En
estas fechas de verano y vacaciones, cuando el calor se hace
insoportable en la ciudad, nos vamos a hacer un recorrido por un
valle del Sistema Central. Donde el bosque, el agua y el sonido de
sus habitantes lo llenan todo...
Desde
el camino histórico que va a Garganta de Los Montes, vemos una
panorámica del pueblo de Canencia. De sus bosques y de sus prados.
El
nombre del pueblo, parece ser que le viene, porque en él estuvieron
las perreras reales en tiempos de Alfonso X y Alfonso XI.
A
la salida del pueblo, en los fresnos que habitan en las orillas de el
Arroyo del Ortigal, observo a un petirrojo capturando pequeños
insectos.
Subiendo
por la carretera, a un kilómetro del pueblo, paso por La Poza de los
Carboneros. Una charca donde se baña la gente en
este tiempo...
Por
la orilla anda una pareja de lavanderas cascadeñas... Van capturando
todo tipo de insectos que habitan en estos medios húmedos. Estos
pájaros del río, junto con el mirlo acuático, son bioindicadores del estado saludable de los cursos de agua.
Entre
las rocas florecen las matas de dedalera. Un vegetal que llama la
atención. Con flores muy originales y hojas de terciopelo.
Al
llegar a este punto del valle, donde son abundantes los sauces, los
robles y los abedules que conviven entre los grandes pinos
silvestres, comienza la subida hasta el puerto...
Siguiendo
el curso del arroyo, entre las ramas de los árboles viene un
herrerillo capuchino buscando insectos... Un habitante típico de
estos bosques.
Las
nubes han cubierto el cielo del valle. En el interior del bosque, de
pinos silvestres y abedules, el ambiente es templado... Tenue...
Marcado por el sonido del arroyo y el canto de algún pájaro.
En
la orilla del arroyo vemos a un pinzón común bebiendo... Uno de los
pájaros más alegres y sonoros de estos bosques.
Por las inmediaciones del arroyo, se ven setas de varias especies...
En
este ambiente agradable, con música de fondo... Uno se olvida de las
preocupaciones, de los problemas, de las prisas, de los malos rollos... De ese vidón que hacemos en la ciudad.
Por
los árboles del arroyo viene una familia de trepadores azules... Los
pollos han abandonado el nido hace unos días. Los padres buscan
insectos y larvas en los huecos y en las cortezas de los árboles,
para alimentar a sus hambrientos pollos.
Gracias
a las condiciones ambientales que se dan en los valles del Sistema
Central, como consecuencia del clima y de sus bosques, es posible que
muchas especies de la fauna estén criando ahora, y puedan sacar
hasta tres o cuatro nidadas.
Al
otro lado del arroyo, se mueve una pareja de papamoscas
cerrojillos... Un pájaro que vive aquí durante la primavera y el
verano, y pasa el otoño y el invierno en África tropical.
Después
de las generosas nieves y lluvias que han caído durante el invierno
y la primavera, el agua sale y corre generosamente por todas
partes... La misma que se consume en la ciudad de Madrid.
Junto
al arroyo, me detengo unos instantes para observar el panorama... Un
ambiente lleno de tonos verdes, optimista... Donde la vida se
manifiesta por todas partes...
Entre
las hojas y las hierbas, como un pequeño duende, sin hacer apenas
ruido, se mueve la hembra del lagarto verdinegro. Un lagarto que vive
en ciertas montañas de La Península Ibérica.
Los
grandes helechos machos están en pleno crecimiento... Desarrollando
y mostrando sus elegantes “ramas”.
El
verano es una época de contrastes muy considerables en La Península
Ibérica. De campiñas y páramos abrasados por el sol y la sequía.
De valles montañosos cubiertos de verdes bosques, donde no falta el
agua y ese ambiente agradable que se escucha y se respira.
Desde
hace unos minutos, se escuchan las andanzas del pico picapinos...
Está posado en el tronco alto de un álamo negro, taladrando la
corteza... Busca larvas de insectos que viven de la madera.
El
ambiente forestal por el que discurre la carretera es muy agradable... Variado, único.
Sobre
las flores de los cardos que habitan en pequeños claros, se posan
escarabajos y mariposas para alimentarse.
Al
llegar al Arroyo Sestil Maíllo, llama la atención un acebo de
buen porte. En las inmediaciones se localizan pequeñas manchas de
grandes acebos, acompañadas por abedules y numerosos tejos de
variados portes.
Después
de la gestión que han tenido estos bosques en los últimos
seiscientos años, nunca sabremos como eran aquellas tejedas que los
habitaron, pues son árboles muy longevos, que se desarrollan muy
despacio.
Por
las ramas de un abedul, viene el pequeño carbonero garrapinos con un
gusano en el pico... Se acerca al tocón de un pino y se pierde en
el interior, donde tiene el nido.
En
esta zona, entre los altos pinos silvestres, los abedules y los acebos,
habitan tejos de considerables portes y edades...
En el puerto, bajo los grandes pinos silvestres, sentado en la Fuente de
la Raja observo el panorama... Al fondo, se divisa la
Meseta Sur y la ciudad de Madrid...
Con
este artículo me despido hasta septiembre. Un mes lleno de
cambios, de ideas renovadas... Hasta pronto.