lunes, 30 de marzo de 2015

EL AZOR.





El azor es una rapaz forestal que sólo habita en los montes bien conservados, donde la fauna es variada en especies y no es escasa.


lunes, 23 de marzo de 2015

LAS VACAS BRAVAS.

Hoy vamos a dar un paseo por el centro de esa piel de toro que conforma La Península Ibérica. Vamos a ver ese mundo natural donde viven las vacas bravas de varias ganaderías.



Uno de los rasgos morfológicos más característicos de las vacas bravas es su cornamenta. Tienen los cuernos grandes, con los pitones muy finos, para protegerse y proteger a las crías de los lobos, los zorros y los osos, cuando los hubo.




La primavera se va despertando con los continuos cantos de las diferentes especies que habitan en las dehesas. El macho de pinzón común ya lleva días marcando un territorio en la fresneda que acompaña al arroyo. Su compañera y él están construyendo el nido, donde sacarán la primera nidada de la temporada. Después vendrá otra.




La vaca de pelo cárdeno y astifina cornamenta, de casta vistahermosa, estirpe santa coloma-buendía, observa lo que hacen otras vacas. El becerro, de unos ocho meses de edad, nos observa detenidamente.




La mañana de primavera llega con nubes y sol. La dehesa, cubierta de encinas, enebros y el verde pasto, está repleta de vida. Es un ecosistema ideal para todos sus habitantes.




Desde el cielo nos observa un águila imperial Ibérica de tres años. Un ejemplar joven que está de paso por la zona donde nació.




En otra finca cercana se crían vacas de casta vistahermosa, estirpe parladé-gamero-cívico. Vacas de grandes hechuras, con espectaculares cornamentas. Junto a una de ellas vemos a su becerro de pelo colorado, nacido hace unos días.




En estas zonas son comunes los pájaros de los espacios abiertos, como las cogujadas, las totovías y las tarabillas. En la fotografía vemos una cogujada montesina sobre una mata de encina.




Las vacas bravas se crían libres en los montes y las dehesas como una especie más. Sólo están controladas por el ganadero en ciertos aspectos, como es la alimentación, el saneamiento y la mudanza de los pastos, entre otros.




Colgado en un chaparro, "descansa" el cráneo de una novilla. Esta, por alguna circunstancia, se quedó en el camino.

La edad media de una vaca brava aprobada con nota alta, es de unos 14 años. Unas, por circunstancias, apenas pasan de los dos años, otras con mejores circunstancias, mueren de viejas en la dehesa con 19 años.





Al pasar por una vaguada, cerca de un arroyo, vemos a tres jabalinas con las crías nacidas al final del invierno. Nos observan desconfiadas, al desconocer nuestras intenciones. Sin prisa pero sin pausa, se van hacia otros parajes del monte.




Un grupo de vacas de pelos encendidos, se reúne en un claro soleado de la dehesa, para tomar el sol y pacer el verde pasto. Muchas de ellas van en compañía de los becerros que han parido hace unos días.




El invierno no ha sido muy generoso en lluvias, ni siquiera regular. Los fresnos y arces menores que acompañan al arroyo, se van cubriendo de hojas...




Desde la rama muerta de un enebro, el cuco emite su peculiar canto. Nos cuenta que la primavera ya ha llegado. Que es el dueño de esa zona de la dehesa, donde habitan una serie de pequeños pájaros, que van a criar a su futura descendencia.




En un prado observamos a vacas de varias edades de estirpe Santa Coloma. Junto a ellas se encuentran los pequeños becerros nacidos en el día o hace una semana.

Las vacas bravas se adaptan muy bien al ecosistema donde habitan. Saben aprovechar todos los recursos naturales que les proporcionan las estaciones, pues su cuerpo y su metabolismo ha evolucionado para ello.





Las zonas de suelos fértiles, húmedos y soleadas, son el hábitat de pequeñas orquídeas de diferentes especies, como la orquídea flor de araña (Ophrys gr. Sphegodes) y la abejera amarilla (Ophrys lutea).




En los majadales y los prados, a lo largo del día vemos a las cigüeñas blancas capturando insectos, pequeños anfibios y roedores.




Cada mañana, más o menos a la misma hora, los vaqueros proporcionan pienso y paja a las vacas. Observan si están todos los ejemplares. En que condiciones; el número de becerros que han nacido... Todos los días pasa algo, y hay que verlo.




Un ratonero macho maúlla por el cielo de la dehesa. En estos días él y su pareja están reconstruyendo o construyendo un nido nuevo.




Bajo las copas de las encinas, la novilla de tres años de estirpe murube-contreras, cuida y protege al becerro nacido hace unos días.

Cada casta y estirpe tienen una constitución morfológica característica, por lo tanto son diferentes. También tienen un comportamiento y un temperamento distinto donde habitan.





El mantenimiento de la ganadería brava en muchas zonas geográficas de La Península Ibérica, han configurado un paisaje forestal típico muy considerable, donde habitan multitud de especies de la fauna y la flora.




A media mañana, en un manantial donde abrevan las vacas, observamos a un gazapo bebiendo. Después se pierde entre el monte, bajo las encinas y jaras.




Un grupo de vacas de casta vistahermosa, estirpe murube-contreras, se reúne en un claro del monte con sus becerros, para calentarse con los últimos rayos del sol del día. Pronto caerá la noche y bajarán las temperaturas.

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lunes, 16 de marzo de 2015

LA DEHESA DE LA VILLA.

La Dehesa de La Villa forma parte de una serie de espacios naturales históricos de la ciudad de Madrid. Ha soportado sus cambios históricos, perdiendo el 90% de la superficie, en favor del crecimiento de la ciudad.

Vamos a dar un paseo para a ver como es y en que estado se encuentra...



Las palomas torcaces no faltan en la dehesa durante todo el año. En primavera y en verano crían bastantes parejas en los árboles. En otoño y en invierno pasan grandes bandos, procedentes del norte y del Monte de El Pardo.




Saliendo por una de las calles de la ciudad, nos encontramos con este interesante pulmón verde.




Encontrarse cada mañana con un espacio forestal de estas características, en una ciudad con cerca de cuatro millones de habitantes, es un privilegio... Que hay que mantener y mejorar.

"Yo viví con mi familia en la calle Campo Real, de 1960 a 1970. Recuerdo ver las ovejas pastando en La Dehesa y en los alrededores... Con mi padre, iba algunos domingos a comprar verduras y hortalizas a las granjas y huertas que había junto a La Dehesa."

                                           Pepe Monedero.
                            Naturalista, ornitólogo y vecino de La Dehesa.




Un petirrojo anda por el suelo buscando pequeños insectos. Posiblemente es un individuo que está invernando. Uno de esos millones de pajarillos que pasan el invierno en los parques y jardines de los pueblos y ciudades de España.




Entre 1614 y 1616 se construyeron en la dehesa varias minas o viajes de agua, que llevaban el agua potable hasta el palacio real.

Dejaron de abastecer cuando entró en funcionamiento El Canal de Isabel II. En la fotografía vemos un mojón, que localiza uno de los viajes de agua.




A finales del siglo XIX, las hectáreas que quedan de la antigua dehesa, se encuentran prácticamente deforestadas. Han soportado el sobrepastoreo, guerras, el hambre y el frío de los habitantes de Madrid. Por esas fechas se inicia un plan forestal para recuperar el espacio verde, plantando toda la zona con pinos piñoneros y carrascos.

En la actualidad, la mayor parte está cubierta por grandes ejemplares de respetables portes. En la imagen vemos en primer plano, un interesante ejemplar de pino carrasco.




Aunque no es nada fácil verlas, debido a la gran afluencia de personas que pasan por el área con perros, a ciertas horas del día es posible ver alguna ardilla buscando piñones en el suelo.




Una de las labores interesantes que se está realizando desde hace años, es la reintroducción de la ardilla roja. En ciertos pinos se han colocado cajas de madera y comederos. En la fotografía vemos un cartel explicativo, cerca del área de reintroducción.




En los últimos treinta años, los vecinos de la zona vienen realizando siembras con bellotas y plantones de encinas, alcornoques y otras especies mediterráneas. Con el paso del tiempo estas especies van recolonizando la zona y se van haciendo notorias.




En las zonas ajardinadas, donde se riega regularmente para que el césped permanezca, el mirlo común encuentra su hábitat ideal. Aquí no le faltan lombrices y gusanos durante todo el año.




En este pulmón verde se compagina el esparcimiento y el ocio, con la educación ambiental, el mantenimiento y la recuperación forestal.




El compromiso que tienen los ciudadanos que viven cerca de la dehesa, es público y notorio. Muchos plantones de encina y otras especies que se ven por la zona, los han sembrado ellos.




Una pareja de pitos reales busca hormigas en una pradera...




El pito real es un buen bioindicador de la situación forestal de una zona. Para que este pájaro carpintero la habite, tiene que haber árboles maduros de diferentes especies, y abundantes hormigueros para alimentarse.




A lo largo del día, durante todos los días del año, pasan por la dehesa cientos de ciudadanos. Unos se recrean en el ambiente y le respetan, otros, molestando o dejando los excrementos del perro. De todo hay...




Los pequeños pájaros del bosque, de vivos colores, como los carboneros y herrerillos comunes,  carboneros garrapinos, mitos, jilgueros, picogordos, pinzones, verderones, gorriones molineros... Son comunes durante todo el año.




La dehesa fue cedida a Madrid en 1152 por el Rey Alfonso VII, con una superficie de unas 1000 hectáreas, cubierta de monte mediterráneo. 

En la actualidad sólo quedan 70 hectáreas, muy transformadas, pero con una cobertura vegetal considerable y variada, que puede ser la base para la recuperación de las especies originales, compuestas por encinas, alcornoques, quejigos, madroños, grandes pinos... En la imagen un ejemplar joven de alcornoque.




En un charco observamos a un picogordo bebiendo. Este pájaro se está haciendo más notorio en las zonas verdes de la ciudad de Madrid en los últimos quince años.

En estos espacios verdes hace menos frío en invierno; se riega todos los días; el microclima es más fresco y agradable en verano. No falta el alimento y puede hacer hasta dos crías, en primavera y al comienzo del verano.




La Dehesa de La Villa, conocida históricamente en los tratados de montería como la Dehesa de Amaniel, formaba parte de una mancha mediterránea extensa, localizada entre la Casa de Campo y el Monte de El Pardo.




la voz de un águila nos hace mirar al cielo. A cierta altura observamos la silueta de un individuo de tres años de águila imperial ibérica. Se deja llevar por una corriente ascendente, dando grandes círculos, mientras lanza su voz, chok-chok-chok...chok-chok-chok...chok-chok-chok...

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lunes, 9 de marzo de 2015

UNA VISITA AL SABINAR DEL VALLE DEL LOZOYA...

En el valle del Río Lozoya se localiza una mancha considerable de sabinas albares, acompañadas por sabinas negrales, enebros de la miera, encinas y robles melojos... El monte está localizado en la ladera de una montaña, donde el sol calienta desde que sale hasta que se pone.

Hoy vamos a dar un paseo por esta zona, vamos a ver como es esta mancha forestal y como es el porte de sus árboles.



A media ladera, la nieve se va haciendo más habitual y espesa. Ahora podemos ver las huellas de los corzos, jabalíes, la garduña, el zorro, algunas aves...




En el cielo vemos a tres buitres negros. Buscan un animal muerto. Son los guardianes sanitarios del monte.




Según la orientación de la ladera y la gestión que ha tenido el monte a lo largo de los últimos ocho siglos, el sabinar es más puro o es más variado en especies.




Un habitante típico de estos montes, es el escribano montesino. Un pájaro del tamaño de un gorrión, de elegantes colores y sonoro canto.




Las sabinas y los enebros habitan generalmente donde se da un clima continental extremo y austero. De veranos calurosos e inviernos muy fríos y secos, sin apenas precipitaciones. Son los bosques más antiguos de La Península Ibérica.




El gavilán, habitante de las masa forestales densas, especialista en la captura de aves medianas, menudas y roedores, transita por estos parajes durante todo el año.




Por el monte se localizan importantes ejemplares de sabina albar, con troncos respetables de cuatro metros de perímetro en su base.




A lo largo del otoño van llegando zorzales charlos, comunes, alirrojos y reales, procedentes del norte. Van a pasar aquí el otoño y el invierno, aprovechando los recursos que les proporciona el monte. Refugio ante las inclemencias meteorológicas adversas y abundante alimento, en forma de bayas de enebro, de sabinas y abundantes lombrices.




La mañana viene fría. Junto a un enebro de la miera (Junniperus oxicedrus) nos detenemos un instante... para ver la panorámica del monte.




Debajo de una encina grande, entre unas matas, vemos el cráneo de un jabalí. Por su estado y lo limpio que le han dejado los buitres, parece que lleva aquí desde el invierno pasado.




En las zonas donde da menos el sol, las rocas están cubiertas por grandes costras de hielo de diferentes formas.




Los pequeños pájaros del bosque van en pequeños o grandes bandos, registrando la vegetación y el suelo. Cada especie está especializada en un nicho ecológico. Busca su alimento donde le corresponde por evolución. El herrerillo capuchino va registrando las ramas medias de los árboles y los grandes arbustos. En esta ocasión le vemos en las inmediaciones de una fuente.




La dehesa ha tenido una gestión racional a lo largo de la historia. De aquí han salido muchos troncos para la fabricación de vigas de calidad, en ella ha pastado el ganado desde tiempo inmemorial.




En varias zonas se localizan fuentes y manantiales, que los ganaderos se encargan de mantener a lo largo del año. Esta que vemos, tiene una pila de granito.




En los últimos treinta años, el rabilargo ha terminado de expandirse por las zonas más cálidas del valle. En el sabinar se localiza una colonia.




El día parece que se ha estabilizado, pues ya no hace aire. En el sabinar la fauna no suele ser abundante en número y en especies, pues estos árboles de recias y duras maderas, apenas tiene huecos. Por otra parte, los pájaros carpinteros no suelen utilizarlos para construir sus nidos. 




Sobre la nieve, en una vereda vemos las huellas de varios mamíferos que habitan en el monte. Entre ellas, observamos las huellas que ha dejado un zorro.




Sobre la copa de una sabina vemos a un buitre leonado descansando. Toma el agradable sol de la mañana.




En las zonas donde más pega el sol, la nieve se va retirando. Aquí hay más vida, pues el ambiente es más templado y la fauna puede encontrar alimento en el suelo.




En una zona llana, donde calienta el agradable sol de la mañana, observamos a un grupo de vacas alimentándose con la hierba que les proporciona el ganadero.




Las sabinas albares son árboles de crecimiento muy lento, que llegan a cumplir edades superiores a los mil años. Son junto con los tejos y los olivos, los árboles más viejos del continente Europeo.




Durante el otoño y el invierno se produce la fructificación de los enebros y las sabinas. En estas épocas del año pasan e invernan en el monte muchos zorzales y mirlos comunes. En la imagen vemos a un mirlo del año merodeando por un manantial.




Después de un largo día, caminando por un bosque antiguo que llegó a cubrir grandes áreas del centro de España, nos marchamos entre sus árboles...

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