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lunes, 7 de julio de 2014

EL ROBLE DEL COÑO.


Aquella mañana de verano caminaba por una zona desconocida de la cabecera del Río Jarama... Cerca de un arroyo, entre grandes espinos albares, me encontré con un enorme roble albar... Un árbol que inició su vida en estas montañas hace más de ochocientos años.
Hablando con personas de la zona que conocen bien el monte, dos conocían su existencia. Me dijeron que a este ejemplar se le conoce por el Roble del Coño, por el tamaño de su tronco.




En la cuenca alta del Río Jarama se localizan manchas de robles y hayas con ejemplares de considerable tamaño.




En estas manchas atlánticas habitan árboles tan importantes como los cerezos y manzanos silvestres, mostajos, serbales de cazadores, acebos... Acompañados por endrinos, rosales silvestres, majuelos... Y una variedad de plantas como los lirios comunes, martagones, acónitos, sellos de salomón, hepáticas...




En el viejo nido de un pito real, la pareja de trepadores azules tiene su nido. Si observamos, estos pájaros han reducido el tamaño de la entrada con barro, por el que sólo pueden entrar pájaros de su tamaño o menores.
En la fotografía vemos a la hembra, que se ha acercado hasta la entrada del nido con un tábano, donde la está esperando un pollo.




En los suelos húmedos, con acuíferos someros o cerca de los arroyos, crecen matas de fresa silvestre. En esta época del año ofrecen sus pequeños y deliciosos frutos.




Cerca del río, en una rama grande de un roble que un día tiró el viento, veo a un elegante macho de ciervo volante.




Donde el bosque es maduro, con árboles centenarios, la maraña de brezos no existe, pues la sombra de los árboles no les deja asentarse.




En la horquilla alta y central de un roble melojo, la pareja de águilas calzadas tiene el nido. Los dos pollos tienen unos doce días de edad.
En la fotografía vemos a la hembra alimentando a uno de los pollos, con un mirlo que ha dejado el macho en el nido hace unos minutos.




En las zonas umbrías y frescas, donde el hacha y la motosierra no fueron tan irracionales en el pasado, encontramos pequeños bosquetes de grandes hayas, acompañadas por abedules y acebos.




Entre los helechos comunes nos observa la hembra del lagarto verdinegro. Una especie única en el mundo, que sólo habita en ciertas zonas de la Península Ibérica con bosque atlántico.




El río va bastante bajo para la época del año... En la orilla vemos grandes robles melojos y albares.




Una mariposa medioluto ibérica, endémica de la Península Ibérica, liba la flor de una centaurea que crece cerca del arroyo.




En esta zona del bosque, más umbría y fresca, crecen numerosos avellanos de largas varas. Están cargados de avellanas, que irán madurando a lo largo del verano.




Cerca de un arroyo umbrío se localiza este impresionante roble albar (Quercus petraea). Su edad supera los ochocientos años, y el perímetro de su tronco en la base es de 10,20 metros.
Si nos fijamos en su fisionomía, le ha pasado de todo en los últimos siglos. Le han cortado sus grandes brazos para hacer vigas. Le han mondado varias veces para hacer carbón y leñas. Las ovejas han pastoreado a su alrededor durante muchos veranos. Le han caído rayos, que han secado algunas de sus grandes ramas... Pero allí sigue, sorprendiendo a las personas, que se detienen a su lado exclamando, ¡coño, que roble!