Durante el final del verano y el comienzo del otoño, pasan o entran a invernar en La Península Ibérica, millones de aves insectívoras procedentes de Europa. En esta época del año son cazados ilegalmente, más de cinco millones de pájaros insectívoros, con métodos tradicionales como las ballestas o las escopetas de aire comprimido.
Estos pequeños pájaros son el insecticida natural de las masas forestales y de los prados alpinos. Ellos se encargan de controlar de forma natural las plagas de insectos.
El alcaudón común es uno de los pájaros que sufre esta caza. De no ser por ella, sería más abundante en los montes y las vegas.
Cuando el verano va a terminar, la zarzas de arroyos y ríos ofrecen abundantes moras maduras. Esta abundancia de frutos atrae a muchas especies de aves insectívoras, que complementan su alimentación durante el paso.
Las riberas arboladas de arroyos y ríos, son ahora las carreteras por las que pasan las aves insectívoras en su viaje migratorio hacia África, o entran a invernar en toda La Península Ibérica.
Cada pájaro tiene su territorio y su nicho ecológico en la emigración. Viajan todos por los mismos lugares, pero manteniendo el orden y las distancias, de esta forma no compiten por el alimento.
El colirrojo real está especializado en la captura de pequeños insectos en el suelo del bosque, y prefiere las zonas "cerradas".
Esta imagen, callada y oculta, se viene repitiendo en la Península Ibérica durante varios siglos, en los meses de septiembre y octubre. Una imagen patética, triste... de una hembra de colirrojo real, que se ve atraída por una ballesta cebada con una hormiga de ala. Una imagen con la que hay que acabar.
Los sotos y riberas bien conservados, poblados por grandes álamos negros y blancos, son el hábitat ideal de muchas especies durante su emigración... En la fotografía vemos una zona de la ribera del Río Jarama, cubierta de chopos negros.
En las pequeñas ramas secas que sobresalen de los árboles, encuentran el posadero ideal los papamoscas. Desde aquí observan el vuelo de los pequeños insectos, principalmente moscas, desde donde se lanzan para cazarlas.
El papamoscas gris tiene una forma muy particular de capturar los insectos voladores; se posa en una rama, y cuando ve un insecto volador por el aire, se lanza en su captura y vuelve a la misma rama.
A finales de septiembre el otoño se empieza a notar en la ribera del río... Los verdes oscuros intensos, se empiezan a tornar en verdes claros, amarillos y ocres.
Sobre la rama caída de un chopo, se posa un papamoscas cerrojillo, vestido con el plumaje de invierno.
las lindes de los arroyos y los ríos, son el coto de caza ilegal de miles de personajes dañinos, que van a matar a millones de pequeños pájaros insectívoros nacidos en toda Europa. Pájaros alegres, cantores, de elegantes colores, que limpian los bosques de insectos perjudiciales y mantienen controladas las plagas. En la fotografía vemos a un papamoscas cerrojillo, entrando a una ballesta cebada con hormiga de ala...
Atraída por el insecto, inmediatamente va a capturarle...
Pero falla la trampa. Afortunadamente en esta ocasión y en muchas, la ballesta no captura. El pequeño pájaro ha cogido la hormiga y ha salvado la vida. Tiene otra oportunidad...
Para este papamoscas cerrojillo no habrá una segunda oportunidad. Aquí ha terminado su viaje migratorio para siempre.
Esta imagen, si no la frenamos a tiempo, se va a repetir varios millones veces otro año más. Otra imagen patética, de otro tiempo, en el que los pájaros eran muchísimo más abundantes, y el mundo rural necesitaba todos los recursos para vivir. Ahora, esto se hace por placer.
Los chopos y sauces de la ribera van cogiendo los colores del otoño. El suelo se ha vuelto a cubrir de verde por las continuas lluvias. A lo largo del mes de octubre, terminan de pasar o instalarse en la península todos los pájaros insectívoros.
En los montes y riberas arboladas, se encuentran invernando mirlos, zorzales, petirrojos, ruiseñores bastardos, alcaudones reales, totovías... Un enorme número de aves insectívoras, la mayoría procedentes del centro y norte de Europa, que va a ser diezmado por las ballestas cebadas con hormiga de ala. En la fotografía vemos a un elegante petirrojo, posiblemente venido de las Islas Británicas.
Entrado noviembre, los frutos del majuelo ya están maduros. Cuelgan de los espinos como pequeñas manazas. Sus frutos van a ser un complemento alimenticio muy importante, para todos los animales que habitan los montes y las riberas.
NOTA: Las fotografías en las que aparecen trampas y aves muertas, forman parte de una campaña que se realizó en los años ochenta, contra la caza ilegal de aves insectívoras.