Entrado el otoño, en los montes mediterráneos del centro de la Península Ibérica, se inicia otro acontecimiento natural interesante, que se conoce con el nombre popular de "la ronca", debido al ronco berrido que lanzan los gamos machos en celo.
El gamo, aunque es un herbívoro que prefiere de los montes claros, también tiene querencia por las manchas densas de vegetación, donde se alimenta y se defiende de los peligros y de las inclemencias meteorológicas.
Un grupo de machos de distintas edades y algunas hembras, pastan entre las grandes encinas del monte.
La luz clara de la mañana se mete entre los grandes alcornoques. La tormenta que descargó hace tres días, ha despertado los verdes que andaban dormidos durante el verano.
Un hermoso gamo termina de limpiar sus cuernas con la rama caída de un chopo. Tienen que estar preparadas para los combates que van a tener lugar en los días venideros.
Las grandes manchas de monte mediterráneo dedicadas desde tiempo inmemorial para la caza, son el hábitat natural de los gamos históricos de la Península Ibérica. De estos montes han salido los ejemplares para repoblar las fincas de caza.
Bajo la sombra de una encina, el gamo no deja de observarme...
Las ásperas y amargas bellotas del alcornoque, pronto estarán maduras y caerán. Otro alimento importante para los habitantes del monte.
Sorprendida, la elegante hembra del gamo se queda mirándome durante unos segundos... Después desaparece entre las encinas y los alcornoques.
Otro día, la mañana llega con niebla al monte. La humedad se deja sentir en el ambiente y en el rocío de la hierba, que todo lo empapa.
En el fondo del pequeño valle, donde a estas horas apenas entra la luz, me encuentro con buen ejemplar que viene pastando con las hembras.
Las grandes manchas de pino piñonero vuelven a latir con las lluvias del otoño. En sus copas se mecen las grandes piñas y en el suelo crece el fino pasto, el principal alimento de los fitófagos del monte.
Han estado pastando en el claro del monte. Ahora, a media mañana, se han bajado a la vega del arroyo para pastar y descansar...
Las lluvias regulares del otoño y las temperaturas templadas, enciende los colores de los chopos negros del río.
La luz rasante de la tarde, nos muestra una agradable visión de un tramo del río. Entre los grandes chopos y fresnos, un gamo ronca entre las hembras que le acompañan.
Otro día, amanece con los cielos cubiertos de nubes. Hoy el sol va a tardar en salir... El ambiente es fresco y húmedo. Por el aire corre un intenso aroma a jara.
Las hembras son las que marcan el ciclo de la ronca. Según las va viniendo el celo, y van siendo cubiertas por uno o varios machos, va transcurriendo el ciclo, que acabará conforme venga el otoño y el número de hembras que habite en el monte.
En estas grandes manchas forestales de monte mediterráneo, conviven con el gamo especies muy interesantes y únicas en el mundo, como el ciervo, el gato montés, el águila imperial ibérica, el buitre negro...
Las intensas peleas que hacen para conseguir los favores de las hembras, tienen sus consecuencias en las cuernas de los grandes gamos. Si observamos la pala derecha de este ejemplar, veremos que le falta un trozo, que ha perdido en un intenso combate.