La forma de criar, de mantener el ganado en el monte en La Península Ibérica, comienza en el Neolítico, hace unos diez mil años.
En un principio, los clanes familiares seguían a las manadas de herbívoros para alimentarse de ellos. Posteriormente, comienzan a seleccionar las especies y los ejemplares más mansos, para el manejo y su cría.
A lo largo de esos diez mil años, los ganaderos han conocido las especies que crían. Como manejarlas, a seleccionarlas, como curar sus enfermedades, los pastos que mejor les van, la época del año más conveniente para que críen... Han seleccionado unas reses que pueden vivir el el monte durante todo el año, aprovechando los recursos naturales, sin coste alguno.
Hoy, las cosas han cambiado un poco. De aquellos legendarios pastores y vaqueros que llevaban las manadas y rebaños por las cañadas, hasta los pastos de invierno o de verano, sólo quedan los últimos.
Las grandes dehesas municipales, donde se perdía el ganado y comía hasta hartarse, sin competencia, se vendieron o se partieron en las desamortizaciones que se hicieron en el siglo XIX.
Las fincas privadas se han ido partiendo y sus usos han cambiado. El clima que hoy tenemos, no es natural, está manipulado con ingeniería climática, y no llueve de forma regular ni la mitad que lo hacía hace cuarenta años. En consecuencia, hoy el ganadero tiene que alimentar al ganado y llevarle agua.
La vaca y el toro bravo son un referente muy claro, de como una especie semisalvaje puede habitar en una zona geográfica con unas condiciones ambientales naturales, durante todo el año, sin que el ser humano interfiera en su alimentación, en su reproducción y en su saneamiento.
Hasta los años 50 del siglo veinte, el noventa por ciento del ganado que se criaba en La Península Ibérica, se alimentaba sólo con lo que producía el campo. Había fuentes por todas partes y los arroyos corrían. Se movían cientos de miles de cabezas por todas las vías pecuarias y apenas había enfermedades.
Hoy, no hay ni la mitad del ganado que había hace cincuenta años. Hay que vacunarle dos, tres, o cuatro veces al año. Hay que alimentarle durante todo el año, hay que llevarle agua casi todos los meses del año, pues el clima está manipulado con ingeniería climática y no llueve de forma regular, para que corran los arroyos, se recarguen los acuíferos que drenan las fuentes y el monte se regenere y produzca el alimento que necesita el ganado, para mantenerse de forma natural a lo largo del año. Como ha ocurrido durante diez mil años.