Mediado
el mes de febrero, cuando los árboles del bosque se encuentran
desnudos, entre las hojas que cubren el suelo se empiezan a ver
pequeñas flores que de vistosos colores y formas. Hepáticas,
narcisos, celidonias y violetas, anuncian el comienzo de la
primavera...
Las
continuas lluvias de marzo y de abril, van templando las temperaturas
de las montañas que forman el Sistema Central. Con el paso de los
días, las diferentes especies de árboles y arbustos atlánticos que
pueblan los valles, se van haciendo notar según van mostrando sus
hojas y flores. Cerezos silvestres, abedules, hayas, avellanos,
robles, castaños, mostajos, serbales, endrinos, fresnos, alisos,
álamos... Se van transformando a lo largo de los meses de abril y
mayo.
Con
la primavera, la fauna que habita estos bosques también se activa.
Numerosas especies de aves que pasaron el invierno en África
tropical, están llegando a sus territorios para criar. Los pequeños
mamíferos y anfibios, van despertando del frío invernal y se dejan
notar más. Lo mismo ocurre con las diferentes variedades de
insectos, que se ven por todas partes.
Los
arroyos y los ríos son otro espectáculo de vida... Que fluye por
donde pasan.
Ahora,
los bosques atlánticos que pueblan las montañas del Sistema
Central, son un mundo de vida que se renueva en forma de hojas, de flores; que vuelve con las aves que se fueron en otoño; que se perpetúa con las nuevas generaciones que están naciendo... Sólo tienes que entrar en
ellos para conocerlos, y entender que significan para ti.