lunes, 19 de mayo de 2014

EL AZOR.


El azor es una rapaz de mediano tamaño, que habita en todos los ecosistemas forestales de La Península Ibérica. En Madrid habita desde las vegas de los ríos, hasta los pinares de alta montaña, encontrándose las mayores poblaciones en los montes mediterráneos mixtos de la campiña y las sierras bajas, donde la densidad de conejos, palomas torcaces y pájaros, son altas.

Es un ave que pasa muy bien desapercibida donde habita y cría, pero deja rastros de su presencia... Un desplumadero de paloma torcaz bajo una encina, las plumas de una urraca en la rama gruesa de un quejigo, un conejo empezado por los cuartos delanteros...

En los montes donde habita, tolera al ratonero y al "gavilán", eliminando y desplazando a los milanos reales, negros, águilas calzadas y a todos los córvidos, excepto el rabilargo, que no llega a exterminarle totalmente.

Está especializado en la caza de pollos en el nido, de especies de igual o inferior tamaño que él. Si localiza un nido de milano real o jilguero, la suerte de los pollos está echada. Esto lo he podido comprobar en nidos de milano real, negro, águila calzada, gavilán, urraca, rabilargo, corneja, arrendajo, mirlo, verderón, jilguero... Sin embargo, con el ratonero esto no pasa, y es más, lo normal es que a lo largo de los años, las dos especies se intercambien los nidos para criar. He visto durante varios años, en un valle de un encinar del centro, dos parejas de ratonero criando en los nidos del azor, y la pareja de azor criando en los nidos de ratonero.

En la naturaleza sólo tiene un enemigo, el búho real, que le caza cuando da sus primeros vuelos. Por este motivo, los territorios de cría los tienen desplazados de la zona de cría del búho.




El monte mediterráneo de la sierra baja, poblado por encinas, enebros, quejigos, fresnos, arces de montpellier, sanguinos y cornicabras, entre otros, forma junto con los encinares mixtos sobre arenas, el área potencial donde se encuentra la población de azores más importante de Madrid.




En la rama despejada de una encina centenaria, descansa y acecha el paso de una presa la hembra de azor... El claroscuro que produce el follaje de la encina, la hace invisible.




El azor caza durante ciertas horas del día... En verano acecha en los aguaderos y fuentes, donde van a beber numerosas aves a la hora de la siesta.
En la fotografía vemos a una hembra nacida la primavera pasada, que ha capturado un joven estornino pinto.




Esta imagen, un poco siniestra, son los restos de un conejo que cazó y comió un azor hace más de un mes... Si os fijáis, hay dos señales inequívocas: una, la situación del conejo en la rama gruesa y despejada de la encina. La otra, cuando cazan un conejo, siempre comienzan a alimentarse por el brazuelo, el cuello y las quijadas.




En las manchas donde no pasa la gente y cerca de un pequeño claro, generalmente, y no en el árbol más grande, los azores construyen su nido. He llegado a ver un nido en un chaparro de encina de tres metros. Si se le molesta, construye sus nidos en los árboles más altos y apartados.




En las manchas mediterráneas, lo habitual es que saquen adelante cuatro pollos. Mínimo dos.
En la fotografía vemos al macho entrando al nido con una presa, ocupado por cuatro pollos. Tres hembras y un macho. Los pollos de azor son muy espabilados, a partir de los quince días ya comen solos. Los padres les dejan las presas en el nido y se van.




Desgraciadamente, en la agredida naturaleza de Madrid sigue habiendo "personas", que hacen todo el daño que pueden...
En la fotografía vemos el cuerpo de una hembra de azor, que un furtivo mató a veinticinco metros de su nido. Si os fijáis en las plumas, se ven restos de sangre.




Afortunadamente, los jóvenes que ocupaban este nido tenían más de quince días cuando el malhechor mató a su madre. El macho fue el artífice de que en este nido volaran los tres pollos en el 2013.
En la fotografía vemos a un pollo ramero... Cuando tienen tres negras, se aventuran por las ramas próximas al nido. Comienzan a explorar el mundo. Sólo vuelven para comer y dormir. Con dos meses, abandonan el nido y el árbol para siempre. A los tres mes se independizan de sus padres, iniciando una vida errática que les puede llevar a muchos kilómetros de donde nacieron...




En los meses de agosto y septiembre, donde menos te lo esperas puedes observar a un joven azor en paso... Ahora su pluma es parda y sus ojos amarillos. Los córvidos no le respetan y le persiguen cuando le ven... Si consigue sobrevivir al otoño y el invierno, la primavera siguiente vestirá de azul pizarra su dorso y sus alas; el pecho y el vientre de un blanco puro barreado, y sus ojos serán de color naranja. Entonces tendrá un territorio y formará una familia de por vida... Cuando cumpla los cinco años, sus ojos serán como dos gotas de sangre, y no habrá en el monte un proscrito como él...

lunes, 12 de mayo de 2014

LA CASA DE CAMPO. PRIMAVERA DE 2014.


La Casa de Campo es un encinar histórico de Madrid. Perteneció a la familia Vargas hasta el año 1559, que la compra Felipe II para añadirla a los Reales Montes de El Pardo. Entre 1750-1760, reinando Fernando VI, se tapian Los Montes de El Pardo, para evitar conflictos entre la corona y los pueblos cercanos, debido a los problemas que causaban los conejos, ciervos, gamos y jabalíes a los cultivos, y los lobos a los ganados.

En 1931 se cede la finca al Ayuntamiento de Madrid, para el uso y disfrute de los madrileños.  Durante la guerra civil y la posguerra, la finca sufre numerosas talas ilegales: barricadas y leñas principalmente.
En los años cincuenta se ponen en marcha proyectos de reforestación, con especies autóctonas y alóctonas.

En la actualidad nos encontramos con una finca de 1722 hectáreas, en la misma Puerta de San Vicente, a 30 minutos andando desde la Gran Vía; donde todos los días y especialmente los fines de semana y fiestas, miles de madrileños y turistas la visitan y transitan...

En este maravilloso pulmón verde natural de Madrid, podemos ver bosquetes de ribera muy interesantes, y manchas mediterráneas de encinas con grandes ejemplares centenarios, donde la fauna es sobresaliente en especies y algunas en número, encontrándose aquí rapaces y pájaros ya desaparecidos en otros espacios naturales.

A la caída de la tarde, cuando el sol se pone, si ponemos un poco de atención escucharemos el canto del mochuelo y del cárabo, y veremos pasar furtivamente algún zorro... Después, entrada ya la noche, nos queda Madrid, donde habita otra fauna muy interesante en sus locales de copas...




La espalda de una mujer refleja una zona de La Casa de Campo, desde donde se ve la ciudad de Madrid... Dos escenas femeninas que aguardan a otra... La noche...




Han pasado unos 138 años desde la construcción del estanque...
La mañana llega muy nublada, amenazando lluvia... El agua del estanque refleja el gris oscuro de las nubes. Los árboles muestran el verde limón de las hojas nuevas. Al fondo se ven los altos edificios de la Plaza de España y el Palacio Real...




La luz del nuevo día entra en la ribera del Arroyo Meaques... Los chopos, sauces y olmos ya se han cubierto de hojas nuevas... El canto de numerosos pájaros ponen la música de fondo.




En una zona aclarada, poblada de olmos, un grupo de grajillas busca insectos entre las hojas secas... Con su pico vuelven y remueven las hojas, donde se esconden los insectos. 




En El Pasaje de La Encina del Fraile, se localiza un corro de encinas centenarias de considerable tamaño y edad. Esta que vemos en la fotografía, tiene cuatro metros de perímetro en su tronco, y una edad próxima a los cuatrocientos años.




Dentro de la finca, el conejo de monte es abundante, observándose en muchos lugares a cualquier hora del día. En la fotografía vemos a un gazapo de unos quince días de vida.


lunes, 5 de mayo de 2014

EL VALLE DEL LOZOYA.


El Valle del Río Lozoya se localiza en La Sierra de Guadarrama, en la vertiente Sur de Madrid. Con altitudes máximas de 2428 en Peñalara, 2380 Cabezas de Hierro, 2209 El Nevero y 2129 en el Pico de Tres Provincias. Su mínima altitud se localiza en El Pontón de La Oliva, a 717 metros sobre el nivel del mar. Tiene una extensión de unas 91.000 hectáreas, repartidas en 35 municipios, con una población entorno a los 10.000 habitantes.

A lo largo del valle, desde su nacimiento en las altas cumbres, hasta su final en las calizas de la Dehesa de la Oliva, podemos caminar sin salirnos del bosque,  por pinares silvestres de alto valor ecológico y económico; abedulares mixtos, compuestos por avellanos, robles albares, acebos, serbales y mostajos, entre otros; robledales melojos, un sabinar, encinares, pinares resineros, fresnedas y bosques de galería de álamos temblones, chopos negro, blancos, sauces y alisos. Todo este panorama forestal esta drenado por multitud de arroyos, que aumentan las aguas del Río Lozoya, la principal arteria fluvial que da de beber a Madrid y su área metropolitana.

La fauna del valle es variada en especies de todo tipo y abundante. Aquí podemos ver buitres negros criando en los grandes pinos silvestres, a 1700 metros de altitud. Águilas reales y cabras monteses en las altas cumbres. Corzos y jabalíes en cualquier lugar del valle; búhos reales y chicos, cárabos, halcones abejeros, azores, ratoneros, águilas calzadas y culebreras, cigüeñas blancas y negras, nutrias y el escaso desmán de los pirineos, gatos monteses, turones, garduñas, tejones y zorros. Pájaros multicolores y simpáticos, como los carboneros, herrerillos, trepadores azules, agateadores, mitos, reyezuelos, arrendajos, etc, etc, etc. El lobo, aunque muy escaso (la N-I siempre le ha traído en jaque, y alguna bala perdida en alguna montería también) siempre ha estado por estas montañas.

El mundo rural y monumental de los pueblos del valle es interesante y notorio, pues todos tienen algo que mostrar e interesar. Desde casas legendarias, antiguas, restauradas, nuevas con formas tradicionales, iglesias con distintos estilos arquitectónicos, La Cartuja de Santa María de El Paular, la muralla de Buitrago de Lozoya... Una compleja y variada infraestructura de presas, para regular y canalizar el flujo del agua que demanda Madrid.

Hoy, la ganadería vacuna y apícola, y la explotación maderera de los pinares, son las explotaciones económicas rurales más importantes en el valle, a parte de la gestión del agua.




Desde los altos pinares silvestres, hasta el final del valle en la calizas del Pontón de La Oliva, se localizan una serie de puentes romanos, medievales, con los dos estilos y modernos, por los que pasan caminos históricos, carreteras y el ferrocarril.
El Puente del Canto, sobre el Arroyo de Canencia, un día claro y soleado de invierno.




Las miles de vacas y ovejas que han pastado en el Valle del Lozoya en los últimos ocho siglos, han modelado su paisaje y la forma de ver estos montes, salpicado de prados...
La ganadería vacuna de razas autóctonas, sigue siendo uno de los motores económicos del valle. Aquí todavía se mantienen importantes rebaños de vacas avileñas, como la que vemos en la fotografía.




La primavera también llega al alto valle, cubierto por una mancha muy importante de pinos silvestres autóctonos.
A lo largo del valle, podemos ver casi todos los ecosistemas forestales de Madrid. Con manchas muy importantes, en cuanto extensión, variedad de especies forestales y árboles de considerable edad y tamaño.




El águila real siempre fue una especie común en todo el valle. No había cortado rocoso o farallón que no tuviese su pareja.
En la fotografía vemos un caso excepcional en los últimos años. Un nido ocupado por dos pollos, protegidos por la madre. Afortunadamente volaron los dos pollos.




El embalse de El Atazar es el más importante y grande de Madrid. Embalsa más agua que todos los embalse juntos, y proporciona más del cincuenta por ciento del agua que se consume en la Comunidad...
Antes de abandonar el valle, el Río Lozoya tiene que pasar por la presa de La Parra, la presa de Navarejos, y la presa del Pontón de La Oliva.




En las calizas de Pinilla del Valle, próximas al embalse, se localizan una serie de asentamientos que estuvieron habitados por el Hombre de Neandertal, hace unos ochenta mil años. El equipo actual que dirige el proyecto de excavación e investigación, lo forman Juan Luís Arsuaga, paleoantropólogo, Director del Centro de Investigación UCM-ISCIII sobre Evolución y Comportamiento Humano, Co-director del Proyecto de Investigación de Atapuerca; Alfredo Pérez-González, geólogo, Vicedirector del CENIEH en Burgos; Enrique Baquedano, arqueólogo, Director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, Co-director del Proyecto de Investigación en Olduvai, Tanzania.
Desde el año 1979 se está excavando regularmente en esta zona. En los últimos trece años, ya con un proyecto comprometido, durante la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre, se realiza la excavación, que se ha ido ampliando conforme se van encontrado nuevos restos...
Las excavaciones e investigaciones de los restos son muy meticulosas y lentas, pues toda la información encontrada hay que verificarla y contrastarla. El tiempo (siempre el tiempo) nos dirá con la ayuda de este importante equipo y todos sus colaboradores, quien estuvo aquí en los últimos cien mil años, como fue su vida y con qué otras especies de la fauna y flora vivieron...




Históricamente, el Valle del Lozoya ha sido muy famoso por la abundancia de caza mayor, especialmente por sus osos y jabalíes. La caza,  la ganadería y la utilización de sus montes en plan industrial para leñas y carbones, extinguieron a los osos y ciervos.
En la actualidad, el gran ungulado salvaje que campa por sus montes es el jabalí, siendo abundante en algunas zonas. El corzo se ha recuperado notablemente en los últimos veinte años. La cabra montés ha vuelto a colonizar el valle en dos puntos, como consecuencia de las repoblaciones realizadas en los años noventa.




La Puerta del Arrabal, es la entrada o salida norte de la muralla, que custodia al casco histórico de Buitrago de Lozoya.
En esta zona habitaron celtas, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Cuántas civilizaciones y misterios esconde el suelo de pueblo...




El otoño se hace manifiesto en la ribera baja del valle. La bruma del río "empaña" los verdes y ocres de las hojas de los alisos, chopos y sauces. Cerca, el Río Lozoya se juntará con las aguas del Jarama.




Los grandes cortados de caliza del Pontón de La Oliva, son la escuela y zona de entrenamiento y recreo, de muchos alpinistas madrileños y de otros puntos del país. Aquí vienen diariamente, y sobretodo los fines de semana, numerosos aficionados y profesionales para practicar su afición...
En la fotografía vemos a un alpinista, subiendo por un cortado de unos 20 metros de altura.


NOTA: Ver también el artículo del día 18 de noviembre de 2013. Tráiler. Cuaderno Fotográfico del Valle del Lozoya.


lunes, 28 de abril de 2014

EL PATRIMONIO RURAL DESAPARECE DE LOS PUEBLOS DE LA MONTAÑA.


La arquitectura tradicional y funcional de los pueblos de la montaña de Madrid casi ha desaparecido. En la actualidad sólo quedan edificios casi hundidos y elementos muy deteriorados. En el mejor de los casos, se han recuperado y restaurado ciertas estructuras, como potros de herrar, fuentes, hornos... O casas reconstruidas, que recuerdan poco a la original, pues sus partes externas, puertas, ventanas y demás elementos, son modernos.
Todavía es posible salvar parte de este patrimonio histórico, con el que se puede convivir. Sólo hace falta un poco de voluntad por parte de los propietarios y de las administraciones competentes, de lo contrario, estamos delante de una forma de vida tan amenazada, como cualquier especie en peligro de extinción.




En la pared de piedra vemos una ventana hecha con gruesas vigas de roble. La reja, está muy bien construida, para proteger el interior de la vivienda. En una viga hay clavadas dos jícaras de porcelana blanca. Nos dicen que a esta casa llegó la luz muy pronto... Lo que ya no nos dice la ventana, con sus puertas abiertas y rotas, cuando se quedó la casa deshabitada...




La mitad de la casa ya se ha venido abajo. La otra, aguanta a duras penas la llegada del invierno, con la húmeda lluvia y el peso de la nieve...
La naturaleza auténtica, de zarzas, hierbas y algún fresno, están haciendo lo natural. Recuperan el espacio perdido hace siglos... Pues aquí, lo auténtico que había, ya se ha perdido para siempre.




Dentro de la casa, a punto ya de caerse, el panorama es desolador... Todavía podemos ver ciertos elementos arquitectónicos muy bien construidos, que tuvieron su utilidad hace sólo cincuenta años... Cuando la casa se hunda, se llevará consigo muchos secretos y formas de la arquitectura tradicional.
La fotografía de este horno tradicional existirá para siempre, y dejará constancia de como eran...




La fauna silvestre aprovecha por el momento las casas deshabitadas, pero cuando estas se venga abajo, ellos también se marcharán. Son el último eslabón de vida que van acompañar a este mundo rural.
Sobre la puerta abierta del armario, descansa una golondrina. Cerca, en un rincón próximo al techo, tiene el nido...




Aquella industria próspera, que no dejó ni un día del año de producir harinas para hacer pan o piensos para el ganado, también cerró la puerta a la tradición, al buen hacer y a una forma de vida que hace tiempo desapareció en la zona. El molinero, es otra "especie" que se ha extinguido para siempre en estos contornos.
Lo que queda, ya lo veis, poca cosa... Un molino en ruinas a punto de hundirse. Los restos de una máquina industrial hecha de madera, pintada de azul, que producía harinas y piensos... Esta fotografía del interior, es todo lo que se ha salvado por el momento... Lo demás, el tiempo y la desidia lo han borrado para siempre.



miércoles, 23 de abril de 2014

22 DE ABRIL. POR UNA SIERRA BAJA MEDITERRÁNEA.



El día de ayer fue fresco y lluvioso en la zona. Hoy ha amanecido con algunas nubes y con una temperatura media templada; propia de la primavera mediterránea del centro de la Península. El pasto estaba cubierto por el rocío...
Las encinas se encuentran en flor, y los árboles caducifólios como los fresnos, quejigos y arces de montpellier, ya se han cubierto de hojas...
La primavera se ha extendido por todo el ambiente de la sierra... Rara será la especie vegetal o animal, que no esté iniciando un ciclo nuevo en su vida.



En una repisa de la peña, próximo al arroyo, la pareja de búhos reales está sacando adelante tres pollos. Un pollo más que el año pasado.
El clima favorable y la recuperación del conejo, han hecho posible que este año la pareja saque adelante tres hermosos pollos.
Dentro de dos años, o tres, si no han muerto en algún tendido eléctrico, o de un tiro de un cazador sin escrúpulos, ocuparán un territorio vacío en la comarca y formarán una nueva pareja.
Esta especie emblemática e importante en los montes y sierras bajas, tiene muchos altibajos en su población. En ciertas zonas, por variadas circunstancias, no termina de recuperar sus poblaciones y territorios que perdió hace treinta años.
A estos tres guerreros de la noche, les quedan unos quince días para irse del nido. Llegado el tiempo, una tarde se marchará uno, y así sucesivamente se irán marchando el resto de los hermanos...
En esos días volveré por la zona para "robarles" unas fotografías... Y dejar constancia que el búho real sigue viviendo en esta peña. Ya os contaré...

NOTA: Esta historia es la continuación de la iniciada en el artículo del día 20 de enero.
http://laluzdelmonte.blogspot.com/2014/01/19-de-enero-por-una-sierra-baja.html




lunes, 21 de abril de 2014

LOS ECOSISTEMAS DE UN RÍO.


La vida del río pasa a lo largo de una serie de mundos que conocemos como ecosistemas, donde la flora y fauna es muy variada a lo largo del día y de las estaciones...
Vamos a ver un río de Madrid, desde sus nacimiento en la alta montaña, en un clima frío y extremo, como pasa por todos los ecosistemas naturales que existen en Europa, sin movernos de Madrid...



En las altas montañas del Sistema Central nace nuestro río, a más de 2000 metros de altura... En primavera, con el deshielo, se deja ver.



El primer ecosistema por el que pasa, es el pinar mixto de alta montaña, compuestos principalmente por abedules y pinos silvestres.
Este tipo de bosque se extiende por el Norte de Europa.



En la montaña media, donde donde el microclima es fresco y húmedo, las grandes hayas forman pequeñas masas puras o mezcladas con otras especies, como robles albares y acebos...
Ahora el río pasa por un bosque templado y húmedo, característico del centro de Europa.



En el fondo del valle, hasta donde baja el robledal de melojo, encontramos bosquetes de álamos temblones y sauces de montaña...
Seguimos por un tipo de bosque centroeuropeo, próximo al sur.



Ahora nuestro río atraviesa un monte mediterráneo mixto de encinas, alcornoques, quejigos y enebros principalmente. En la vega vemos sauces, alisos y chopos...
Este es el clásico bosque del sur de Europa, de la cuenca del mediterráneo.



En la campiña, ya próximo a la unión con otros ríos, discurre por bosques de ribera bien constituidos, formados por chopos negros y blancos, alisos, olmos, fresnos, grandes sauces y un gran número de arbustos y herbáceas.
Este es el bosque típico de galería que podemos encontrar en todos los ríos de la campiña de Europa. Está condicionado principalmente por el aporte de agua que lleve el río.

Si volvéis a ver las fotografías, veréis que el río ha pasado por varios ecosistemas a lo largo de las cuatro estaciones del año...

lunes, 14 de abril de 2014

LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR.


En tiempos de Alfonso X eran conocidos los montes que cubren el valle alto del Río Lozoya. Montes selváticos, donde la caza mayor era abundante y muy apreciada por los monarcas castellanos, en especial el oso y el jabalí.
En tiempos de Juan I de Castilla, dan comienzo las obras de la cartuja y demás instalaciones adscritas...
El lugar escogido es una zona llana muy húmeda, cubierta por fresnos y robles, que generalmente se inunda someramente en primavera; cerca de la ermita de Santa María. A estas zonas se las conoce en Cataluña como pulares.
Los monjes de La Cartuja de Scala Dei, del Priorato Catalan, dirigen la construcción de la cartuja y posteriormente la habitan...
La Cartuja de Santa María de El Paular y sus monjes, tuvieron una influencia política y económica muy importante y decisiva para el valle alto del Lozoya. Supieron rentabilizar los recursos naturales y prosperar, sin acabar con ellos. De esta cartuja salían anualmente muchas arrobas de papel de gran calidad, troncos de pino para la construcción y ganado para los abastos de carne... La primera impresión de El Quijote, se hace con papel de este molino.
Las desamortizaciones ocurridas en el siglo XIX, con las ventas de los pinares, instalaciones y terrenos, dejan al monasterio y a los monjes sin protección económica ni futuro... Consecuentemente, el monasterio es abandonado...
En 1948, el monasterio es entregado en usufructo a La Orden Benedictina.
Las obras de restauración de los principales edificios, duraran hasta finales del siglo XX... Encontrándose en la actualidad en buen estado de restauración y conservación.
Los monjes que actualmente dirigen el monasterio y le dan vida, proceden de La Abadía de Valvanera, en La Rioja. Pertenecen a la Orden de San Benito.




Junto al Río Lozoya, en una zona donde se unen tres ecosistemas: la fresneda, el robledal atlántico y el pinar silvestre boreal, se encuentra enclavada la cartuja. En un ambiente natural, donde la economía de los habitantes de la zona es próspera. Han sabido utilizar y rentabilizar los recursos económicos naturales, sin acabar con ellos.
En la imagen vemos, que es posible convivir con la naturaleza, rentabilizarla y engrandecerla con monumentos arquitectónicos históricos, que no causan impactos negativos en el paisaje y contribuyen a engrandecerle históricamente, culturalmente y ecológicamente.




La luz limpia de la mañana de primavera nos deja ver todo este espectáculo... El cielo nublado, cubierto por grandes nubes que entran por el Norte y cubren las altas montañas, presagiando la lluvia... El denso pinar, casi tapado por las nubes... Los extensos robledales cubiertos ya de hojas nuevas... La iglesia del monasterio con su alta torre, rodeada por un extenso jardín de grandes árboles... Todo un regalo natural, rural y monumental... Que no debes perderte.




A lo largo de la vida de La Cartuja han surgido una serie de hechos y misterios... En uno de los pasillos del monasterio, se localizan una serie de mosaicos muy antiguos, hechos con huesos de ¿animales, humanos? no se sabe muy bien... Lo cierto, es que llaman la atención cuando te fijas en ellos, por lo bien colocados que están... Y pasan desapercibidos para el visitante, pues muy poca gente se da cuenta que estas figuras están hechas con huesos.




Una de las grandes labores que hacen los monjes, es la de mostrar y comentar que es y como es el monasterio, a lo largo de la visita guiada... Aquí el visitante puede enterarse de ciertos aspectos, o preguntar al amable monje por algún motivo o aspecto que le interese.




Fuera y dentro de La Cartuja, todo es interesante... Todo llama la atención... En esta zona, dentro del claustro principal, se localiza la obra pictórica de Vicente Carducho, realizada entre 1626 y 1632, compuesta por 54 telas. Estuvo en el monasterio hasta 1834... En 2011 vuelven a su lugar de origen.