En los últimos treinta años, el corzo ha vuelto a casi todos los espacios naturales o modificados, donde la ganadería, la agricultura y la caza mal gestionada, le habían extinguido hace siglos.
El abandono social, cultural y económico que está padeciendo el mundo rural, y la pérdida de más del cincuenta por ciento de la ganadería que se criaba en nuestros montes, ha dejado la puerta medio abierta para que esta especie ibérica se recupere.
Es el más pequeño de nuestros cérvidos. Es menos abundante y social que los grandes ciervos y los elegantes gamos. Los machos mantienen un territorio lo largo del año, donde viven varias hembras. Esta especie tiene dos particularidades. Hecha las cuernas entre el mes de noviembre y febrero, y las tira entre octubre y noviembre. Los partos de las hembras suelen ser dobles e incluso triples algunas veces. Un punto muy importante que le ha ayudado en su vuelta, en un periodo corto de tiempo.
Pero, el mundo que dejó hace dos siglos, en nada se parece al actual. Hoy el mundo está lleno de carreteras que hay que cruzar, por donde circulan vehículos veloces todas las horas del día. Gente sin escrúpulos que los mata ilegalmente durante todo el año, que se denominan cazadores porque tienen un arma de fuego.
El mundo que había en España hace sesenta años, ha cambiado mucho. Para bien y para muy mal. En su forma de vivir, trabajar y entender el mundo donde se vive. El corzo no ha vuelto a sus zonas de origen por estas leyes nuevas, que supuestamente protegen a las especies y a los espacios naturales. El corzo ha vuelto, porque le ha traído la desidia administrativa, el abandono del campo, de la ganadería, del mundo rural.