martes, 3 de marzo de 2015

EL CHOPO VIEJO DE LA ISLA.


La historia de este álamo negro (Populus nigra), es la historia de los innumerables árboles viejos y monumentales de ribera, que se han talado en los últimos cincuenta años, sin ningún motivo justificado y sensato, como consecuencia de la ignorancia que aún perdura en los que hacen este tipo de gestión.




El día abre sin nubes... Una fina capa de escarcha cubre el pasto de la ribera.




Con las primeras luces del día; junto al antiguo cauce del río, observo la tala de un enorme chopo negro...




En las pequeñas praderas, rodeadas de tarays, observo a los conejos... Unos pastan, otros toman el agradable sol.




Junto al antiguo cauce crecen pequeñas manchas de álamos blancos (Populus alba). Se diferencian muy bien de los negros, por sus blancos troncos y ramas.




Junto al río, paso por otra pequeña mancha de álamos blancos. Aquí podemos ver ejemplares de considerable tamaño, de unos treinta años de vida.




Un bando numeroso de grajillas anda buscando insectos y semillas entre las hojas del suelo. Otras descansan en las ramas de los árboles.




Dentro de la antigua isla, se extiende una mancha muy considerable e importante de taray. En algunas zonas se encuentran ejemplares de grandes dimensiones.




En las ramas altas de unos álamos blancos, un grupo de cormoranes grandes toma el sol. Recargan las calorías perdidas durante la noche.




El día se presenta agradable... Los cálidos tonos de la ribera, reflejan muy bien la estación del año en la que estamos.




En una pequeña charca que hay junto al río, tres cigüeñuelas comunes buscan insectos entre la tierra húmeda. Hace unos cuantos años, esta especie era muy común en el río durante la época de cría.




El cálido sol, ya alto, se mete por todos los rincones de la ribera...




En el tronco de un sauce bardaguera, crecen enormes e interesantes setas, de nombre Laetiporus sulphureus.




En esta zona, el bosque de ribera se abre, se hace más extenso. Aquí cría el ratonero, el azor y son comunes los pájaros carpinteros e insectívoros.




Un grupo de carboneros, herrerillos, pinzones y mitos, pasa registrando la zona en busca de alimento. Un carbonero común, nacido la primavera pasada, se detiene un instante al verme...




Vuelvo al antiguo cauce, por donde partía el Río Jarama en los años cuarenta del pasado siglo. Observo que hay varios álamos grandes cortados... Y veo que al más grande, también le han abatido. Hago una serie de fotografías, y no logro entender el sentido, la gestión, el porqué de lo sucedido...




Es todo lo que queda del viejo chopo. Un árbol que llegó a cumplir casi los dos cientos años... Que habitaba en una zona del río por la que no pasa nadie.





Este era el aspecto que tenía el viejo álamo negro. Era el decano del tramo medio del Río Jarama, el último bioindicador que nos contaba con su porte, como debían de ser los árboles maduros que cubren las riberas de los ríos. Afortunadamente, vivirá para siempre en esta fotografía...


martes, 24 de febrero de 2015

martes, 17 de febrero de 2015

LA DEHESA DE VALDELATAS.


La Dehesa de Valdelatas, es una de las escasas manchas forestales sobre arenas de Madrid, que ha sobrevivido gracias a ciertos intereses sociales y económicos... Con otro nombre, ya se la cita en El Libro de La Montería de Alfonso XI, escrito en el siglo XIV.




La mancha de pinos piñoneros se despierta pintada por la blanca escarcha. La temperatura ambiental es de -4ºC. La luz poco a poco se va metiendo dentro del monte...




Sobre las varas de unas zarzas que rodean una fuente, se pueden ver curiosas formas de hielo.




El sol cálido de la mañana empieza a meterse por el monte. La luz es vida y color...




Un grupo de seis jilgueros se mueve por la zona... Se arreglan las plumas y se preparan para irse por las zonas abiertas, en busca de semillas.




Después de la guerra civil, la dehesa quedó muy deforestada. Proporcionó leña durante los años malos, a los habitantes de los pueblos cercanos. En las décadas siguientes se puso en marcha un programa de reforestación, principalmente con pinos piñoneros. En la actualidad podemos ver importantes manchas con grandes ejemplares.




La luz limpia de la mañana enciende las hojas nuevas de las jaras. Son como pequeños candiles dentro del bosque de pinos.




En el tronco de una encina, observo a un pito real hembra. Está inmóvil, pues seguro que me ha visto antes. Me quedo unos segundos observando, y hago unas fotografías... Después, muy despacio, se esconde detrás del tronco, para luego marcharse en un vuelo raso por el monte.




La vegetación autóctona principal, está compuesta por la encina. En la actualidad podemos ver importantes manchas, que se están recuperando bastante bien.




Sobre el monte de encinas y pinos piñoneros, se alza la caseta de vigilancia del guarda forestal, y las altas montañas del Guadarrama.




A lo largo del año, no es raro ver algún ejemplar de buitre leonado por el cielo de la dehesa. Están de paso, o buscan algún animal muerto por la zona.




Otro árbol que se utilizó para repoblar la dehesa, fue el pino resinero. Hoy forma pequeñas masas muy interesantes, con ejemplares considerables.




En la actualidad, los jabalíes se han hecho muy abundantes en todos los montes del centro de Madrid. En ciertas zonas de la dehesa, como vemos en la fotografía, se puede ver como levantan el suelo en busca de bulbos y de insectos. Parece que ha pasado un tractor.




Por la dehesa pasan las aguas del Río Lozoya, para dar de beber a Madrid... En la fotografía vemos uno de los acueductos de El Canal de Isabel II, que cruza por uno de sus valles.




En un pequeño claro, observo a una liebre tomando el agradable sol. Al sentir mi presencia, se marcha con mucho sigilo, sin dejar de mirarme...




Por toda la dehesa cruzan pequeños arroyos. Algunos llevan agua.




En varias zonas, cubiertas por grandes pinos piñoneros, el monte de encinas y jaras se va recuperando... Se crea un paisaje mixto muy interesante, donde ciertas especies pueden habitar y criar.




Bajo la copa de unos grandes pinos piñoneros, encuentro las plumas de una paloma torcaz. La huella inequívoca de que el azor ha pasado por aquí.




En el pasado, la dehesa fue un monte mediterráneo mixto, poblado principalmente por encinas y quejigos. En la fotografía vemos varios ejemplares de quejigo rebrotados de cepa.




En la sombra, todavía cubierta por la escarcha, vemos la hoja de un quejigo.




Cerca del canal, en una pequeña fuente, observo a varios pájaros entrando a beber y a bañarse... Escondido entre unas jaras y el tronco de un pino; con la ayuda del teleobjetivo, mucha paciencia e inmovilidad, consigo hacer unas fotografías a varios ejemplares... En la imagen un verderón común.




El sol apenas calienta. Su luz fría, se mete entre los fresnos, sauces y espinos del arroyo... Crea un ambiente, una imagen, donde el invierno se manifiesta en todos sus detalles.


martes, 10 de febrero de 2015

POR UNA MANCHA DE CASTAÑOS DEL VALLE ALTO DEL RÍO TIÉTAR




La mañana de febrero llega con el cielo cubierto de blancas y grises nubes. El frío en el ambiente se palpa y se siente en la cara... Me da que en cualquier momento, cuando se pare el aire, se va a poner a nevar.




Recorriendo un camino histórico, ya en desuso, me adentro en el monte.




Entre las hojas y los "erizos" veo que se mueve algo... Me quedo quieto y observo. Veo a un pequeño ratón de campo, calvo, que busca castañas sanas para alimentarse o almacenarlas.




Durante los meses de invierno, el bosque parece transparente. Ahora sus hojas no ocultan nada, y se ve casi todo. Es otra forma interesante de ver como es este bosque durante la estación fría.




Junto a un arroyo, habita un castaño con unos cinco metros de perímetro en la base de su tronco. Un árbol que por circunstancias... no se cortó para madera.




Estos bosques, han tenido un aprovechamiento racional histórico, desde hace unos dos mil años. De ellos han salido castañas para la alimentación, y madera para la construcción y la carpintería.




En su día, se llegó a cuestionar la autenticidad natural de estas manchas forestales. Ciertos expertos defendían, que los había plantado la civilización romana; otros, las gentes de los pueblos... El tiempo y la investigación seria, han demostrado que los puso la naturaleza, a lo largo de su evolución.




En el cielo vuela el elegante milano real. Sin apenas batir las alas, el viento le lleva a donde él quiere...




El día no cesa de cambiar... Ha llovido, nevado, hace aire, para un poco, sigue... El monte da la impresión de estar vacío de fauna, pero tiene dos cosas fundamentales para que esta no se valla y siga en la zona; el hábitat y abundantes castañas sanas, escondidas entre la hojarasca y los erizos.




Durante el invierno fructifica el rusco. Una especie subtropical, que se quedó en la península cuando retrocedieron las selvas tropicales.




El abandono comercial de las castañas en muchas zonas, está propiciando la regeneración natural del bosque. En esta imagen podemos ver numerosos castaños jóvenes, nacidos de fruto, junto a grandes castaños centenarios.




En la actualidad, es muy difícil saber como es un bosque natural de castaños. La variedad de flora y fauna original y su estructura en los diferentes relieves geográficos donde se asientan. Fue uno de los primeros bosques en los que intervino la civilización, debido a la calidad e importancia de su fruto, y posteriormente su madera. Por ahora, tenemos que conformarnos con lo que hay, que no es poco.




Dado el aprovechamiento forestal que han tenido los castañares, los pájaros carpinteros no han estado bien vistos por el hombre, y han sido escasos en el pasado. En los últimos años, gracias a la recuperación que están teniendo algunas especies, es común ver en estas manchas, a pitos reales y picos picapinos, como el de la fotografía.




La tarde se acaba. En la raya del monte localizo a un grupo de castaños de considerables edades y tamaños. Junto a uno de ellos, me quedo observando las laderas del valle, cubiertas de castaños y robles...