Estamos a primeros de noviembre. El otoño no ha traído las lluvias regulares esperadas y ya ha helado algo. Todas estas circunstancias se manifiestan en los árboles caducifolios que habitan entre los grandes pinos silvestres.
Hoy vamos a dar un paseo por una zona. Veremos como va el otoño en este bosque boreal del Sistema Central.
El día llega nuboso, con una niebla que se difumina entre los grandes pinos, los robles y los abedules.
Un grupo variado de pequeños pájaros del bosque pasa cerca. Van registrando todo, desde el suelo hasta las ramas altas de los árboles. Ni pequeños frutos, semillas o insectos, se les escapan. El herrerillo capuchino se detiene unos instantes en el arroyo para beber.
En esta zona del valle el río viene muy encajado. Su aguas cristalinas se abre paso entre grandes rocas, donde los grandes árboles boreales y caducifolios forman el hábitat.
La lavandera cascadeña es un bioindicador de los cursos fluviales de aguas limpias poco alterados. Donde habitan estos pájaros de ríos y arroyos, las aguas son potables.
La magia de los helechos que cubren el suelo de muchas zonas del monte, se representa en sus formas y tonos.
En la orilla observamos a un petirrojo. Se dedica a buscar pequeños insectos entre la hojarasca y las rocas... Después desaparece entre las ramas bajas de un acebo.
Nos internamos en el pinar... La tranquilidad y el silencio sólo lo rompen el canto de algunos pájaros y el sonido de las aguas del río.
Musgos y líquenes de diferentes especies cubren y camuflan el tocón de un roble. Las hojas de abedules, pinos y robles, colaboran en ello.
El trepador azul se mueve en los mismos ambientes forestales que el pequeño agateador común, pero los dos explotan un nicho ecológico diferente. No compiten en la alimentación.
La variedad de suelos, tocones, árboles muertos o caídos, proporcionan a las variadas especies de setas el sustrato que necesitan para desarrollarse.
Pasamos ahora junto a un abedul de considerable porte. Uno de los pocos que hay en la zona. En el pasado, los grandes abedules se cortaban para la producción de papel del Monasterio de El Paular.
El agateador común es ese pajarillo que va recorriendo los troncos de los árboles del monte, registrando sus cortezas para localizar y capturar con largo y fino pico, a los pequeños insectos y sus larvas.
Los contrastes de luces y colores que ponen los árboles caducifolios en el pinar, son muy significativos e interesantes. Es un espectáculo natural, mágico, que sólo dura unos diez días si el año viene regular.
Es una época de paso para muchas especies de aves que vienen desde el Norte de Europa a La Península Ibérica a invernar. La paloma torcaz hace un alto en su viaje para beber. Después seguirá su vuelo hasta los encinares del centro o del sur.
Los abundantes musgos y líquenes de diversas especies, pueblan los troncos y las ramas de los variados árboles. Nos dicen que estamos en una zona umbría y húmeda, donde las precipitaciones son copiosas.
El pinzón común es uno de los pájaros cantores que pasa aquí la mayor parte del año. Sólo se va cuando las grandes nevadas lo ocultan todo durante días.
Bajo los grandes pinos silvestres, abedules y robles albares, se desarrolla un sotobosque muy considerable de acebos.
Las espesas copas de los pinos apenas dejan pasar los rayos del sol. Un carbonero común, uno de los pájaros más comunes durante todo el año, se acerca a un arroyo para beber y capturar insectos.
En las zonas donde el hombre no ha gestionado en exceso, el equilibrio natural se mantiene. Es posible ver los variados árboles naturales de cada zona, de cada rincón, y la influencia que manifiestan.
En otra época, cuando estas masas forestales mantenían su estado natural, con todas las manchas variadas en especies forestales y todos sus sustratos ecológicos, donde eran comunes los grandes árboles centenarios, con varios metros de perímetro en sus troncos con abundantes agujeros naturales; donde eran comunes los grandes árboles muertos por la edad o por el rayo, habitaban aquí los grandes pitos negros, los picos dorsiblancos y medianos.
En nuestros días podemos encontrar, sin ser abundantes, al pito real, al pico menor, al torcecuello y al pico picapinos. Los otros ya han desaparecido, como consecuencia de la alteración del hábitat y del clima con ingeniería climática.
A última hora de la tarde el cielo se termina de cerrar. Empiezan a caer pequeñas gotas... Aprovecho para hacer la última panorámica del otoño en la zona, donde todavía es posible ver los restos de la calzada romana que unía Buitrago del Lozoya y Segovia, por el Puerto de los Cotos
Por ella nos vamos, pensando que muy pronto el frío y las nieves del invierno se instalarán aquí, y todo lo que hemos visto será un recuerdo.
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Muy bonitas imágenes.. Que tengas buen fin de semana..
ResponderEliminarHola Ana, gracias por tu comentario. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMe encantan vuestras fotos y textos.
ResponderEliminarGracias
Como siempre, espectacular. Gracias.
ResponderEliminarGracias por la consideración. Un cordial saludo.
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