La Dehesa de Valdelatas, es una de las escasas manchas forestales sobre arenas de Madrid, que ha sobrevivido gracias a ciertos intereses sociales y económicos... Con otro nombre, ya se la cita en El Libro de La Montería de Alfonso XI, escrito en el siglo XIV.
La mancha de pinos piñoneros se despierta pintada por la blanca escarcha. La temperatura ambiental es de -4ºC. La luz poco a poco se va metiendo dentro del monte...
Sobre las varas de unas zarzas que rodean una fuente, se pueden ver curiosas formas de hielo.
El sol cálido de la mañana empieza a meterse por el monte. La luz es vida y color...
Un grupo de seis jilgueros se mueve por la zona... Se arreglan las plumas y se preparan para irse por las zonas abiertas, en busca de semillas.
Después de la guerra civil, la dehesa quedó muy deforestada. Proporcionó leña durante los años malos, a los habitantes de los pueblos cercanos. En las décadas siguientes se puso en marcha un programa de reforestación, principalmente con pinos piñoneros. En la actualidad podemos ver importantes manchas con grandes ejemplares.
La luz limpia de la mañana enciende las hojas nuevas de las jaras. Son como pequeños candiles dentro del bosque de pinos.
En el tronco de una encina, observo a un pito real hembra. Está inmóvil, pues seguro que me ha visto antes. Me quedo unos segundos observando, y hago unas fotografías... Después, muy despacio, se esconde detrás del tronco, para luego marcharse en un vuelo raso por el monte.
La vegetación autóctona principal, está compuesta por la encina. En la actualidad podemos ver importantes manchas, que se están recuperando bastante bien.
Sobre el monte de encinas y pinos piñoneros, se alza la caseta de vigilancia del guarda forestal, y las altas montañas del Guadarrama.
A lo largo del año, no es raro ver algún ejemplar de buitre leonado por el cielo de la dehesa. Están de paso, o buscan algún animal muerto por la zona.
Otro árbol que se utilizó para repoblar la dehesa, fue el pino resinero. Hoy forma pequeñas masas muy interesantes, con ejemplares considerables.
En la actualidad, los jabalíes se han hecho muy abundantes en todos los montes del centro de Madrid. En ciertas zonas de la dehesa, como vemos en la fotografía, se puede ver como levantan el suelo en busca de bulbos y de insectos. Parece que ha pasado un tractor.
Por la dehesa pasan las aguas del Río Lozoya, para dar de beber a Madrid... En la fotografía vemos uno de los acueductos de El Canal de Isabel II, que cruza por uno de sus valles.
En un pequeño claro, observo a una liebre tomando el agradable sol. Al sentir mi presencia, se marcha con mucho sigilo, sin dejar de mirarme...
Por toda la dehesa cruzan pequeños arroyos. Algunos llevan agua.
En varias zonas, cubiertas por grandes pinos piñoneros, el monte de encinas y jaras se va recuperando... Se crea un paisaje mixto muy interesante, donde ciertas especies pueden habitar y criar.
Bajo la copa de unos grandes pinos piñoneros, encuentro las plumas de una paloma torcaz. La huella inequívoca de que el azor ha pasado por aquí.
En el pasado, la dehesa fue un monte mediterráneo mixto, poblado principalmente por encinas y quejigos. En la fotografía vemos varios ejemplares de quejigo rebrotados de cepa.
En la sombra, todavía cubierta por la escarcha, vemos la hoja de un quejigo.
Cerca del canal, en una pequeña fuente, observo a varios pájaros entrando a beber y a bañarse... Escondido entre unas jaras y el tronco de un pino; con la ayuda del teleobjetivo, mucha paciencia e inmovilidad, consigo hacer unas fotografías a varios ejemplares... En la imagen un verderón común.
El sol apenas calienta. Su luz fría, se mete entre los fresnos, sauces y espinos del arroyo... Crea un ambiente, una imagen, donde el invierno se manifiesta en todos sus detalles.