada en la
cantidad y variedad de pájaros carpinteros que le habitan. Hoy es
imposible saber que especies habitaban realmente nuestros montes
mediterráneos, pues el patrimonio forestal que sobrevive, son
pequeñas o grandes manchas muy alteradas, como consecuencia de la
gestión que han tenido en los últimos doscientos años.
Las cuatro
especies que habitan las manchas mediterráneas, están representadas
por el pito real, el pico picapinos, el pico menor y el torcecuello.
Los otros picos, el pito negro, el pico mediano y el pico
dorsiblanco, no se tiene constancia de que habiten o interactúen en
las ultimas zonas Ibéricas, donde el monte mediterráneo se funde
con el monte atlántico.
Las cuatro
especies que habitan en las últimas manchas mediterráneas, tiene su
nicho ecológico. Pueden vivir sin ningún problema en quince
hectáreas de monte, porque cada una se ha especializado en la
alimentación y en la captura de sus presas.
El pito real
se alimenta principalmente de hormigas, de casi todo tipo de
insectos, bayas y frutos. El pico menor se alimenta de todo pido de
insectos, sus puestas y larvas, que habitan en los árboles y
arbustos. El torcecuello consume insectos variados, principalmente
hormigas y sus puestas. El pico picapinos, como el que vemos en la
imagen, se alimenta de todo pito de insectos que habitan en los
árboles y arbustos, de inflorescencias,
de los variados frutos que da el monte a lo largo del año, e incluso
de huevos y crías de pequeños pájaros.
En los
últimos veinte años, como consecuencia de la manipulación del
clima con ingeniería climática, que está acabando con las últimas
manchas mediterráneas, sólo hay una especie que está resistiendo a
la extinción, debido a su amplio abanico para alimentarse. Todo el
que visite hoy un espacio forestal, se va a dar cuenta de los escasos
insectos que se ven, de los pocos pájaros que se escuchan, de como
ha cambiado el monte, para mal, en los últimos veinte años. De la
cantidad de árboles muertos que se ven, de como han desaparecido la
mayoría de los arbustos.
Los
productos con los que fumigan aviones y drones los cielos de España,
todos los días del año, compuestos por aluminio, grafeno y tierras
de diatomeas, principalmente, han eliminado casi por completo a los
insectos. Algunas especies están a punto de extinguirse. A muy pocas
les ha beneficiado, como al Cerambyx cerdo, que está “contribuyendo”
gracias a la ingeniería climática, al exterminio de las últimas
encinas, alcornoques y quejigos centenarios que quedan en España.
Una mancha
mediterránea de doscientas hectáreas, de hace cincuenta años,
donde el clima no estaba manipulado y llovía de forma regular
durante todo el año, su ecología era natural. Abundaban los
insectos, los árboles y arbustos fructificaban bien, las
temperaturas eran las naturales. Los pájaros carpinteros tenían
recursos naturales de sobra para alimentarse durante todo el año, el
hábitat para nidificar y el ambiente para vivir y expandirse.