La Casa de Campo, forma parte del encinar sobre arenas que se extiende desde la ciudad de Madrid, hasta los encinares de La Sierra del Hoyo. Hoy, dos de mayo, vamos a dar un paseo por este importante e interesante espacio forestal natural...
La mañana se presenta sin nubes. Desde una zona algo elevada, vemos una panorámica del encinar y los edificios de la ciudad de Madrid.
Una paloma zurita descansa y vigila desde la entrada de su nido, localizado en el hueco de un plátano. Esta paloma, de hábitos forestales, encuentra en este espacio verde una de sus áreas más importantes en la Comunidad de Madrid.
Varias zonas se han repoblado con árboles de otras especies, y se han acondicionado para el uso y disfrute de los ciudadanos.
Un ánade real macho busca alimento entre las hojas y las grandes herbáceas que crecen cerca del arroyo.
En los lugares más transitados, no faltan los llamativos e interesantes paneles informativos. En ellos nos informan del comportamiento que debemos de tener, para no molestar a la fauna ni destruir el medio natural; podemos ver planos del espacio forestal, itinerarios, la flora y la fauna que hay en cada zona...
En la rama alta de un chopo negro, sorprendemos a una ardilla roja joven. Desde ahí, observa inmóvil todo lo que ocurre a su alrededor.
A lo largo de los arroyos que llevan agua durante todo el año, se desarrollan importantes bosques de galería, formados por álamos blancos y negros, fresnos, olmos, majuelos, rosales silvestres y zarzas. En estos ambientes prospera una fauna considerable en especies y número.
En la orilla del arroyo vemos al pequeño herrerillo común. Se está dando un baño. Limpia sus delicadas plumas y se refresca.
Los álamos blancos muestran sus semillas envueltas entre algodones. Con estas fibras viajan a más distancia del árbol que las ha producido, y con ellas, muchos pájaros construyen sus nidos.
En el fondo de los valles, cerca de los arroyos, habitan interesantes fresnedas, con ejemplares de considerables portes. En estas zonas más húmedas, los grandes fresnos crean un microclima más fresco, que hace posible que los pastos aguanten más tiempo verdes.
En una pequeña charca, construida por educadores ambientales, habitan varias ranas comunes y gallipatos.
En el corazón del espacio natural, se localizan pequeñas manchas de lo que fue una extensa olmeda de olmos comunes. En los últimos veinticinco años se están realizando tratamientos para combatir esta enfermedad, que ha acabado con la vida de las olmedas en La Península Ibérica.
Posado en la rama de un olmo, un mirlo macho canta y marca su territorio de cría. Cerca se encuentra la hembra, echada en el nido sobre los huevos.
El ambiente que crean los grandes olmos, entre luces y sombras, es muy agradable. Aquí apenas se ve a la fauna, se la escucha.
Una pareja de grajillas recorre el suelo... Busca cualquier producto que le pueda servir como alimento. Desde insectos, pequeños reptiles y roedores, hasta los restos de un bocadillo... les va bien para alimentarse.
Desde el fondo del valle se aprecia una panorámica del monte que puebla la ladera. Está formado principalmente por encinas, olmos, fresnos, chopos negros y blancos.
Al pasar por debajo de un fresno observamos a una paloma torcaz. En esta época del año crían muchas parejas en el monte.
Ahora, la senda ecológica pasa por una zona de grandes encinas, donde también son comunes los fresnos.
La urraca es común en todo el espacio forestal. Gracias a ella (en los nidos que construye todos los años para criar) pueden hacerlo los cernícalos comunes, los búhos chicos, los autillos y los lirones caretos.
La situación ambiental por la que pasa este encinar, después de lo que le ha llovido, es bastante regular en la mayor parte de la finca... Hay zonas que se están regenerando bien, debido a los suelos y a los acuíferos que tienen; otras están en regresión, debido a los suelos, falta de acuíferos y el maltrato que están sufriendo por el uso indebido.
En esta panorámica vemos una zona del encinar en el fondo de un valle, cerca de un arroyo estacional. Como podemos observar, el pasto está verde y alto, y las encinas están sanas y bien cubiertas de hojas.
En los últimos años, después de soportar dos terribles enfermedades que han estado a punto de extinguirle, como ha ocurrido en ciertos puntos del territorio nacional, el conejo de monte vuelve a ser común en este espacio forestal. Al amanecer y a la caída de la tarde, es común verle en las zonas abiertas pastando en grupos.
Durante los tres años que duró la guerra civil, de 1936 a 1939, La Casa de Campo fue campo de batalla... Muchas zonas quedaron deforestadas o muy dañadas, por los ataques bélicos o por la demanda de leña que necesitaba la población civil y militar. Después de la guerra las zonas más perjudicadas se reforestaron con pinos piñoneros, resineros y carrascos.
Dentro de la finca se localiza una parte de los viveros del ayuntamiento de Madrid. En la copa de los grandes árboles, en este caso un cedro del atlas, construyen el nido varias parejas de cigüeñas blancas.
Pasamos ahora por una zona poblada por grandes pinos piñoneros. Como podemos observar, debajo de los grandes pinos, se aprecia una recuperación natural del encinar autóctono, y una repoblación nueva de pequeños pinos piñoneros.
Entre el pasto que crece en el claro, observamos a una abubilla... Con su largo pico va registrando todos los pequeños agujeros que ve al paso. Grillos, arañas, grillotopos, saltamontes y pequeñas lagartijas, van a formar parte de su merienda.
La tarde se deja sentir en el encinar... Los rayos del sol crean un ambiente templado y muy agradable a la vista... Ahora, multitud de pájaros cantan para marcar sus territorios de cría, mientras buscan alimento para ellos y sus pequeños pollos.
El cárabo habita en las zonas tranquilas, en las que no faltan los grandes árboles con agujeros naturales, donde pasa el día y puede criar. Cuando el sol se pone, para él comienza un nuevo día, lleno de aventuras y vivencias que va a ver y protagonizar...
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Bonito reportaje. La Casa de Campo hay que pasearla y disfrutar de ella perdiendose por los senderos mas estrechos y explorando rincones no frecuentado ... siempre y cuando no te encuentres con una manada de ciclistas asalvajaos vestidos de robocop
ResponderEliminarEfectivamente Fernando. Hay que conocer respetando los espacios naturales que tenemos cerca de nuestra casa. Afortunadamente la mayoría de los ciudadanos los entienden y respetan, pero hay una minoría de ignorantes que sólo producen daño y malestar cuando transitan por ellos. Un cordial saludo.
EliminarPrecioso reportaje sobre la Casa de Campo.Gran sensibilidad. Gracias
ResponderEliminarGracias Unknown. Un cordial saludo.
EliminarUna suerte poder disfrutar de esos parajes tan cerca de una gran urbe.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Tejón. Afortunadamente, desde un principio, en el desarrollo urbanístico de Madrid se planteó guardar y proteger los espacios naturales cercanos a la ciudad... Gracias a esta medidas, esta gran ciudad no se axfisia en su contaminación... Un cordial saludo.
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