La bravura y el temperamento le hace ser un animal muy curioso y observador. Atento siempre a todo lo que ocurre en su territorio, donde es el rey, junto a sus hermanos de camada.
La geografía, la alimentación y el clima, han imprimido carácter a varias razas bobinas ibéricas. Desde los valles navarros hasta los montes de Tarifa, a principios del siglo XX había en España las siguientes especies (castas naturales) de toros y vacas bravas: La Casta Navarra, la Casta Castellana-Raso del Portillo, los Toros del Jarama-Casta Jijona-Toros de la Tierra, la Casta Vistahermosa y la Casta Cabrera
Hoy sólo quedan en los montes y dehesas, la Casta Navarra y la Casta Vistahermosa. Los Toros Castellanos y los Toros del Jarama, se extinguieron en los años treinta del pasado siglo. La Casta Cabrera desapareció a principios del siglo XX, como consecuencia de los cruces con otras castas. En la actualidad, la única vacada que mantiene ejemplares con cierta pureza de esta especie, es la de Herederos de Don Eduardo Miura.
En la fotografía vemos a un novillo de tres años, de Casta Vistahermosa, Estirpe Parladé. De la vacada de Don Victoriano del Río Cortés.
Todas las razas de vacas ibéricas, han desarrollado por evolución natural, una cornamenta grande y astifina, para defenderse y defender a sus crías de los depredadores naturales. Ante estas defensas tan serias, los lobos y en tiempos los osos, poco o nada podían hacer, pues estos animales venden muy cara la vida, tanto cuando están solos, con sus crías o en compañía de la manada.
Las historias o “noticias” que han ido apareciendo en los diferentes medios de información del país, en los últimos veinte años, sobre la muerte de vacas y sus becerros, por buitres leonados o negros, son increíbles, fantásticas, de tiempos de La Edad Media. Cuando a los ciudadanos se les amedrentaba con dragones o seres maléficos que habitaban en los bosques.
Una tomadura de pelo insensata, desde los diferentes estamentos de medio ambiente de la administración, que ha hecho mucho daño a los buitres leonados y negros, alimoches y quebrantahuesos, dejando en entredicho la sabiduría popular sensata de los ganaderos españoles.
El mundo del toro bravo se desarrolla en aquellos ambientes donde todavía existe. Donde se extinguió hace tiempo, su esencia, su cultura, su tradición, sólo permanece en el recuerdo de las personas mayores; en algunos escritos, o se ha perdido. Hoy, junto al bisonte europeo, son los últimos grandes bóvidos de todo el continente euroasiático.
Con el verano, los pastos verdes que se desarrollaron durante la primavera, que aportaron un alimento muy importante para los toros y las vacas bravas, y todos los fitófagos del monte, se han secado. Han perdido ese valor nutritivo importante. Ahora, las semillas de los pastos secos, la grama que verdea alrededor de las fuentes y manantiales, las hojas de árboles y arbustos, y los frutos de algunos arbustos, van a ser el único alimento natural que va a encontrar en el monte.
El toro y la vaca brava han evolucionado en un medio ambiente, donde su cuerpo está adaptado para sacar al 100% de provecho de todos los recursos naturales que le alimentan bien a lo largo de todo el año. En un monte alto, donde las encinas, los quejigos, alcornoques y los robles dan abundantes bellotas y protegen los pastos; donde abundan los arbustos que les proporcionan hojas y frutos, los toros y las vacas no van a tener problemas de alimentación en ninguna época del año.