martes, 3 de febrero de 2015

POR SAN BLAS, LA CIGÜEÑA VERÁS...


En los primeros días del mes de febrero, las aves que emigran ya están en marcha. Unas ya han partido, otras empiezan a moverse, y las más madrugadoras, ya han llegado a los lugares donde nacieron. En los últimos treinta años, muchas cigüeñas blancas se quedan en La Península Ibérica todo el año. La mayoría se marcha en verano, para volver mediado el invierno.




La luz del nuevo día empieza a reflejarse en la laguna...




El frío reina en el ambiente... El pasto está cubierto por una fina capa de escarcha. Los primeros rayos del sol, encienden los grandes álamos que acompañan al río.




Un ratonero salta de la rama alta de un chopo negro y sobrevuela la zona. Después se pierde por la ribera del río.




En esta época del año el suelo de la ribera apenas tiene vegetación, pues las bajas temperaturas no dejan que se desarrollen las herbáceas y las zarzas.




En la laguna nadan varios ejemplares de ánade real...




En las zonas donde la pala de la excavadora no llegó, habitan grandes ejemplares de álamos negros y blancos. Son importantes bioindicadores, que nos cuentan con su presencia como era el estado de la ribera, antes de que la alterara el ser humano.




En el nido construido sobre el tronco de un chopo, observo a una pareja de cigüeñas blancas... Ya han vuelto. Históricamente, esta imagen ha estado asociada al buen tiempo venidero...




Más que de invierno, el día parece de primavera...




En ciertas zonas, la ribera está cubierta por densos bosquetes de álamos y sauces.




Pequeños grupos de mosquiteros, recorren las orillas de las lagunas y del río. Cazan con sus vuelos cortos y nerviosos, pequeños insectos voladores.




Con el paso del tiempo, los árboles autóctonos van colonizando las zonas más propicias para su desarrollo. Zonas que la mano del hombre les arrebató un día, para coger las arenas y grabas que estos guardaban con sus raíces.




En el poste de un tendido eléctrico, veo a otra pareja de cigüeñas blancas posada en el nido.




Son cigüeñas que no quieren trato con el hombre, que viven salvajes. 




A lo largo de la mañana he visto: cormoranes, garzas reales, garcillas bueyeras, patos de diversas especies, martines pescadores, pájaros carpinteros, rapaces... Un mundo muy variado y ameno que está presente en las riberas, donde las condiciones ambientales se han respetado un poco.




Posados en un sauce, observo a un bando de estorninos negros. Unos cantan, otros se arreglan las plumas... Después salen volando hacia otro árbol.




Las aguas del Río Jarama, aunque van muy mermadas para la época del año, corren limpias. Reflejan los tímidos rayos del sol del invierno...


martes, 27 de enero de 2015

12 INSTANTES EN EL BOSQUE ATLÁNTICO.





12 Fotografías realizadas a lo largo de un año, en los variados bosques de hoja caduca que cubren las laderas de las montañas de Madrid. Imágenes que cuentan el momento, el instante vivido.

martes, 20 de enero de 2015

EL CRUDO INVIERNO EN LOS PINARES DE ALTA MONTAÑA DEL SISTEMA CENTRAL


Hoy vamos a entrar en un pinar silvestre de alta montaña... En un día frío, de hielo, de nieve hasta la cintura; de nieblas que cubren las laderas de las montañas... Un día en el que no se ve un alma por el bosque. Sólo se ven los rastros de la fauna.




Ha amanecido el cielo cubierto y con nieblas en las altas cumbres. El termómetro del último pueblo por el que he pasado, marcaba los -8ºC. El panorama que vemos... es de absoluta soledad.




Por la orilla del río hay que andar con mucho cuidado, pues todo está helado. El silencio casi es total. Lo único que se escucha, son las aguas que corren libremente entre los pinos silvestres.




En los rápidos, el río se vuelve escultor, crea arte. Sus aguas crean formas muy curiosas, al quedarse congeladas en las hierbas de las orillas, y en las ramas de los árboles y arbustos.




En muchas zonas, la nieve acumula espesores de cerca de un metro, que hace que sea muy duro andar por el pinar.




Aquí, debido a la meteorología, la orografía del terreno y las bajas temperaturas, de hasta -20ºC, que se suceden durante muchos días en invierno, el ser humano no ha podido establecerse.




Las nubes, de vez en cuando se abren, y dejan pasar los rayos del sol...




En un paso estrecho del río, se ha quedado para la posteridad el puente romano más auténtico de Madrid.




La nieve que cayó hace unos días, ahora hecha hielo, nos muestra las hojas de los escasos robles que habitan en el pinar. 




Pasado el medio día, las nubes se han cerrado completamente. Por las laderas de las montañas empieza a bajar una brisa en forma de neblina, que aconseja ponerse los guantes y abrigarse bien, si queremos seguir andando por estos lugares. Por cierto, en toda la mañana no he visto un ser humano. Algún trepador azul, carbonero garrapinos y el rastro de dos ardillas, que han comido piñas. Poco más.




El ambiente que estamos viendo, es el mismo que pueden ver los habitantes de los Países Escandinavos, la taiga rusa o Alaska. Estos pinares silvestres llegaron hasta el Sistema Central a lo largo de las glaciaciones, y se han quedado con nosotros para siempre.




Cerca de la orilla del río, veo las huellas que han dejado dos lobos. Son las huellas de los últimos lobos del Sistema Central. Lobos que acabarán sus días, seguramente, atropellados en una carretera o muertos en una montería.




La extensa mancha de pinos silvestres, puebla todos los pequeños valles de la cuenca alta del Río Lozoya. Ahora, la fauna que aguanta este clima vive tranquila, pues ningún ser humano la va a molestar.




Las lagunas y pequeños embalses, están cubiertos con una gruesa capa de hielo y de nieve.




Sobre la cota de los 1600 metros empieza a nevar. Grandes copos de nieve se van depositando sobre las ramas de los pinos.




Dentro del bosque, el silencio es absoluto...




En el puerto, la ventisca viene con grandes copos. La imagen que queda, nos puede parecer interesante, bonita, elegante... Esto, va a poner a prueba a todos los seres vivos del pinar, y el que no esté preparado, no verá la próxima primavera.


martes, 13 de enero de 2015

POR LOS CORTADOS DE YESO DEL BAJO JARAMA.


El Río Jarama es el más largo de Madrid. Comparte sus aguas con Guadalajara y Toledo, antes de entrar en El Tajo. Es un río de grandes contrastes ambientales, de paisajes y bosques variados, de fauna y costumbres diversas... Hoy vamos a conocer una zona de uno de sus tramos bajos...




Está amaneciendo... La temperatura ambiental es de unos -3ºC. La tranquilidad en la zona es absoluta.




El río está cubierto por una ligera bruma. El agua de sus orillas está congelada. Algunos patos cucharas y ánades reales, se levantan al sentir mi presencia...




Una focha común busca alimento en la superficie del río. De vez en cuando se sumerge, y saca vegetación acuática en su pico.




Los álamos y tarays que acompañan al cortado, están pintados por la escarcha. No se ve un pájaro por la zona. Sólo se ve algún conejo, que desaparece muy rápido entre las matas de taray.




El día ha vencido a la noche. El sol viene acariciando con su luz los altos páramos. La ribera permanece cubierta por la fría escarcha, pero la vida y el trasiego de aves acuáticas no para...




Sobre las ramas caídas de un chopo, descansan dos cormoranes grandes. Uno abre sus grandes alas para que se aireen las plumas y se sequen bien, pues hace unos instantes que salió del agua. Cuando estén bien secos y sus cuerpos hayan recuperado las calorías perdidas, volverán a nadar y a bucear por el río en busca de peces.




En ciertas zonas del río, donde la extracción de arenas y gravas en el pasado no fue posible, habitan  pequeño bosquetes con grandes ejemplares de taray.




A media mañana, el sol se asoma sobre los altos cortados de yeso. En la umbría todavía se puede ver el suelo cubierto por la escarcha. El río y sus árboles tienen más color...




Una joven garza real, nacida la primavera pasada, observa el paso de los peces. De vez en cuando, lanza su pico con su largo cuello y saca un pequeño pez del agua.




La luz limpia y cálida del día, sin ni una sola nube en el cielo, ilumina los cañizos y los álamos blancos del río. Ahora la temperatura es agradable, en torno a los 12ºC.




En una orilla del río, donde se ha hecho una pequeña charca, observo que entran a pescar dos martines pescadores. Un adulto y un joven del año. Los dos se posan en las mismas ramas y matas. Entran, observan, cambian de posadero, alguna vez se lanzan para capturar un pececillo, y se van por el río. Así durante las dos horas que los observo. En la fotografía vemos al joven del año, muy interesado con lo que ocurre en la charca...




Ahora me encuentro dentro de un estrecho torrente, que se inicia en los altos cerros y páramos de la zona. Estos estrechos callejones de yeso, margas y sedimentos, los han ido excavando las aguas de las tormentas durante miles de años.




Por el camino descubro los restos de un zorro, que abatieron los cazadores al comienzo de la temporada. Sobre el pasto observo su cráneo... Que nos mira como un testigo mudo, de aquel animal elegante y con chispa que dada vida a estos barrancos.




Por esta zona, la civilización humana pasó muy temprano, hace unos quince mil años. Carpetanos, romanos, visigodos, árabes, cristianos... Han dejado los cerros, laderas y barrancos, poblados de esparto, donde apenas crecen algunos tomillos y coscojas. Los montes de encinas, quejigos y coscojas, desaparecieron bajo la presión económica de estas civilizaciones.




En los pequeños y grandes cortados yesíferos, habita una avifauna variada, propia de los cantiles y de las zonas abiertas y subdesérticas: collalbas negras, roqueros solitarios, hacones peregrinos, cernícalos comunes, chovas piquirrojas, palomas bravías... En la fotografía vemos a un ejemplar macho de colirrojo tizón.




En las grandes paredes podemos ver antiguas cuevas, excavadas por el hombre hace siglos, donde se construyeron palomares "naturales" para cría silvestre de las abundantes palomas bravías.




En el río observo a una pareja de ánades reales. La hembra va delante, seguida del macho. Si todo va bien, a mediados de febrero la hembra estará incubando una media de doce huevos.




El sol de la tarde alumbra los grandes tarays y los altos cortados de la vega. Ahora se oye a las chovas piquirrojas que recorren las altas paredes. Con esta imagen dejo la zona... Por el camino observo el vuelo del macho del halcón. Unos metros por detrás llega la hembra... Y se pierden entre el cielo y los cortados...