La primavera va llegando a los diferentes bosques que
cubren La Península Ibérica. Desde las riberas de los ríos, hasta los pinares que cubren las altas
montañas, los pájaros que habitan en ellos los dan vida…
Los bosques de galería que acompañan a nuestros ríos, formados por álamos negros y blancos, sauces, alisos, fresnos, zarzas, rosales silvestres, majuelos... se acaban de cubrir con las hojas nuevas. Inician un nuevo ciclo, que va a condicionar el ambiente y la vida de todos los habitantes del río.
El cuco marca con su canto el comienzo de la primavera en la mayoría de los espacios forestales ibéricos. Aquí es donde más abunda, donde encuentra más especies de pajarillos para que saquen adelante a su descendencia.
Cualquier rincón de la ribera es diferente... En ellos habita una especie de pájaro diferente.
Las oropéndolas, venidas desde África tropical, se van instalando en los variados ambientes que se dan en los ríos y arroyos que corren por nuestra geografía. A lo largo del día nos regalan sus aflautados cantos.
Los grandes álamos que acompañan al río, forman una grandiosa ciudad de rascacielos de madera, ramas y hojas que todo lo ocultan. En este mundo viven numerosas especies de aves, que si no fuera por sus cantos o reclamos, sería muy difícil sentir su presencia.
A unos diez metros del suelo, en el tronco de un chopo negro, tiene su casa la pareja de pico picapinos. En la entrada vemos al macho, que sale del nido después de dar de comer a uno de los pollos. La hembra le observa y espera su turno, con el pico cargado de semillas y de insectos.
En el monte mediterráneo la situación ambiental es muy diferente. Bajo las grandes encinas centenarias, los rosales silvestres, zarzas, majuelos y endrinos, ya se han cubierto de hojas.
En las zonas donde abundan los arbustos con espinas, se instalan los alcaudones comunes. Un pájaro algo más grande que un gorrión, que se alimenta de insectos, lagartijas, ratones y pajarillos. Los arbustos espinosos son su mayor aliado, pues en ellos construye el nido y utiliza sus espinas para clavar a sus presas y consumirlas.
En los valles mediterráneos cerrados y profundos, donde se mezclan los árboles de la ribera con las encinas, los quejigos, los alcornoques y los abundantes arbustos, conviven una comunidad de pájaros del bosque muy variada, pues aquí el microclima es fresco en verano y abundan los insectos durante las estaciones cálidas.
En estos ambientes, los mirlos comunes son abundantes durante todo el año. Al amanecer y a la caída de las tardes, entonan con sus agradables cantos el ambiente del monte. Aquí crían sin problemas dos o tres nidadas, pues las lombrices y los gusanos abundan hasta entrado el verano.
En las manchas mediterráneas húmedas, en las que abunda el sotobosque tupido de majuelos, zarzas, rosales silvestres, labiérnagos, madroños... Son comunes varias especies de pájaros de los bosques atlánticos. Aves que se han especializado en la alimentación de ciertos insectos y frutos, que sólo se dan o son más abundantes en los bosques de hoja caduca.
Posada en la rama caída en un arroyo, vemos a una hembra de curruca capirotada. Anda a la busca y captura de pequeños insectos, con los que alimentar a los cuatro o cinco pollos que la esperan en el nido. Si la primavera viene normal, sacará a delante otro nido.
En la zona fresca y húmeda del arroyo, abundan los fresnos y los arces de montpellier, acompañados por quejigos, zarzas, rosales silvestres...
En el arroyo sorprendemos al pequeño herrerillo común. Se ha detenido un instante para beber. Después sigue en su incansable tarea de buscar insectos, con los que alimentar a sus siete o catorce pollos, que le esperan en un agujero secreto del bosque.
En el enebral, las abundantes lluvias del mes de marzo se dejan sentir ahora. Es un ecosistema austero, donde las lluvias son escasas, y las altas y las bajas temperaturas son extremas.
La hembra del zorzal observa a sus dos pollos, a punto de abandonar el nido. Este año de bonanza meteorológica, algunas parejas de zorzal charlo se han quedado para criar en las horquillas de los enebros.
En este ambiente, en el que no faltan los arroyos, donde son más numerosos los enebros de la miera que las encinas y los quejigos, son comunes ciertas aves pequeñas y medianas, como los alcaudones comunes y reales, las tórtolas europeas, los mirlos comunes...
En la orilla del arroyo vemos a un macho de picogordo. En los últimos diez años, este pájaro se ha hecho más abundante en estos parajes, pues en décadas anteriores descendió mucho su número por causas desconocidas.
En la ladera de la sierra orientada al norte, donde el sol incide menos horas y llueve algo más, el monte mediterráneo es más variado. Aquí se mezclan los quejigos y los arces menores con las encinas, alcornoques, enebros de la miera, cornicabras, aladiernos y robles melojos, entre otros. En estas manchas forestales variadas, son más abundantes las especies de pájaros.
Metido entre las ramas de un espino albar, viene un macho de carbonero común con el pico lleno de pequeños insectos. Cerca se encuentra su nido, en el interior de un viejo nido abandonado de pico picapinos. Cuando observe que todo está tranquilo en la zona, entrará en él para alimentar a sus numerosos pollos.