lunes, 13 de abril de 2015

LA DEHESA NUEVA DE SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES.


La Dehesa Nueva o Boyal, tiene una extensión de 232 hectáreas. Está cubierta principalmente de encinas, con quejigos, perales silvestres, sauces y álamos en el arroyo, y pinos piñoneros y negrales que se sembraron en los años sesenta del pasado siglo. Perteneció a la villa de Madrid hasta 1493, año en el que es cedida al nuevo municipio de San Sebastián de los Reyes. Quinientos años después, vamos a dar un paseo entre sus encinas...




El día llega con nubes y con temperaturas templadas muy agradables. El cauce del arroyo está seco, pues el invierno apenas ha tenido precipitaciones, y la primavera parece que no va a ser muy lluviosa.




Por el camino se cruzan conejos y pequeños gazapos, que se meten muy rápido en las bocas. Afortunadamente se van recuperando de las enfermedades, y vuelven a ser comunes en la dehesa. 




El arroyo que atraviesa el monte es de curso estacional. Sólo lleva agua los inviernos lluviosos o los días de tormenta. El resto del año va seco.




Hace unas horas los jabalíes han pasado por aquí. Han dejado su característica firma, sus hozaduras en el suelo blando. Allí donde huelen algo, que les puede servir de alimento, meten el hocico y levantan el suelo como un arado.




Sin apenas suelo, devorado por la erosión del arroyo, la encina aguanta las adversidades. Se aferra a la vida para continuar existiendo.




Sobre el tronco áspero de un chopo negro, observo a un agateador común.  Entra y sale de un hueco que hay en la corteza...




La dehesa está cubierta por encinas jóvenes en su mayoría, y por encinas de unos doscientos años en muchas zonas. En el siglo pasado aguanto talas, podas abusivas y una sobrecarga ganadera que a punto estuvo de hacerla desaparecer. En los últimos cuarenta años ha tenido una recuperación muy notable.
Por su situación geográfica y sus valores ambientales, entró a formar parte del Parque Regional de La Cuenca Alta del Río Manzanares, con la Figura A2, Reserva Natural Educativa. Posteriormente, este parque se declaró Reserva de La Biosfera.




La bajada de las precipitaciones en los últimos veinticinco años, se está dejando sentir mucho en la dehesa. Por donde paso ahora, en 1985 había un pequeño bosquete de grandes álamos blancos.




Posada en la rama alta de un álamo blanco, observo a la hembra del pico picapinos. En la parte media del árbol, está el macho terminando de hacer el nido. Ya le queda poco. Dentro de un mes, nueva vida se fluirá dentro del árbol...




En los últimos treinta años, esta importante masa forestal soporta un exceso de público muy considerable... Personas que vienen a hacer deporte, a pasear a recrearse, que no inciden negativamente en el medio natural. También vienen personas con la bicicleta de montaña, que se meten por donde no deben y han creado una serie de vías ilegales por donde pasa ahora todo el mundo; mucha gente que viene con los perros sueltos, y molestan o matan a las especies silvestres; caza furtiva... Demasiadas agresiones para un espacio forestal público.




Los espinos blancos que acompañan a las grandes encinas, se van cubriendo de hojas. La primavera le va ganando el tiempo al invierno... En esta zona son comunes las aves insectívoras, que llenan todo el espacio con sus elegantes cantos.




En las zonas donde el bosque mediterráneo "vuelve a sus orígenes", podemos ver como está estructurado... Un bosque de grandes árboles, donde habitan árboles más jóvenes y los arbustos son nobles (dan fruto) y escasos. En esta dehesa nunca ha habido jara pringosas.




Al pasar cerca de una encina, escucho un murmullo de gorriones morunos. Al acercarme, veo a unos diez gorriones alrededor de un nido de urraca. Al verme se van a la encina de al lado. Desde el suelo observo detenidamente el nido de urraca, y veo la silueta de la cabeza de un búho chico, que me observa a través de los palos del nido.




A lo largo de la primavera el monte mediterráneo se expresa en todo su esplendor. Las temperaturas son suaves, el agua no falta en los arroyos y las fuentes, y la vida se manifiesta por todas partes. Es la época del año "más fácil" para el naturalista de campo.




Cerca del arroyo la vegetación se muestra más densa y más espléndida en especies. Aquí se localizan los escasos ejemplares de endrinos más meridionales de Madrid. Otro bioindicador que nos dice que algo empezó a cambiar hace tiempo, o está cambiando.




En un pequeño manantial del arroyo, observo a varios pájaros entrar y salir. Oculto entre unas matas de encina y la red de camuflaje, aguardo durante una hora... En ese tiempo entran a beber y a bañarse varios ejemplares de carbonero y herrerillo común, una curruca capirotada, varios pinzones comunes, dos jilgueros... Sobre la rama seca de un sauce, fotografío a un elegante carbonero común.




Los pastos que producen los encinares sobre arenas, son muy finos y muy nutritivos para la ganadería y la fauna. Siempre he oído decir a los ganaderos tradicionales, que más engorda una vaca lamiendo el pasto fino de la dehesa, que comiendo la hierba alta de la ribera. Estos pastos son los que construyen las grandes cornamentas de los ciervos y los gamos, cuando las lluvias de la primavera los mantienen hasta entrado el mes de julio.




Las escasas precipitaciones caídas a lo largo de las estaciones, las sequía prologadas y encadenadas, la contaminación atmosférica, la lluvia ácida, las podas brutales del pasado... Cada año van matando a las viejas y grandes encinas de nuestros montes. Con el paso del tiempo se recortan en la dehesa como árboles "posmodernos", que parece que no tienen vida. Como si quisieran contarnos como eran cuando estaban cubiertas de hojas... Que siguen ahí, creando vida para otros seres vivos, entre los huecos de sus troncos y sus grandes ramas. En ellos viven y crían mochuelos, autillos, carboneros comunes, herrerillos comunes y capuchinos, agateadores, gorriones molineros, picos picapinos, pitos reales, torcecuellos, abubillas, lirones caretos, ratones de campo, comadrejas, lagartos ocelados, lagartijas colilargas y cenicientas, salamanquesas, mariposas, escarabajos carpinteros... Y unos cuantos más. De ahí su importancia como hábitat para otras especies, y su papel estético, paisajístico y ambiental, dentro del ecosistema mediterráneo.




Al pasar cerca de una boca (de una madriguera), veo a un rápido lagarto ocelado que se pierde dentro de ella. A unos cinco metros, oculto e inmóvil entre unas matas de encina le aguardo... Al rato, asoma la cabeza observando bien el panorama. Poco a poco, va sacando su enorme cuerpo. Es un buen ejemplar, de unos 80 centímetros. Después de hacerle unas cuantas fotografías, le dejo en la puerta de su casa.




Desgraciadamente para todos, los incendios intencionados también han pasado por aquí. En un periodo de veinte años, se produjeron en la dehesa unos seis incendios intencionados. En uno de ellos, la guardia civil y los guardas forestales cogieron a los causantes.
Quince años después del incendio, estas siguen siendo las consecuencias. ¡Los que hoy vemos esta fotografía, nunca veremos en esta zona un monte alto de encinas! Porque para verlo, tienen que pasar doscientos años...




Después del invierno frío y seco que hemos pasado, las escasas lluvias de la primavera han dado vida a las herbáceas de la dehesa. Las encinas y las matas se ven mas verdes.




En ciertas zonas, donde las grandes encinas predominan, los arbustos y los árboles jóvenes son escasos. Estas zonas, con el tiempo corren el peligro de deforestarse, al ir muriendo las encinas de "forma natural", y no haber árboles jóvenes que las sustituyan. Este es el principal mal que tienen la mayoría de las dehesas ibéricas hoy día.




En una zona poco transitada por la gente, al moverme entre la vegetación escucho un ruido. Me paro bajo una mata y observo... Al rato, veo entre las encinas y las grandes matas a dos hembras de jabalí, con unos doce rayones. No hay forma de hacerles una fotografía "limpia", pues no salen de las matas. Pero yo sigo apretando el disparador...




De pronto, una de las hembras se viene casi hasta donde estoy, para hozar en unos montones de tierra. Está tan cerca, que con el cuatrocientos milímetros no la puedo sacar entera. Se queda un buen rato por la zona, y luego, sin dejar de hozar, se va con la otra jabalina y los rayones a otro valle...




Ahora, en los prados soleados y zonas fértiles húmedas, numerosas herbáceas empiezan a lucir sus elegantes flores... En la fotografía vemos las flores de una linaria amatista.




El día no termina de definirse... Ha caído un ligero chaparrón, que me ha tenido media hora debajo de una encina. Ahora que apenas llueve, me marcho entre las encinas y los arbustos de la dehesa, para ver otra zona que hace unos años que no visito. 


lunes, 6 de abril de 2015

EL RISCO DE LAS CUEVAS DE PERALES DE TAJUÑA.


En La Comunidad de Madrid existen varios asentamientos prehistóricos, donde habitaron los primeros pobladores del centro de la península. Hoy vamos a hacer un recorrido por uno que se localiza en los cortados de yeso que caen a la vega del Río Tajuña, dentro del término municipal de Perales de Tajuña.




El Río Tajuña transcurre en la mayoría de sus tramos cerca de grandes cortados de yeso. En este valle se han asentado varias civilizaciones a lo largo de la historia, que han transformado considerablemente el hábitat y el paisaje.




Cerca del río, observo a dos corzas pastando la verde hierba de un erial. Al verme, desaparecen entre los álamos del río.




En algunos tramos del río hay pequeñas manchas de álamos y sauces, donde también crecen zarzas, espinos blancos y saucos. En estas pequeñas manchas habita la fauna de la zona.




Desde el río vemos uno de los asentamientos que hay en la zona. Es de origen carpetano, aunque se han encontrado restos más antiguos, que demuestran que el hombre ya habitó por aquí anteriormente.




Subiendo por la ladera hacia las casas-cuevas, podemos ver la naturaleza del terreno, donde apenas hay vegetación y pasto...




En estos cortados semidesérticos habita una avifauna muy característica, compuesta por pájaros de vistosos colores y llamativos cantos, como el roquero azul, el roquero solitario, la collalba negra, el avión roquero, la golondrina dáurica... En la fotografía vemos a un ejemplar macho de colirrojo tizón.




Cada casa-cueva está construida con una forma diferente. No hay dos iguales. Esta tiene una columna en el centro de la habitación.




El influjo que han tenido las civilizaciones que se han asentado aquí a lo largo de la historia, ha sido muy duradero, persistente y agresivo, cambiando el ecosistema y el clima de la zona. Ha pasado de ser un ecosistema mediterráneo, compuesto por pinos carrascos, encinas, quejigos y coscojas, a ser un ecosistema subdesértico, poblado principalmente de espartos, tomillos, romeros... con coscojas, encinas y pinos carrascos dispersos.




El mamífero más abundante en estos cerros, pequeños valles y la vega, es el conejo de monte. Alrededor de él vive una comunidad de pequeños carnívoros muy interesante, como es el zorro, el tejón, la garduña, la gineta y la comadreja.




Sobre los suelos de yesos, cubiertos por líquenes, con las lluvias de la primavera florecen herbáceas con flores muy llamativas.




Recubiertas por musgos y líquenes diversos, se muestran las grandes rocas de yeso. En muchas se pueden ver curiosas formas de cristales de yeso.




En otra zona de los riscos se localiza otro asentamiento, datado en la misma época que el anterior. En la imagen podemos ver como la erosión ha hecho desaparecer algunas casas-cuevas, o parte de ellas.




La mayoría de estas viviendas están construidas a varios metros de suelo, por lo que se entiende que para llegar a ellas, tenían que subir por escaleras de cuerdas.




Mientras subo por la ladera hacia una de las viviendas, observo a un macho del roquero solitario. Está marcando su territorio con el canto.




Dentro de la vivienda, la temperatura es fresca en verano y cálida en invierno... Desde ellas observaban perfectamente todo lo que ocurría en el valle... Dos mil años después, la situación ambiental del valle del Tajuña ha cambiado mucho... Sus riberas se talaron hace siglos, para convertirse en una de las huertas más importante y próspera de Madrid.




El Río Tajuña está regulado por un complejo de acequias y canales, para el riego de las huertas que hay en su vega. En sus orillas crece un estrecho bosque de galería.




En estas zonas no faltan las grajillas. Son córvidos que tienen una alimentación variada a lo largo del año. Crían en colonias, generalmente en los agujeros de los riscos.




De estos riscos y colinas yesíferas, han salido muchísimas toneladas de yeso para la construcción. Para su elaboración se han quemado muchas toneladas de leña de encinas, quejigos, pinos y coscojas.
Han sido dos mil años muy intensos, que han hipotecado el paisaje y el clima de la zona para un futuro largo...




Donde el suelo y el microclima lo permiten, podemos ver grandes matas de coscoja, que muy lentamente se van recuperando y van colonizando algunas zonas. Van venciendo a un clima que ya no les es favorable, y colonizando un suelo que ya apenas existe, pues la erosión se lo llevó hace mucho tiempo.




Desde la entrada de una cueva, por la que ha pasado el hombre en varias etapas de su evolución, observo los riscos y el valle del Río Tajuña... Y pienso como sería la zona, cuando se asentaron aquí las primeras civilizaciones "modernas", hace unos cuatro mil años...


lunes, 30 de marzo de 2015

EL AZOR.





El azor es una rapaz forestal que sólo habita en los montes bien conservados, donde la fauna es variada en especies y no es escasa.


lunes, 23 de marzo de 2015

LAS VACAS BRAVAS.


Hoy vamos a dar un paseo por varias ganaderías del centro de Madrid. Vamos a ver como son las vacas bravas y donde viven durante la primavera.




Un grupo de vacas de casta vistahermosa, estirpe murube-contreras, se reune en un claro del monte con sus becerros, para calentarse con los últimos rayos del sol del día. Pronto caerá la noche y bajarán las temperaturas.




La mañana de primavera llega con nubes y con sol. La dehesa, cubierta de encinas, enebros y el verde pasto, está repleta de vida. Es un ecosistema ideal para todos sus habitantes.




Un grupo de vacas de pelos encendidos, se reune en un claro soleado de la dehesa, para tomar el sol y pacer el verde pasto. Muchas de ellas van en compañía de los becerros que han parido hace unos días.




Un ratonero macho pasa maullando por el cielo de la dehesa. En estos días, junto con su pareja, está reconstruyendo o construyendo un nuevo nido...




Bajo las copas de las encinas, la novilla de tres años de estirpe murube-contreras, cuida y protege al becerro nacido hace unos días.
Cada casta y estirpe tienen una constitución morfológica característica, por lo tanto son diferentes. También tienen un comportamiento y un temperamento distinto donde habitan.




El invierno no ha sido muy generoso en lluvias, ni siquiera regular. Los fresnos y arces menores que acompañan al arroyo, se van cubriendo de hojas...




Cada mañana, más o menos a la misma hora, los vaqueros proporcionan pienso y paja a las vacas. De paso, observan si están todos los ejemplares, en que condiciones, el número de becerros que han nacido... Todos los días pasa algo, y hay que verlo.




Colgado en un chaparro, "descansa" el cráneo de una novilla. Esta, por alguna circunstancia, se quedó en el camino.
La edad media de una vaca brava aprobada con nota alta, es de unos 12 años. Unas, por circunstancias, apenas pasan de los dos años, otras con mejores circunstancias, mueren de viejas en la dehesa con 19 años.




La vaca de pelo cárdeno y astifina cornamenta, de casta vistahermosa, estirpe santa coloma-buendía, observa lo que hacen las otras vacas. El becerro, de unos ocho meses de edad, te observa detenidamente.




A media mañana, en un manantial donde abrevan las vacas, observo a un gazapo bebiendo. Después se pierde entre el monte bajo de encinas y jaras.




En otra finca cercana, se crían vacas de casta vistahermosa, estirpe parladé-gamero-cívico. Vacas de grandes hechuras (dentro de la casta), con espectaculares cornamentas. Junto a una de ellas, vemos a su becerro de pelo colorado, nacido hace unos días.




En las zonas donde los suelos son fértiles, húmedos y da bien el sol, crecen pequeñas orquídeas de diferentes especies, como esta orquídea abejera amarilla (Ophrys lutea).




En un prado observo a vacas de varias edades. Junto a ellas se encuentran los pequeños becerros nacidos en el día y hace unas semanas.
Las vacas bravas se adaptan muy bien al ecosistema donde habitan. Saben aprovechar todos los recursos naturales que les proporcionan las estaciones, pues su cuerpo y su metabolismo está evolucionado para ello.




En estas zonas son comunes los pájaros de los espacios abiertos, como las cogujadas, las totovías y las tarabillas. En la fotografía vemos una cogujada montesina sobre una mata de encina.




Las vacas bravas se crían libres en los montes y las dehesas como una especie más. Sólo están controladas por el ganadero en ciertos aspectos, como es el complemento alimenticio, el saneamiento y la mudanza de los pastos, entre otros.




El mantenimiento de la ganadería brava en muchas zonas geográficas de La Península Ibérica, han configurado un paisaje forestal típico muy considerable, donde habitan multitud de especies de la fauna y la flora.




Uno de los rasgos morfológicos más característicos de las vacas bravas, es su cornamenta. Tienen los cuernos grandes y generalmente asimétricos, con los pitones muy finos.
Con la mirada de esta vaca, de la antigua ganadería de Aleas, salgo de la dehesa brava, pensando como estará dentro de un mes... Ya volveremos...