Pasado el otoño, después de tres meses de bodas, los grandes ciervos se encierran en el monte espeso y desaparecen. Cuando cae la tarde, salen de sus encames a pastar en los claros. Al alba, vuelven a sus lugares secretos. Sólo durante estas horas, es posible verlos.
El ciervo es un animal territorial, que siente la querencia donde ha nacido, pues siempre vuelve a ella. Pero también es un espíritu libre, que necesita enormes zonas de monte, de miles de hectáreas, donde moverse durante la noche. Para localizar pastos, manantiales o cursos fluviales donde beber. Un ciervo puede alejarse para pastar o beber, diez kilómetros de la zona donde se encama.
En los últimos treinta años, la mayoría de las fincas dedicadas a la explotación comercial de la caza mayor, se han cerrado ilegalmente. Apropiándose ilegalmente de los caminos, las vías pecuarias y los cursos fluviales, todos ellos de titularidad pública. Impidiendo el libre tránsito de la fauna: ciervos, gamos, corzos, cabras monteses, jabalíes y lobos.
La Ley de Caza dice, que la propiedad de la fauna cinegética se obtiene cuando el animal se abate. Mientras está vivo, es libre, le ampara la legislación vigente. Los cotos de caza, legalmente están destinados a la producción natural de las especies cinegéticas, donde habita la mayoría de la fauna no cinegética del país, y a la organización de monterías reglamentadas y legalizadas, para abatir un número determinado de ejemplares. En ningún párrafo de La Ley de Caza dice, que el propietario de la finca se puede apropiar o impedir el libre tránsito de la fauna silvestre, mediante el cierre de esta.
El panorama de La España montaraz, auténtica, casi ha desaparecido. Hoy, Los Montes de Toledo y Sierra Morena, se han convertido casi en su totalidad, en un enorme parque cinegético. Ordenado por mallas que impiden el libre tránsito de la caza mayor; trazado por caminos, pistas y tiraderos, que llegan hasta las zonas más secretas de los montes, rompiendo las querencias de la fauna.
Con estas gestión han conseguido tres cosas. Desde la administración, al permitirlo ilegalmente y desde la propiedad, al cerrar el monte. Han conseguido casi el exterminio de dos especies emblemáticas de la fauna ibérica, únicas en el mundo, que eliminaban a los animales enfermos, con tuberculosis. El lince ibérico y el lobo ibérico, localizado al sur del Río Tajo. Han destruido por completo el paisaje del monte, al llenarlo alambradas, de pistas, caminos y tiraderos, para producir unos ciervos que ya no son libres, que son tan silvestres, como las cabras que guarda un pastor en el monte.