viernes, 20 de mayo de 2016

EL MONTE MEDITERRÁNEO EN PRIMAVERA.


La primavera no se manifiesta en las mismas fechas en todos los ecosistemas de La Península Ibérica. Para unos llega antes de que entre oficialmente; para otros, llega con la entrada del verano. Para el monte mediterráneo viene con las fechas, y se mantiene si duran las lluvias... Hoy vamos a hacer un recorrido, desde el monte mediterráneo que cubre la llanura del centro de la Península, hasta los valles del Sistema Central...




Al amanecer y a la caída de la tarde, se ven numerosos conejos de monte de todos los tamaños cerca de los vivares. De su abundancia y de su éxito reproductor, depende el éxito reproductor de todas las especies carnívoras del monte...




Las abundantes lluvias del invierno y de la primavera, y la templanza de las temperaturas ambientales, hacen que el monte florezca con fuerza y se manifieste con todos sus contrastes...




Las encinas, alcornoques, quejigos, coscojas y algunos robles melojos que se integran en el monte, están en flor. Llenan los montes de tonos pardos y agradables aromas.




Posado en la entrada del viejo nido, el macho de pito real observa la zona antes de meterse en su interior...




En las zonas húmedas y frescas del monte, los grandes alcornoques se integran con las encinas. Para ellos es época de renovar las hojas y sus tonos...




Es una época en la que todo se renueva... Ahora los montes se llenan de vida. Los que nacieron aquí y se fueron en otoño, han vuelto. Los que invernaron, se han ido. Todos los que habitan en el monte ahora, van a comenzar un nuevo ciclo en su vida. Naciendo, viviendo un año más...




Metido entre las flores de un prado, observo a un críalo. Está capturando orugas para alimentarse. Pasa el otoño y el invierno en África, y regresa con nosotros en primavera.




En esta zona de la ladera del valle, localizada en una sierra baja, los quejigos marcan la zona de transición, entre el quejigal mixto orientado al norte y el encinar mixto orientado al noreste. El clima y las horas de luz, son factores que determinan el asentamiento de las especies forestales en el monte.




En las laderas orientadas al norte, entre las rocas, florecen los jacintos de los bosques (Hyacinthoides hispanica).




La pareja de zorzales charlos, ha construido el nido en la horquilla baja de un enebro de la miera. De los cuatro pollos que han nacido, sólo han sobrevivido dos.




En una zona poco transitada del monte, me acerco a un considerable de enebro de la miera (Junniperus oxycedrus) Los grandes árboles que habitan hoy día nuestros montes, nos dan una ligera idea natural de como son, y como debería de ser el bosque natural.




Subiendo por el arroyo que nace en la ladera, se ve una panorámica impresionante del monte, llena de luces y de colores. Los quejigos y los arces de montpellier están terminando de cubrirse de hojas. Las encinas están cubiertas de flores y de hojas nuevas. Los enebros de la miera han mudado casi todas sus hojas pinchudas. Las cornicabras se están cubriendo de hojas, que se encienden de tonos rojos y naranjas, cuando las atraviesan los rayos del sol. En el fondo del valle, junto al arroyo, los fresnos ya se han cubierto de hojas nuevas.




Una curruca mirlona se acerca a un manantial para beber. Esta curruca, de hábitos estivales, habita más los montes altos, donde apenas hay arbustos o monte bajo.




A la vez que echan las hojas, los espinos albares se cubren de blancas flores, que desprenden un intenso aroma por los arroyos. A ellos se acerca abejas, abejorros y multitud de insectos para libar sus flores.




Por el arroyo, poblado de fresnos, zarzas, rosales silvestres, algunos sauces y arces de montpellier, se escucha el canto de las currucas, petirrojos y del ruiseñor bastardo. En las ramas altas de los árboles, el pinzón común y la abubilla, están marcando su territorio...




En una terrera del arroyo, este año se ha establecido una colonia pequeña de abejarucos, compuesta por unas diez parejas. Algunos ya han empezado a construir el nido...




En la ladera orientada al norte, la mancha de quejigos mixta es más pura. Aquí el quejigo impone su ley, sólo permite la presencia de algunos árboles, como el enebro de la miera, el arce menor, el fresno y el roble melojo.




Por el cielo pasa el macho del águila imperial ibérica, marcando su territorio. En el lugar más insospechado y más tranquilo del monte, se encuentra su nido, ocupado por la hembra y los pollos.




Entre las encinas y los enebros, aparecen quejigos de portes muy considerables.




Sobre la rama de un fresno, cubierta de musgos y líquenes, el lagarto ocelado toma el agradable sol de la mañana. Es un buen macho, que defiende un fresno centenario con grandes agujeros...




Con las regulares lluvias y el ambiente templado, por el monte salen setas de variadas especies. Muchas de ellas son muy apreciadas por los aficionados a la micología, como este parasol.




Encajado en el fondo de un valle estrecho, discurre el pequeño arroyo entre arces menores, fresnos y sauces. En estos lugares, habitan especies forestales que han conseguido sobrevivir en el monte, gracias a su microclima, la orientación y la humedad regular del suelo.




Posada en las ramas secas de un pequeño enebro, observo a una lavandera cascadeña. Tiene el pico lleno de insectos lacustres, que a capturado por la orilla del arroyo. No deja de mover su cola y de observarme... Al retirarme unos cuantos metros, entra al nido, situado y camuflado en la repisa de una roca, protegida por el agua del arroyo. Ceba a dos de sus pollos y se va arroyo arriba...




Entre las rocas crecen pequeños helechos mediterráneos. Los culantrillos negros (Asplenium onopteris) son los que más llaman la atención por sus formas y color.




Un nuevo día llega al valle. En sus laderas crecen encinas, quejigos, arces menores, enebros de la miera, cornicabras, sanguinos... Junto al río habita un interesante bosque de galería, compuesto principalmente por alisos, acompañados por fresnos, sauces,  zarzas, rosales silvestres...




De pronto se escucha un "griterío" de rabilargos en la parte alta de la ladera... En la copa de un enebro veo a un búho real posado. Los rabilargos no dejan de molestarle y de darle pasadas... Aguanta unos instantes, y después se oculta entre los árboles del monte.




Entre las grandes rocas y los musgos que las cubren, se desarrollan los ombligos de venus (Umbilicus rupestris) Una planta medicinal, muy común en estos ambientes.




En las zonas altas de la sierra, la primavera llega un poco más tarde, pero también se manifiesta con toda su grandeza y color. En estas zonas geográficas, que ocupan la mayor parte de la Península Ibérica, se localizan las mayores manchas del monte mediterráneo, donde se encuentra la mayor variedad forestal y faunística, exceptuando ciertos enclaves.




En estas fechas del año, vemos a los grandes ciervos echando las cuernas. Cuando termine el verano, estarán completamente formadas y limpias. El ciervo volverá a ser el señor del bosque.




Las jaras pringosas están cubiertas de grandes y elegantes flores blancas. Desprenden ese aroma especial que tiene el monte mediterráneo.




Numerosos escarabajos (Trinchodes octopuntatus) liban las flores de las cañahejas. Estos escarabajos de curiosas formas y agradables colores, son muy importantes para muchas especies vegetales.




En la orilla de un majadal, me paro unos instantes junto a una notable encina de grueso tronco. No es de las más grandes de la zona, pero me llama la atención sus formas y la densa formación de hojas que tiene. Se la ve muy sana.




En otra encina de menor porte, observo a cierta distancia el nido grande de una rapaz. Con el teleobjetivo de la cámara, veo que está ocupado por un adulto. Por las fechas, el nido estará ocupado por tres o cuatro pollos de varios días.




En el interior de los pequeños valles que se suceden, por los que discurren arroyos poblados por fresnos y arces de montpellier, el ambiente es fresco y muy agradable, donde no falta la banda sonora de los pájaros del monte.




En el arroyo podemos encontrar algunos anfibios, que se acercan a él durante unos días para reproducirse, como los sapos. O los que habitan aquí durante todo el año, como las ranas, gallipatos o tritones. El que vemos en la fotografía, dentro del agua, es un buen ejemplar de sapo común hembra.




La variedad de árboles y arbustos que forman la mancha mediterránea, se manifiesta ahora con toda su hermosura y color. Las cornicabras se visten de hojas de vivos colores naranjas y rojos; las encinas, de hojas verdes y flores pardas; los enebros de la miera, de tiernos pimpollos; los arces, fresnos y quejigos, de verdes hojas nuevas.




En un majadal, atravesado por un pequeño arroyo, vemos a dos buitres negros jóvenes, junto a un buitre leonado maduro, alimentándose con los restos de una cierva.




La mancha espesa que cubre la ladera de la montaña, formada por encinas, enebros, cornicabras, sanguinos, arces menores, alcornoques, romeros, jaras... protege los altos riscos, donde el águila real tiene uno de sus nidos. Por el fondo del valle discurre el arroyo, poblado principalmente por fresnos, chopos, espinos albares, endrinos, rosales silvestres y zarzas.




En un pequeño prado, a la vera del arroyo, veo pequeñas orquídeas entre las herbáceas. Ésta, de la especie Ophrys scolopax, es una de las que más me llama la atención.




Desde el cielo, el macho del águila real lo ve todo. Seguramente está a la caza de una presa. Desde el zorro al conejo, y desde el búho real al rabilargo, le van bien para aportarlas al nido, donde se encuentra la hembra con los dos pollos.







sábado, 9 de abril de 2016

LA DEHESA BOYAL DE SAN SEBASTIÁN DE LOS REYES





La Dehesa Boyal perteneció a la Villa de Madrid hasta 1493, año en el que es cedida a San Sebastián de los Reyes. Quinientos años después, vamos a dar un paseo entre sus encinas...


miércoles, 30 de marzo de 2016

EL BOSQUE





Todo el mundo habla de los bosques... Ha visto algunos a lo largo de su vida... Pero sabemos realmente lo que es un bosque...


domingo, 20 de marzo de 2016

EL VALLE DE LOS PRIMEROS ILUSTRADOS.

Hoy vamos a visitar un pequeño valle formado por calizas y areniscas cretácicas. Cubierto en su mayor parte por un monte mediterráneo mixto, de encinas, quejigos, enebros y fresnos. En el que habita una fauna variada muy interesante.

Vamos a ver uno de los últimos lugares, donde los primeros pobladores del centro de España, manifestaron su arte y nos hablaron a través de él.



Con las primeras luces del día, el joven gavilán recorre las zonas del monte, donde el sabe que se reúnen los pájaros para beber y bañarse.

Es un ejemplar pasajero, hembra, que está pasando una parte del invierno en el valle.




La mañana llega templada, con nubes en el cielo. Entramos por la zona alta del valle, poblada por un monte mixto de enebros, encinas y grandes ejemplares de quejigo.




De lejos, posado en un enebro, vemos la silueta de un buitre leonado. Con mucho cuidado, para que no se levante, nos acercamos todo lo que podemos para fotografiarle.




Siguiendo el curso del arroyo, pasamos cerca de grandes ejemplares de chopo negro. Posado en la rama alta de uno de ellos, un mirlo común lanza su agradable melodía para marcar su territorio.




Posado sobre la rama seca de un enebro, observamos a un escribano montesino. Este pájaro, habitante típico de estos parajes,  de agradables y curiosos colores, es más fácil oír su melodioso canto, que verle.




Por la ventana natural que forman la encina y el enebro, nos asomamos para ver el valle...




La vegetación ha sufrido una serie de cambios y de pérdidas de especies en los últimos quinientos años, debido a la producción de leñas y carbón para el abasto, de cal para la construcción y de pastos para el ganado. Especies como el madroño, el labiérnago y el acebuche, entre otros, han desaparecido de la zona.

Con el paso de los últimos cuarenta años, después de soportar usos industriales abusivos durante siglos, el monte y las especies forestales que han sobrevivido, se van recuperando. Van ocupando el espacio, según la insolación, los suelos y la humedad ambiental.




Entre las encinas y los enebros, protegida por el claroscuro, la hembra del corzo nos observa... Ahora, con el jabalí, son los dos grandes mamíferos que pueblan el valle. Los ciervos, los gamos, los toros salvajes, los bisontes... desaparecieron hace tiempo.




Las zonas altas presentan una vegetación revieja y raquítica, como consecuencia del escaso o nulo suelo que existe.

Durante siglos, la vegetación del valle se cortó a matarrasa para diversos usos. En consecuencia, el suelo que formaron los antiguos bosques durante miles de años, ya no existe, pues las lluvias se los llevaron hace tiempo.




En el cielo vuela una pareja de milanos reales. Están de bodas... No dejan de hacer vuelos acrobáticos y de lanzar silbidos.




Dos mil años de civilización y de usos, no hay monte que lo soporte y no se altere. La fotografía es bastante clara y relevante.

Este valle, con un clima mediterráneo templado continental, con unas precipitaciones de unos 600 mm, con una vegetación potencial de monte mediterráneo mixto, ahora, en muchas zonas se alternan especies de clima subdesértico, como los tomillos y el esparto.




En el pequeño cortado vemos a un cuervo. Está inmóvil, y no deja de observarnos. Cerca, en un hueco grande, tiene el nido en el que va a criar este año.




Siguiendo la cresta de las calizas, pasamos entre enebros de la miera de diversos portes. Ya estamos cerca del abrigo.




En un manantial del arroyo observamos al pequeño chochín (Troglodytes troglodytes) Busca insectos entre las piedras y las ramas que sobresalen del agua. Este pequeño pájaro, suele hacer sus nidos en los agujeros naturales de las calizas.




En las paredes resguardadas de la lluvia, los hombres que habitaron en el valle hace unos ocho mil años, dejaron muestras de sus pinturas. El paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas, las han borrado para siempre, o ya apenas se aprecian.




Posado en la rama seca de un enebro, como hace diez mil años, un roquero solitario (Monticola solitarius) habitante típico de estos parajes, marca su territorio de cría otra primavera...




En este abrigo natural se localizan las últimas pinturas rupestres del valle. Han resistido al paso del tiempo, el clima, el uso histórico, el vandalismo y la desidia. Elementos destructivos muy propios de cada época.

Los escasos valles calizos que hay en Madrid, han sido utilizados desde tiempo inmemorial. Sus escasa cuevas y abrigos, fueron el refugio del pastor y sus ganados, del guarda y del calero. Donde se encendían hogueras para calentarse o preparar la comida.

Muchas de estas cuevas y abrigos han desparecido para siempre, pues en todos estos valles existen antiguas caleras históricas, donde se producía cal para la construcción. Por estos motivos, y otros, apenas quedan pinturas rupestres en Madrid.




En una zona de la pared se aprecian pequeñas formas "sin apenas forma", y la pequeña figura aparente de un elefante o mamut. Aquí, es muy importante de ver el punto de vista de un profesional en estas materias, y de su interpretación.




Son pequeñas pinturas esquemáticas de color rojo, que se integran muy bien en el color de las calizas. Representan puntos y pequeñas figuras de humanos, de animales, "posible" vegetación y otros elementos.




La mayor parte de las paredes del abrigo están quemadas y negras, por las continuas hogueras que se han hecho en su interior. Estos actos se cometieron en épocas en las que no había constancia de las pinturas, ni había información, ni educación, ni sensibilidad por estos temas culturales.

También podemos ver inscripciones y pinturas modernas de tonos rojos, realizadas por destructores de esta época, en la que la educación, la información y la sensibilidad, se dan por hecho y por entendido.

Los hombres que pintaron en las paredes del abrigo hace unos nueve mil años, tenían más sabiduría o menos, más educación o menos, pero por donde pasaban, no destruían el medioambiente en el que vivían.




El colirrojo tizón es otro habitante típico de estos parajes calizos. Cría y pasa la noche en el interior de las cuevas, los abrigos y en los grandes agujeros abiertos en los cortados.




Desde el fondo del valle se ve una panorámica más amplia del cortado calizo y del abrigo, en el que habitaron hombres y mujeres de la época. Donde dejaron constancia de su paso.

El monte ha cambiado bastante. En la imagen vemos un ambiente muy degradado, compuesto por pequeños y medianos árboles, acompañados por tomillos y espartos.

Cuando se hicieron las pinturas, la zona estaba cubierta por una inmensa selva mediterránea, ocupada por grandes árboles y arbustos.

La situación ambiental por la que pasaron los hombres en el neolítico, fue mucho más benigna que la actual. El bosque que cubría el valle, estaba poblado de árboles y arbustos maduros que proporcionaban abundantes frutos, como las bellotas, enebrinas, madroños, majoleras, endrinas... Habitado por abundante fauna, como los jabalíes, corzos, ciervos, toros, bisontes... El conejo ha sido una especie muy abundante en estos montes, por lo que tuvo que ser un alimento muy apreciado.




Posada sobre la rama de una higuera, observamos a una grajilla. Esta especie fue muy abundante en estos parajes, en los años 60-70 y 80 del pasado siglo. En la actualidad apenas se ven por el valle.




Estamos en una zona donde la incidencia del sol, el suelo y el clima, condicionan una vegetación natural que ha sido modificada en los últimos 10 siglos. La vegetación que predomina ahora, condicionada por la mano del hombre, es el enebral, con encinas, quejigos y arbustos dispersos.

En aquella época se alternaban periodos fríos, húmedos y cálidos. La vegetación estaría compuesta por un monte mediterráneo mixto, de enebros, encinas, quejigos, madroños, sanguinos, majuelos, endrinos, álamos, olmos, sauces... y muy posiblemente por sabinas albares y pinos resineros. Variando la especie predominante según el periodo.





En cuanto a la fauna que habitaba en aquella época, sólo podemos decir que no ha variado, simplemente se ha reducido mucho el número de especies. La mano del hombre moderno ha jugado un duro papel en todo el panorama ambiental.

En la rama alta de un chopo negro, un pico picapinos está marcando su territorio. Cada vez que picotea la rama repetidamente, emite un tamborileo que se escucha a distancia.




Desde esta zona vemos el relieve que tiene el valle. Un medio natural que nos puede parecer muy duro, para vivir con lo puesto, con lanzas, cuchillos de piedra, toda la sabiduría acumulada por los ancianos y el medio ambiente que les rodeaba.

El clima y el ambiente natural propiciaron que el ser humano se asentara a vivir aquí. Dando origen a más asentamientos y civilizaciones futuras.





En el pequeño cortado, horadado por las inclemencias meteorológicas durante siglos, en el interior de una oquedad descansa el búho real.

Desde allí, mimetizado en el paisaje del cortado, observa y controla todo lo que ocurre en el nido, donde se encuentra su compañera sobre los pollos.

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jueves, 10 de marzo de 2016

EL SABINAR DEL VALLE DEL LOZOYA





Existe en la Comunidad de Madrid un sabinar mixto poblado principalmente por sabinas albares. Este monte, posiblemente, es el más antiguo que hay en todo su territorio...

lunes, 29 de febrero de 2016

LA DEHESA DE VALDELATAS.





La Dehesa de Valdelatas, más conocida en tiempos de Alfonso XI como la Dehesilla, por la abundancia de grandes jabalíes que habitaban en ella, es uno de los últimos montes sobre arenas que quedan en el área metropolitana de la ciudad de Madrid.