EL INVIERNO DEL BÚHO REAL. 2 PARTE

La mañana del primer día de marzo llega sin apenas nubes en el cielo de la sierra. Los pastos están cubiertos por una ligera capa de escarcha, debido al frío que ha castigado durante la noche.

En la orilla del arroyo, poblada por grandes fresnos mediterráneos, se levanta una chocha perdiz, que se pierde entre la espesura de la ladera. En esta zona del valle, hace décadas, cuando el clima no estaba tan modificado y llovía regularmente, se quedaba a criar alguna pareja. A unos cien metros comienza a ladrar un corzo al sentir mi presencia. No consigo verle, mientras se aleja en el interior del monte...

Por la ladera del valle, entre grandes cornicabras, fresnos, quejigos, arces, encinas y enebros, se ven numerosas especies de pájaros buscando alimento... En la rama media de un quejigo centenario, descansa un búho real. Está inmóvil, observa las inmediaciones de su nido.

Entre las inflorescencias de las ramas altas de un fresno, el macho de pinzón común lanza continuamente su reclamo territorial. En unos días una hembra acudirá a su llamada, aunque todavía falta un mes para que empiecen las bodas.

En la pequeña cueva que vimos en el roquedo a mediados de enero, donde estaba la hembra de búho real echada sobre el nido, ahora vemos los cuerpos de cuatro pollos de búho real. En primer plano observamos al más grande, el primero que nació, al segundo, al tercero y al más pequeño entre ellos, con el pico abierto. Esta pareja, antes de que exterminaran en los años noventa los conejos en el monte, con la enfermedad neumonía hemorrágica vírica, sacaba cinco pollos todos los años.

Dando grandes círculos, vemos en el cielo a la joven águila imperial ibérica nacida hace dos años. Ha vuelto al territorio paterno para pasar uno días. Sus padres están ocupados en sus bodas y en la restauración del nido.

Marzo es el mes de transición entre el frio invierno y la templada húmeda primavera que viene. Si transcurre lluvioso y templado con sus días de sol, como debe de ser, la flora se desarrollará en todo su esplendor. La fauna criará bien, pues las temperaturas y la abundancia de recursos para alimentarse les beneficiará. Si es seco y demasiado cálido unos días o muy fríos otros, como consecuencia de la alteración del clima con ingeniería climática, la primavera se perderá, como las últimas veinticinco.

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