En una peña resguardada por un enebro, descansa uno de los pollos de búho real... Cuando llegue la noche, volverá a recorrer el roquedo en compañía de sus dos hermanos, pidiendo alimento a sus padres... A principios de agosto, abandonará el territorio de sus padres... Dentro de dos años, si todo le va bien, encontrará un valle apropiado donde se unirá a otro búho, con el que vivirá en los próximos sesenta años...
Esta pareja ha cumplido este año su ciclo natural. Ha puesto en la vida de esta interesante y majestuosa especie, tres búhos reales que van contribuir a reforzar la población de Madrid. Una población que no termina de recuperarse por culpa de la mala gestión medioambiental, donde todavía los tendidos eléctricos, el veneno, la caza y los expólios, se siguen cobrando individuos todos los años.
Esta pareja ha cumplido este año su ciclo natural. Ha puesto en la vida de esta interesante y majestuosa especie, tres búhos reales que van contribuir a reforzar la población de Madrid. Una población que no termina de recuperarse por culpa de la mala gestión medioambiental, donde todavía los tendidos eléctricos, el veneno, la caza y los expólios, se siguen cobrando individuos todos los años.
Desde las peñas donde descansa el búho real, se ve todo el valle. Cubierto por un apretado bosque de encinas, enebros, fresnos, arces, cornicabras, romeros... Estas escasas manchas forestales, ya de por si son importantes, al existir en una comunidad tan poblada y deforestada. Aquí, todavía podemos encontrar a ciertas especies de la fauna ibérica, únicas en el mundo...
Los grandes enebros de la miera abundan en el monte. En tiempos, estos grandes árboles se cortaban para la fabricación de vigas, para la construcción de casas.
Nota: Ver artículo del día 20/1/14 y del día 23-4-14.
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