En este ambiente natural del valle alto del Río Lozoya, en la frontera donde se funden dos ecosistemas, de robles y pinos albares, cerca del río se localiza El Monasterio de Santa María de El Paular.
Cerca de la orilla de un arroyo escucho los reclamos de una pareja de trepadores azules. Inmóvil, con un poco de paciencia, observo que hacen por la zona.
En la carretera que pasa por el monasterio hacia El Puerto de Los Cotos, se localizan enormes ejemplares de chopos negros cabeceros. Árboles muy longevos, que se podan sabiamente cada ciertos años.
Un pico picapinos va trepando por el tronco del álamo negro, con el pico lleno de insectos y de pelusa de chopo. Al llegar a la entrada del nido, le está esperando uno de los pollos. Saca la cabeza y recoge todo el alimento que le da el padre.
Las aguas cristalinas del río reflejan el agradable ambiente de las orillas. Ahora, los arroyos que bajan por las laderas de las montaña hasta las márgenes del río, se van a convertir el lugares muy frecuentados por la fauna.
Hace tres décadas, los barbos eran mucho más abundantes que ahora. Enormes ejemplares de cerca de un metro, subían por el río por cientos en esta época del año para desovar.
Los saúcos florecen sus blancos y elegantes ramos. Unas flores de agradable sabor, que tienen usos medicinales. En dos meses se transformarán en numerosos frutos negros.
Por la orilla llegamos hasta El Puente del Perdón, localizado en las inmediaciones del monasterio. Por el pasa el camino histórico que viene de Segovia, por el Puerto del Reventón, en dirección al Puerto de La Morcuera, Colmenar Viejo y Madrid.
En sus orillas no faltan las lavanderas cascadeñas, que andan constantemente capturando insectos para alimentar a sus pollos. Estos pájaros de los ríos y los arroyos de montaña, son importantes bioindicadores con el mirlo acuático y la trucha ibérica, de la calidad del agua que bebe Madrid.
El Puente del Perdón está aquí desde el siglo XVII. Es una importante obra civil de la época, que construyó el monasterio para tener comunicadas social y económicamente Segovia y Madrid.
Tiene historia y leyenda. Parece ser, que cuando conducían a los condenados hacia la casa de la horca, localizada unos dos kilómetros hacia el Puerto de Los Cotos, en el mismo puente los monjes intercedían y apelaban por los condenados. Si a alguno se le concedía el perdón, quedaba libre. Si no había una mínima probabilidad, que justificara los actos que le habían condenado, seguían hasta la horca.
En la entrada principal del puente, se localiza uno de los centros de interpretación de la naturaleza del Parque Nacional de La Sierra de Guadarrama.
Aquí es donde nos pueden informar y asesorar a lo largo del todo el año, sobre las zonas que podemos visitar, sobre los usos y la formas que debemos de tener en el medio natural del parque, para disfrutar sin molestar a la fauna y a las demás personas que vienen hasta aquí para evadirse de los ruidos, las molestias y el estrés acumulado durante la semana.
En estos ambientes un poco humanizados, habitan y crían algunas especies de pájaros, que se han acostumbrado a vivir con las personas que los respetan. Trepadores azules, agateadores comunes, carboneros comunes y garrapinos, herrerillos comunes y capuchinos, papamoscas cerrojillos y grises, colirrojos tizones...
En la imagen vemos a un papamoscas cerrojillo macho con insectos en el pico. Observa un instante el panorama... y se lanza tranquilo y confiado hacia el nido, localizado en el viejo nido de un pito real, donde le esperan cuatro o cinco pollos.
A mediados del siglo XIV, el Rey Enrique II de Castilla dicta una real cédula para la construcción de un monasterio cerca de la ermita de Santa María del Poblar, en el municipio de Rascafría. Una zona que el monarca frecuentaba, debido a su afición a la caza, donde la familia real tenia un pabellón de caza desde tiempos de Alfonso X.
El 29 de agosto de 1390, Juan I de Castilla, por disposición testamentaria de su padre Enrique II, dona a la orden cartujana, en la persona de su procurador Lope Martínez, monje de Scala Dei y natural de Segovia, el pabellón de caza y las casas del Poblar.
La Cartuja de Santa María está construida sobre un majadal que no pierde la humedad durante todo el año. Para su construcción se drenaron todos los alrededores de los recintos construidos.
Cuando llegan los primeros monjes desde la Cartuja de Scala Dei, localizada en el El Priorato, en la provincia de Tarragona, observan la zona donde se está construyendo el monasterio. Le dan el nombre final, Santa María de El Paular.
La palabra paular viene del catalán. Un paular es un majadal que se inunda con el deshielo de las nieves o las abundantes lluvias caídas durante el otoño, el invierno y la primavera.
En el monasterio de Santa María de El Paular ocurren varios acontecimientos importantes. De él salen las primeras resmas de papel para la publicación de El Quijote. De el sale el dinero para la construcción de La Cartuja de Granada... Esta Cartuja y la de Talamanca del Jarama, estaban gestionados por los mismos monjes.
El claustro, de estilo Gótico, localizado en la entrada de la capilla de la iglesia, se mantuvo durante unas décadas de forma austera, no por ello sin perder su estilo y su encanto.
En la actualidad, ya saneado, con ventanas y puertas de cristal, su interior se ha convertido en una sala muy agradable, donde se exponen los trabajos de rehabilitación que se han realizado en el monasterio.
En el suelo, entre el claustro y el patio de la entrada de la iglesia, se localizan una serie de mosaicos que han sobrevivido al paso de los siglos. Si nos fijamos bien, están realizados con huesos.
Por estos patios y pasillos ha corrido una parte de la historia de España. Aquí se han rodado secuencias de numerosas películas y series. En el recuerdo, la película Alatristre o la serie Isabel I de Castilla.
Las golondrinas comunes forman parte de la vida del monasterio. Ponen ese punto natural en las construcciones culturales históricas.
En la entrada principal de la iglesia podemos ver una parte del estilo y los tipos de piedra con los que se construyó el monasterio. Granito y caliza.
Imagen de San Bruno y sus discípulos, localizada en el recibidor principal de la entrada de la iglesia y de otras dependencias del monasterio.
Panorámica principal de la iglesia. En el centro del retablo vemos la imagen de La Virgen de El Paular. En lo más alto, la imagen de Cristo Rey crucificado.
El retablo es del siglo XV. De Estilo Castellano, realizado en alabastro.
La sillería del coro es de nogal, de estilo gótico, del siglo XV.
En la zona principal del refectorio, se localiza el cuadro de La Última Cena y un relieve policromado de La Crucifixión.
En estas dependencias comen y cenan los monjes que viven en el monasterio.
Estamos en La Sala Capitular... Para visitar la mayor parte de las dependencias históricas y maravillosas que tiene el monasterio, hay que apuntarse a las visitas guiadas que hacen los monjes. Los que guardan y gestiona el monasterio. Los que saben realmente que hay en él.
En el año 2011 vuelve al monasterio casi toda la colección de cuadros que pintó Vicente Carducho, entre 1626 y 1632, por encargo del prior del monasterio.
La colección la podemos ver en claustro principal, de estilo gótico flamígero.
En el centro del jardín del claustro principal, se localiza un pequeño templo octagonal, con una fuente en su interior y dos relojes de sol en una de su fachada.
Hoy, las antiguas celdas o aposentos donde descansaban los monjes, se han convertido en una sala de exposiciones de diferentes disciplinas creativas artísticas.
En la imagen vemos la exposición pictórica, Montañas Pintadas, que recrea lugares de La Sierra de Guadarrama.
Alrededor del monasterio se localizan prados de siega, que están constantemente regados por las aguas que drenan las altas montañas. Aquí el pasto está verde durante todo el año.
En las zonas calcáreas del valle, desde el monasterio hasta el término de Lozoya, se localiza el geranio de El Paular (Erodium paularense). Una especie única en el mundo que sólo habita aquí.
En las iglesias, las altas construcciones civiles, los postes, los álamos y los fresnos del valle, construyen sus grandes nidos las cigüeñas comunes. Debido a clima de la zona, su población se mantiene, no aumenta.
La Montaña de Peñalara, de 2428 metros de altitud, es el techo de La Sierra de Guadarrama. Está poblada desde su base por un extenso monte de pinos silvestres, donde abundan los grandes y viejos tejos, los abedules, los robles albares, los servales de cazadores, los acebos...
Los abundantes helechos comunes, con un tamaño en torno al metro cuarenta, tapizan los suelos del monte. Crean otro microclima más fresco y mas húmedo por debajo de su nivel, en el interior del monte. Donde los insectos pueden realizar su ciclo biológico, las aves pueden seguir criando, los mamíferos encuentran lugares más frescos donde sestear durante el cálido día, y el monte apenas pierde esa humedad que le mantiene vivo y fuerte.
Sobre el sustrato vegetal del suelo descubrimos una parte del ala de la ninfa de estos montes, la mariposa isabelina (Graellsia isabellae). Una mariposa nocturna muy difícil de ver, debido a sus hábitos y la época del año que vuela, entre mayo y junio.
El extenso pinar de pinos silvestres, en el que no faltan los esbeltos abedules de blancos troncos, las manchas de acebos, los viejos tejos, los hermosos robles albares, los rodales de álamos blancos y otros, cubre la cabecera del valle y las zonas altas de las montañas, comunicándose con los extensos pinares de Navafría, Valsaín, El Espinar y San Rafael, por el puerto de Los Cotos.
Sobre los altos pinos, con alturas que superan los treinta metros, construyen los nidos los buitres negros o buitres monjes, como se les sigue llamando por la zona.
Una colonia extensa habita y cría en las dos vertientes de La Sierra de Guadarrama. Ha evolucionado y se ha adaptado a un clima y a un ecosistema muy duro en el último millón de años.
El buitre negro ha sabido adaptarse a esta zona montañosa boreal, aprovechando el clima benigno del final de la primavera, el verano y el comienzo del otoño. Complementándola con las zonas atlánticas y mediterráneas del valle y la meseta castellana, donde habita una parte del año y no le faltan animales muertos.
La fauna evoluciona y se adapta a los ecosistemas que le proporcionan recursos ambientales y alimenticios durante todo el año o una parte de él.