El otoño mediterráneo se caracteriza por tener un clima templado constante. Con precipitaciones en forma de tormentas al comienzo de la estación; borrascas atlánticas continuas y temporales de lluvia y nieves al final.
Estas lluvias templadas, abundantes y regulares, hacen posible el cambio natural del color de las hojas en los árboles y arbustos caducifolios mediterráneos, la maduración de muchos frutos y el nacimiento de los pastos.
Una parte considerable de la fauna está emigrando, o se ha trasladando a otras zonas del territorio, donde el alimento es más regular.
Los anfibios que estivaron, salen de sus refugios con las lluvias, pues los arroyos y las fuentes vuelven a correr.
Algunos mamíferos tienen una segunda cría, o inician su ciclo reproductor anual. Otros, resuenan por los montes, están de bodas.
Es una época de continuos momentos gratos que se suceden. Que se pueden vivir intensamente, si se está en los instantes y en los lugares precisos.