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domingo, 26 de julio de 2020

AQUEL VERANO DEL 2020



El mundo natural, el real, el auténtico, sigue su ritmo, no se detiene... Por estas fechas, cuando el verano llega, los pollos del azor se están marchando del nido. Todavía pasarán unos cuarenta días en el territorio de los padres, antes de lanzarse a la aventura por los montes ibéricos...




El día 28 de junio, se cumple un año del incendio que abrasó unas 4000 hectáreas de montes, en los términos municipales de Almorox, Cadalso de los Vidrios, Cenicientos y Las Rozas de Puerto Real. Un año después, la situación ambiental en la zona... es la que muestra la fotografía. Que cada cual la juzgue. 




Las lluvias de la primavera pasada, escasas, corrieron durante pocos días por los arroyos de la sierra. Apenas drenaron las fuentes y los manantiales, secos y resecos por la sequía estival.

Los montes y las dehesas se enfrentan a un verano muy seco y extremadamente cálido, en el que no llegan las necesarias lluvias de las tormentas, que contrarrestan los calores y mantienen con vida los montes ibéricos y sus habitantes.

Los ganaderos lo tienen que estar pasando muy mal, pues en las dehesas no hay agua y apenas hay comida. Doble trabajo y costes todos los días, para mantener la ganadería.

El clima, el agua, son dos bienes naturales, esenciales, para que la vida fluya... Si manipulan el clima, si le altera, se rompe la cadena de la vida




En el valle alto del Río Lozoya se localizan manchas de roble donde todavía sobrevive el mayor escarabajo de Europa, el ciervo volante (Lucanus cervus) Esta especie protegida, cada año más escasa, ya ha desaparecido de muchos montes atlánticos del territorio nacional.

Aquella mañana de mediados de julio del presente, no conseguí ver ni un sólo ejemplar por todas las zonas que visité. Apenas vi algún saltamontes y algunas mariposas. Estuve buscando mantis religiosas, pero, esta especie está corriendo el mismo camino que el ciervo volante. Este ejemplar, macho, se fotografió sobre el tronco de un roble en julio de 2013.

En los viejos robles, hace treinta años, habitaban colmenas salvajes de abejas. Hoy, han desaparecido prácticamente de los montes ibéricos.

En los últimos 30 años, la intervención premeditada del clima ha influido negativamente sobre la vida de los insectos. Uno de los eslabones más importantes de la vida del planeta. Los encargados de polinizar la flora y los cultivos; de alimentar a una parte muy considerable del siguiente eslabón de la cadena de la vida.




La semana que hemos pasado, la del 27 al 31 de julio, ha sido extrema en cuanto a las temperaturas. Todos los días, en horas puntas, el termómetro ha marcado los 55ºC al sol, en el monte y en el cinturón metropolitano de Madrid. No ha marcado más, porque ese era el tope del termómetro que he utilizado. A la sombra, el aire caliente era como una manta de lana, y las noches, han sido una pesadilla.

En estos 15 días, de los tres manantiales que aguantaban en el monte, sólo sobrevive uno muy mermado. Con él va la vida de su fauna, que aguanta a duras penas los rigores de otro verano impuesto. De otro verano manipulado por la geoingeniería, que está destruyendo el clima y la vida de La Península Ibérica. Incendios, especies de nuestra fauna que año tras año se hacen más escasas, enfermedades cardiorrespiratorias...

En horas puntas, cuando el calor se hace insoportable, el mirlo común se acerca al manantial para saciar la sed y bañarse. Gracias a los recursos naturales puntuales, la vida puede seguir durante un tiempo...


Los grandes robles centenarios han desparecido de la mayoría de las manchas ibéricas. Hoy podemos encontrarlos en las dehesas históricas; montes protegidos de difícil acceso; medio ocultos por los tallares de montes que se han sobreexplotado hasta hace apenas treinta años; o dispersos entre los retales forestales que medio cubren el territorio nacional. Este que vemos en la fotografía, melojo, con una edad entorno a los cuatrocientos años, se localiza en el valle alto del Río Lozoya, en La Sierra de Guadarrama. Julio de 2020.




El verano sigue... El ambiente que se respira en pueblos y ciudades es triste, es incierto... En los montes de España la vida continúa, a pesar de los incendios forestales, las sequías y un clima modificado, que no permite que se formen tormentas, que rieguen nuestros resecos montes.

Los que llegaron al mundo en primavera, ya saben lo que cuesta vida. El pequeño corzo, con tres meses, sigue a su madre por el claroscuro del monte, en busca de pastos, un lugar tranquilo y fresco donde descansar y una fuente donde calmar la sed... Para él, el mundo y la vida se fundamenta en la calidad ambiental y la tranquilidad del monte donde habita, la abundancia de alimento y sus enemigos naturales.





Mediado el mes de agosto, en la mayoría de las localidades del norte y centro de La Península Ibérica, empiezan a parecer unos pájaros de discretos colores y notorio canto, que se hacen notar.

Son los papamoscas cerrojillos, conocidos en muchas localidades de España por otro nombre. Un pájaro de verano, como el papamoscas gris y el colirrojo real, que están cruzando La Península Ibérica por millones en sus viajes migratorios, hacia África tropical. Durante esta emigración por nuestra Península (de principios de agosto a finales de octubre) estos millones de pajarillos van a consumir tal cantidad de insectos, equivalentes tres o cuatro veces al peso de su cuerpo (13 gramos). El mejor insecticida del mundo, que no cuesta nada, y alegra con su conducta los lugares por donde pasan.




El sol de la maña se cuela por el laberinto del monte... Formado por encinas, enebros, brezos y romeros... El ambiente natural del ciervo.

Dentro de un mes, con el comienzo del otoño, cuando haya tirado el correaje que cubre sus cuernas, el temperamento y el celo le van hacer salir del monte a los claros, en busca de las ciervas y sus competidores...





La situación actual por la que pasa la tórtola común (Streptopelia turtur) es muy crítica. Este año apenas se han visto por los montes de Madrid. En los últimos 10 años, ha desparecido de muchas zonas geográficas de la Península Ibérica como nidificante. En las sierras bajas, donde era común, se ha enrarecido.

En cuestión de treinta años, las matanzas que se han hecho en nombre del deporte de la caza, en España y en Marruecos, durante el paso y la media veda, cuando muchas parejas todavía están criando; y la intervención del clima, a través de la geoingeniería, que impide que haga las tres nidadas, ha puesto a la tórtola común en la vía de la extinción.





Este verano, como el anterior y los últimos cuarenta, se han producido en España innumerables incendios forestales. Algunos, sobre los restos forestales de los incendios que se propagaron intencionadamente hace años.

A través esta desgracia, que está arruinando el patrimonio natural y económico del país, se ha creado un gran negocio que consume parte de los presupuestos del Estado. Si hay humo, tiene que haber fuego, o no hay presupuestos para apagar ese humo. Más aviones, más helicópteros, más camiones, más máquinas para hacer cortafuegos, más departamentos, más asesores técnicos, más retenes eventuales... Pero los incendios forestales no paran de crecer y propagarse por las cuatro esquinas de La Península Ibérica.

Ver el artículo, Los Incendios Forestales. Un Problema Ambiental, Social y Económico que está Arruinando a España. https://youtu.be/C25X4-8GBZE


En el claroscuro del arroyo, el joven colirrojo real hace un pequeño descanso sobre el tronco de un sauce.

Hoy es el último día del verano. Con él se van millones de pequeños pájaros insectívoros hasta sus zonas de invernada en África, donde pasarán el otoño y el invierno. Cuando vuelva a lucir la primavera, los volveremos a ver.

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