domingo, 11 de septiembre de 2016

EL TRAMO BAJO DEL RÍO GUADALIX.


Mediado el mes de septiembre, después del intenso calor y la sequía que ha abrasado el centro de La Península, vamos a visitar un espacio muy agradable, donde las temperaturas son frescas y el calor no molesta. Vamos a recorrer el tramo bajo de un río poblado de alisos, el Río Guadalix.




En la orilla del río, observo como bebe un macho de picogordo. Este pájaro, emparentado con los jilgueros, pinzones, verderones y otros pájaros cantores, es el más grande de toda la familia. En los últimos años han aumentado sus poblaciones y vuelve a ser común en muchas zonas del centro de la península, donde antes había desaparecido.




El comienzo del otoño se empieza a notar en la ribera del río. En sus orillas se acumulan las primeras hojas que dejan caer los árboles. Las setas se empiezan a ver. Muchos arbustos ofrecen a la fauna y al caminante sus apreciados frutos; y por todas partes se oyen los cantos de muchas aves, que van de paso hasta el centro del continente africano.




La mañana llega sin una nube en el cielo, con una temperatura muy agradable, de unos 14ºC. Estamos en el interior del bosque lineal de alisos que acompaña al río, formado por altos árboles caducifolios de hojas anchas, que no dejan pasar la luz del sol y regulan mucho las temperaturas. 




Una lavandera cascadeña joven recorre las orillas y las chorreras del río... Busca de insectos que viven y se crían en estos medios.




Las escasas lluvias caídas días atrás y la humedad ambiental, han despertado los pastos nuevos del comienzo del otoño y el color de las hojas de los álamos...




En muchos hormigueros se produce la evasión y el vuelo nupcial de las futuras reinas, que formarán nuevos hormigueros... Para las aves insectívoras que están emigrando, son una fuente de energía muy importante. Para las que vienen o se quedan, mamíferos insectívoros y peces, son un alimento muy considerable.




La humedad ambiental y ciertas anomalías que se han producido en la corteza del chopo negro, han generado la formación del yesquero. Una seta parásita de madera, que pone otro punto más en la ribera del río.




En la mayoría de los tramos, las orillas están pobladas por densa vegetación que acompaña a los alisos. Las zarzas, rosales silvestres, espinos albares, lúpulos, saúcos y sauces, entre otros, forman un laberinto forestal, donde prosperan los pájaros de los bosques, sotos y ríos.




Metido en el claroscuro de la floresta, el mirlo común se siente seguro y confiado. En esta época del año, pasan y entran ejemplares procedentes del norte.




Las rojas y elegantes bayas del espino albar ya casi están maduras... A lo largo del otoño y el comienzo del invierno, van a proporcionar alimento a todas las aves y mamíferos de la zona.




Llegamos a un tramo donde resisten los últimos restos del monte mediterráneo que cubrió toda la zona. Aquí habitan encinas centenarias de unos doscientos años, acompañadas por espinos albares, saúcos, rosales silvestres, zarzas...




Posado en la rama seca de un fresno, vemos a un papamoscas gris. Está a la caza de moscas y mosquitos, en un vuelo que le va a llevar hasta África tropical.




Estas pequeñas manchas mediterráneas han sobrevivido a la sobreexplotación forestal y ganadera. Son el último exponente natural que queda en este tramo del río... Si desaparecen, lo harán para siempre.




Con el paso de los días, las pequeñas bellotas de las encinas van creciendo y engordando. Son el futuro de la especie, y el de muchos habitantes de la zona.




El pico picapinos busca insectos en el interior de la corteza de un chopo negro. Al sentir mi presencia, se detiene y se queda observando...




En este ecosistema incomparable, el aliso es el principal y único exponente. Como árbol, ocupa un nicho ecológico irremplazable. Es el único árbol de nuestras riberas y sotos, que vive en la misma orilla del río, y no muere en las riadas. Los sauces, álamos y olmos, mantienen la distancia con la orilla.




Metido entre las lianas de una zarza que caen al río, nada el macho de ánade real...




En el interior de una mancha de fresnos, encuentro grandes ejemplares muy humanizados. El que vemos en la fotografía, por el aspecto que tiene el interior de su tronco, sufrió un incendio hace años.




En una pequeña vereda abierta por las ovejas, vemos la señal inequívoca del paso de un topo. Otro habitante misterioso que vive cerca de nuestros ríos.




La sequía de este verano se aprecia en el caudal del río. Ha sido un verano muy seco, en el que las precipitaciones apenas se han dejado sentir. En el que se han secado muchas fuentes, y grandes árboles muy importantes e irremplazables en los montes...




En la orilla vemos a un colirrojo real macho bebiendo. Estos pájaros crían en los bosques de alta montaña, en el centro y norte de Europa. Ahora, en su viaje migratorio hasta África tropical, es normal verle en zonas arboladas.




En las orillas soleadas crecen pequeñas manchas  de eneas. En esta época presentan sus vistosas y curiosas flores maduras.




Cerca del puente, me paro un momento junto al fresno centenario... En este punto, a veces se deja ver la nutria...




Más abajo, en un pequeño claro del río, veo a una polla de agua buscando alimento. Al sentir mi presencia, se mete entre las eneas...




La mayoría de las zonas están cubiertas por zarzas y rosales silvestres, que hacen muy difícil el paso. Hay que armarse de paciencia y de un buen palo, para entrar en estos lugares y descubrir lo que esconden.




Con la humedad ambiental, algunas especies de setas ya se han despertado.




En un pequeño cenagal de la orilla, un andarríos grande busca insectos y gusanos... De pronto, como un fantasma, aparece un rascón. El también va buscándose la vida por la orilla del río.




Llegando a la confluencia con el Río Jarama, me detengo unos instantes para observar esta encina. Es la más grande de la zona norte de Madrid. Si quieres saber su historia pincha el enlace, La Encina Grande de Pesadilla




La luz cálida del sol atraviesa las hojas de las zarzas... Las enciende de luz y color.




En el tramo final, donde se une el Guadalix con el Jarama, me detengo un instante... Me vienen a la memoria recuerdos de los años 70... De la cantidad de familias y de grupos de amigos que venían, para pasar el día y bañarse. Entonces, los ríos llevaban más agua, no se habían contaminado y el bosque de ribera no era tan denso.




Posada en las ramas altas de un chopo negro, la garza real vigila la junta de los ríos... Un bioindicador más, de la importancia y la salud de nuestros ríos.





jueves, 1 de septiembre de 2016

EL EXTERMINIO DE LAS AVES INSECTÍVORAS




Ahora se encuentran en plena emigración hacia África, millones de aves insectívoras que han nacido en todos los bosques de Europa. Unos treinta millones de estos pájaros, mueren todos los años en los países de la ribera del Mediterráneo, en trampas prohibidas y perseguidas por la ley, que el hombre sigue colocando...


lunes, 15 de agosto de 2016

EL RÍO BERBELLIDO.


Entrado el mes de agosto, cuando el sol y las altas temperaturas han hecho y hacen mella en la meseta castellana, los ríos de alta montaña se convierten en esos lugares atractivos y maravillosos, donde el paisaje se mantiene verde, el ambiente es fresco, y el sol y el calor no molestan. Hoy, vamos a hacer un recorrido por un río que nace a los pies del Pico de El Lobo, en plena Sierra de Ayllón, por un valle que estuvo poblado por hayas hace trescientos años...




En la orilla del río, posada en la rama alta de un sauce de montaña, veo a una hembra joven de pito real, nacida esta primavera. Está inmóvil, pues se ha dado cuenta de mi presencia.




Cerca, entre abedules, cerezos silvestres, sauces y pequeños tejos, me paro unos instantes para ver el panorama...




La mayoría de los cerezos silvestres ofrecen sus abundantes y sabrosos frutos. Numerosos pájaros se acercan a ellos a estas horas del día para alimentarse.




En un recodo del río, observo a un escribano soteño macho bebiendo. Un pájaro común en estas zonas, que pasa muy desapercibido.




El río está encajado en un valle estrecho de alta montaña, poblado principalmente por robles melojos...




Sus aguas dulces bajan cantarinas entre las grandes piedras. En las últimas dos décadas, las precipitaciones en forma de nieve y de lluvia, han descendido bastante en estas montañas. En las márgenes del río se aprecian las huellas.




Una lavandera cascadeña joven, recorre sus orillas buscando insectos que viven en este nicho ecológico.




Cerca del río se ven robles albares de mediano porte. Esto nos da una idea de como ha sido la gestión del bosque en esta zona de la montaña.


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Sobre las hojas de roble veo una pluma de la cola de un arrendajo. Un elegante córvido forestal que habita en estos montes.




En los rincones encajados del valle, donde el sol castiga menos, aparecen entre los robles pequeños bosquetes de álamos y abedules, acompañados por cerezos silvestres, serbales y abundantes arbustos. En estas zonas, se nota más la presencia de los pájaros del bosque.




Sobre la corteza de un roble cubierto por la hiedra, descansa un ciervo volante. En los últimos diez años la población de este interesante escarabajo, está aumentando en los robledales que cubren las laderas de estas montañas.




La flor de la cardencha destaca entre las ramas del rosal silvestre...





La luz del sol se cuela entre los robles, abedules y sauces que acompañan al río. Crea otro ambiente, otra situación... Que volverá a cambiar en cada hora del día.




A esta hora, a 10,30, un pinzón común macho se acerca a la orilla para beber. Después se va por el bosque para buscar su alimento.




Las paredes del viejo molino todavía aguantan la desidia, el abandono y el paso del tiempo. La naturaleza y el bosque le van integrando en el ambiente...




Los verdes frutos del endrino empiezan a pintar. Entrado el mes de octubre, estarán maduros.




Al pasar cerca de unas rocas, veo a un reptil que se mete dentro de un agujero. Me detengo unos instantes y espero... A los tres minutos se asoma. Es un lagarto verdinegro joven. Una lagarto muy escaso, que sólo habita en La Península Ibérica.




A lo largo del cauce se ven abedules de considerables portes. Esta especie forestal fue mucho más abundante hace 200-300 años. En la actualidad se está recuperando, y está ocupando las zonas donde fue eliminado por la mano del hombre.




Un carbonero común se posa en una rama caída para beber. Mientras bebe, no deja de observar la zona.




Hace trescientos años, el haya era una de las especies forestales que predominaba en estas laderas, acompañada por robles albares, comunes, melojos, tejos, mostajos... La gestión irracional de los recursos forestales, trajo la extinción del haya en todo el valle, y el peligro de extinción para la mayoría de las especies arbóreas y arbustivas.




Siguiendo la rama caída de un sauce, el pico picapinos se aproxima al agua...




En las zonas umbrías, donde el suelo es más profundo, habitan pequeñas manchas de abedules, sauces y avellanos...




En esta época, las curiosas y llamativas avellanas ya están formadas. A primeros de octubre estarán maduras.




Otra ave típica de estos bosques atlánticos es el picogordo. Un pájaro que está especializado en el consumo de semillas duras, como los pipos de las cerezas silvestres, endrinas...




Los viejos testigos de otras épocas, van apareciendo por la orilla del río...




En los cantos rodados de la orilla, se ven las mudas de plecopteros o moscas de las piedras.  El paso del agua a la tierra, al aire. Este insecto, ha pasado la mayor parte de su vida dentro del agua, bajo las piedras del río.




En las plantas y arbustos de las orillas soleadas, se posan los caballitos del diablo. Otro insecto que pasa gran parte de su vida en el interior de las aguas del río.




La luz del medio día alumbra casi todo. Junto a un abedul, me detengo unos instantes para observar el panorama...




Al rato, un mirlo joven se acerca a la orilla del río para beber. Da la sensación de que no ha visto en su corta vida a un humano, pues a pesar de la corta distancia (unos seis metros) no tiene miedo.




A lo largo de la mañana he visto tejos, abedules, serbales, algún acebo joven, olmos de montaña, álamos temblones, robles albares... Según el testimonio de algunos habitantes del pueblo de Bocígano, por donde pasa el río, nunca han visto hayas en este término municipal.




El sol de la tarde empieza a declinar. Sus rayos se cuelan por la ladera cubierta de robles y abedules, creando un claroscuro interesante y agradable... Que apenas deja ver el movimiento de los habitantes del bosque.




En un recodo de la orilla percibo el movimiento de alguien... Muy quieto, con la ayuda del teleobjetivo le veo. Es una cría de corzo, que ha bajado hasta el río para beber. Más arriba, tapada por los robles, se encuentra la madre...




En las zonas del río donde apenas da el sol, se crea un microclima más fresco y húmedo, en las que prosperan varias especies de helechos.




En esta zona, a unos 1400 metros de altitud, donde los abedules y los avellanos son más abundantes, me paro un rato para observar el interior del bosque, el río... El medio ambiente que me rodea...




Cerca, por las piedras, un trepador azul se acerca hasta el río para beber y bañarse...





lunes, 1 de agosto de 2016

LA LEYENDA DE UN PUEBLO CON REY





Patones es un pueblo con misterio, con leyenda, con historia... Sus valles y sus cuevas estuvieron habitadas hace más cincuenta mil años. Tuvo rey, cuando el rey de Las Españas gobernaba medio mundo. En la actualidad, a través de sus calles, sus fuentes y sus casas, puede seguir contando sus historias, gracias al empeño de ciertos vecinos, personas y a un turismo rural, que no han permitido que este pueblo muriese en el olvido y el abandono.