martes, 17 de febrero de 2015

LA DEHESA DE VALDELATAS.


La Dehesa de Valdelatas, es una de las escasas manchas forestales sobre arenas de Madrid, que ha sobrevivido gracias a ciertos intereses sociales y económicos... Con otro nombre, ya se la cita en El Libro de La Montería de Alfonso XI, escrito en el siglo XIV.




La mancha de pinos piñoneros se despierta pintada por la blanca escarcha. La temperatura ambiental es de -4ºC. La luz poco a poco se va metiendo dentro del monte...




Sobre las varas de unas zarzas que rodean una fuente, se pueden ver curiosas formas de hielo.




El sol cálido de la mañana empieza a meterse por el monte. La luz es vida y color...




Un grupo de seis jilgueros se mueve por la zona... Se arreglan las plumas y se preparan para irse por las zonas abiertas, en busca de semillas.




Después de la guerra civil, la dehesa quedó muy deforestada. Proporcionó leña durante los años malos, a los habitantes de los pueblos cercanos. En las décadas siguientes se puso en marcha un programa de reforestación, principalmente con pinos piñoneros. En la actualidad podemos ver importantes manchas con grandes ejemplares.




La luz limpia de la mañana enciende las hojas nuevas de las jaras. Son como pequeños candiles dentro del bosque de pinos.




En el tronco de una encina, observo a un pito real hembra. Está inmóvil, pues seguro que me ha visto antes. Me quedo unos segundos observando, y hago unas fotografías... Después, muy despacio, se esconde detrás del tronco, para luego marcharse en un vuelo raso por el monte.




La vegetación autóctona principal, está compuesta por la encina. En la actualidad podemos ver importantes manchas, que se están recuperando bastante bien.




Sobre el monte de encinas y pinos piñoneros, se alza la caseta de vigilancia del guarda forestal, y las altas montañas del Guadarrama.




A lo largo del año, no es raro ver algún ejemplar de buitre leonado por el cielo de la dehesa. Están de paso, o buscan algún animal muerto por la zona.




Otro árbol que se utilizó para repoblar la dehesa, fue el pino resinero. Hoy forma pequeñas masas muy interesantes, con ejemplares considerables.




En la actualidad, los jabalíes se han hecho muy abundantes en todos los montes del centro de Madrid. En ciertas zonas de la dehesa, como vemos en la fotografía, se puede ver como levantan el suelo en busca de bulbos y de insectos. Parece que ha pasado un tractor.




Por la dehesa pasan las aguas del Río Lozoya, para dar de beber a Madrid... En la fotografía vemos uno de los acueductos de El Canal de Isabel II, que cruza por uno de sus valles.




En un pequeño claro, observo a una liebre tomando el agradable sol. Al sentir mi presencia, se marcha con mucho sigilo, sin dejar de mirarme...




Por toda la dehesa cruzan pequeños arroyos. Algunos llevan agua.




En varias zonas, cubiertas por grandes pinos piñoneros, el monte de encinas y jaras se va recuperando... Se crea un paisaje mixto muy interesante, donde ciertas especies pueden habitar y criar.




Bajo la copa de unos grandes pinos piñoneros, encuentro las plumas de una paloma torcaz. La huella inequívoca de que el azor ha pasado por aquí.




En el pasado, la dehesa fue un monte mediterráneo mixto, poblado principalmente por encinas y quejigos. En la fotografía vemos varios ejemplares de quejigo rebrotados de cepa.




En la sombra, todavía cubierta por la escarcha, vemos la hoja de un quejigo.




Cerca del canal, en una pequeña fuente, observo a varios pájaros entrando a beber y a bañarse... Escondido entre unas jaras y el tronco de un pino; con la ayuda del teleobjetivo, mucha paciencia e inmovilidad, consigo hacer unas fotografías a varios ejemplares... En la imagen un verderón común.




El sol apenas calienta. Su luz fría, se mete entre los fresnos, sauces y espinos del arroyo... Crea un ambiente, una imagen, donde el invierno se manifiesta en todos sus detalles.


martes, 10 de febrero de 2015

POR UNA MANCHA DE CASTAÑOS DEL VALLE ALTO DEL RÍO TIÉTAR




La mañana de febrero llega con el cielo cubierto de blancas y grises nubes. El frío en el ambiente se palpa y se siente en la cara... Me da que en cualquier momento, cuando se pare el aire, se va a poner a nevar.




Recorriendo un camino histórico, ya en desuso, me adentro en el monte.




Entre las hojas y los "erizos" veo que se mueve algo... Me quedo quieto y observo. Veo a un pequeño ratón de campo, calvo, que busca castañas sanas para alimentarse o almacenarlas.




Durante los meses de invierno, el bosque parece transparente. Ahora sus hojas no ocultan nada, y se ve casi todo. Es otra forma interesante de ver como es este bosque durante la estación fría.




Junto a un arroyo, habita un castaño con unos cinco metros de perímetro en la base de su tronco. Un árbol que por circunstancias... no se cortó para madera.




Estos bosques, han tenido un aprovechamiento racional histórico, desde hace unos dos mil años. De ellos han salido castañas para la alimentación, y madera para la construcción y la carpintería.




En su día, se llegó a cuestionar la autenticidad natural de estas manchas forestales. Ciertos expertos defendían, que los había plantado la civilización romana; otros, las gentes de los pueblos... El tiempo y la investigación seria, han demostrado que los puso la naturaleza, a lo largo de su evolución.




En el cielo vuela el elegante milano real. Sin apenas batir las alas, el viento le lleva a donde él quiere...




El día no cesa de cambiar... Ha llovido, nevado, hace aire, para un poco, sigue... El monte da la impresión de estar vacío de fauna, pero tiene dos cosas fundamentales para que esta no se valla y siga en la zona; el hábitat y abundantes castañas sanas, escondidas entre la hojarasca y los erizos.




Durante el invierno fructifica el rusco. Una especie subtropical, que se quedó en la península cuando retrocedieron las selvas tropicales.




El abandono comercial de las castañas en muchas zonas, está propiciando la regeneración natural del bosque. En esta imagen podemos ver numerosos castaños jóvenes, nacidos de fruto, junto a grandes castaños centenarios.




En la actualidad, es muy difícil saber como es un bosque natural de castaños. La variedad de flora y fauna original y su estructura en los diferentes relieves geográficos donde se asientan. Fue uno de los primeros bosques en los que intervino la civilización, debido a la calidad e importancia de su fruto, y posteriormente su madera. Por ahora, tenemos que conformarnos con lo que hay, que no es poco.




Dado el aprovechamiento forestal que han tenido los castañares, los pájaros carpinteros no han estado bien vistos por el hombre, y han sido escasos en el pasado. En los últimos años, gracias a la recuperación que están teniendo algunas especies, es común ver en estas manchas, a pitos reales y picos picapinos, como el de la fotografía.




La tarde se acaba. En la raya del monte localizo a un grupo de castaños de considerables edades y tamaños. Junto a uno de ellos, me quedo observando las laderas del valle, cubiertas de castaños y robles...


martes, 3 de febrero de 2015

POR SAN BLAS, LA CIGÜEÑA VERÁS...


En los primeros días del mes de febrero, las aves que emigran ya están en marcha. Unas ya han partido, otras empiezan a moverse, y las más madrugadoras, ya han llegado a los lugares donde nacieron. En los últimos treinta años, muchas cigüeñas blancas se quedan en La Península Ibérica todo el año. La mayoría se marcha en verano, para volver mediado el invierno.




La luz del nuevo día empieza a reflejarse en la laguna...




El frío reina en el ambiente... El pasto está cubierto por una fina capa de escarcha. Los primeros rayos del sol, encienden los grandes álamos que acompañan al río.




Un ratonero salta de la rama alta de un chopo negro y sobrevuela la zona. Después se pierde por la ribera del río.




En esta época del año el suelo de la ribera apenas tiene vegetación, pues las bajas temperaturas no dejan que se desarrollen las herbáceas y las zarzas.




En la laguna nadan varios ejemplares de ánade real...




En las zonas donde la pala de la excavadora no llegó, habitan grandes ejemplares de álamos negros y blancos. Son importantes bioindicadores, que nos cuentan con su presencia como era el estado de la ribera, antes de que la alterara el ser humano.




En el nido construido sobre el tronco de un chopo, observo a una pareja de cigüeñas blancas... Ya han vuelto. Históricamente, esta imagen ha estado asociada al buen tiempo venidero...




Más que de invierno, el día parece de primavera...




En ciertas zonas, la ribera está cubierta por densos bosquetes de álamos y sauces.




Pequeños grupos de mosquiteros, recorren las orillas de las lagunas y del río. Cazan con sus vuelos cortos y nerviosos, pequeños insectos voladores.




Con el paso del tiempo, los árboles autóctonos van colonizando las zonas más propicias para su desarrollo. Zonas que la mano del hombre les arrebató un día, para coger las arenas y grabas que estos guardaban con sus raíces.




En el poste de un tendido eléctrico, veo a otra pareja de cigüeñas blancas posada en el nido.




Son cigüeñas que no quieren trato con el hombre, que viven salvajes. 




A lo largo de la mañana he visto: cormoranes, garzas reales, garcillas bueyeras, patos de diversas especies, martines pescadores, pájaros carpinteros, rapaces... Un mundo muy variado y ameno que está presente en las riberas, donde las condiciones ambientales se han respetado un poco.




Posados en un sauce, observo a un bando de estorninos negros. Unos cantan, otros se arreglan las plumas... Después salen volando hacia otro árbol.




Las aguas del Río Jarama, aunque van muy mermadas para la época del año, corren limpias. Reflejan los tímidos rayos del sol del invierno...


martes, 27 de enero de 2015

12 INSTANTES EN EL BOSQUE ATLÁNTICO.





12 Fotografías realizadas a lo largo de un año, en los variados bosques de hoja caduca que cubren las laderas de las montañas de Madrid. Imágenes que cuentan el momento, el instante vivido.

martes, 20 de enero de 2015

EL CRUDO INVIERNO EN LOS PINARES DE ALTA MONTAÑA DEL SISTEMA CENTRAL


Hoy vamos a entrar en un pinar silvestre de alta montaña... En un día frío, de hielo, de nieve hasta la cintura; de nieblas que cubren las laderas de las montañas... Un día en el que no se ve un alma por el bosque. Sólo se ven los rastros de la fauna.




Ha amanecido el cielo cubierto y con nieblas en las altas cumbres. El termómetro del último pueblo por el que he pasado, marcaba los -8ºC. El panorama que vemos... es de absoluta soledad.




Por la orilla del río hay que andar con mucho cuidado, pues todo está helado. El silencio casi es total. Lo único que se escucha, son las aguas que corren libremente entre los pinos silvestres.




En los rápidos, el río se vuelve escultor, crea arte. Sus aguas crean formas muy curiosas, al quedarse congeladas en las hierbas de las orillas, y en las ramas de los árboles y arbustos.




En muchas zonas, la nieve acumula espesores de cerca de un metro, que hace que sea muy duro andar por el pinar.




Aquí, debido a la meteorología, la orografía del terreno y las bajas temperaturas, de hasta -20ºC, que se suceden durante muchos días en invierno, el ser humano no ha podido establecerse.




Las nubes, de vez en cuando se abren, y dejan pasar los rayos del sol...




En un paso estrecho del río, se ha quedado para la posteridad el puente romano más auténtico de Madrid.




La nieve que cayó hace unos días, ahora hecha hielo, nos muestra las hojas de los escasos robles que habitan en el pinar. 




Pasado el medio día, las nubes se han cerrado completamente. Por las laderas de las montañas empieza a bajar una brisa en forma de neblina, que aconseja ponerse los guantes y abrigarse bien, si queremos seguir andando por estos lugares. Por cierto, en toda la mañana no he visto un ser humano. Algún trepador azul, carbonero garrapinos y el rastro de dos ardillas, que han comido piñas. Poco más.




El ambiente que estamos viendo, es el mismo que pueden ver los habitantes de los Países Escandinavos, la taiga rusa o Alaska. Estos pinares silvestres llegaron hasta el Sistema Central a lo largo de las glaciaciones, y se han quedado con nosotros para siempre.




Cerca de la orilla del río, veo las huellas que han dejado dos lobos. Son las huellas de los últimos lobos del Sistema Central. Lobos que acabarán sus días, seguramente, atropellados en una carretera o muertos en una montería.




La extensa mancha de pinos silvestres, puebla todos los pequeños valles de la cuenca alta del Río Lozoya. Ahora, la fauna que aguanta este clima vive tranquila, pues ningún ser humano la va a molestar.




Las lagunas y pequeños embalses, están cubiertos con una gruesa capa de hielo y de nieve.




Sobre la cota de los 1600 metros empieza a nevar. Grandes copos de nieve se van depositando sobre las ramas de los pinos.




Dentro del bosque, el silencio es absoluto...




En el puerto, la ventisca viene con grandes copos. La imagen que queda, nos puede parecer interesante, bonita, elegante... Esto, va a poner a prueba a todos los seres vivos del pinar, y el que no esté preparado, no verá la próxima primavera.