google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

martes, 15 de mayo de 2018

EL PORCAL


Los últimos kilómetros que recorre el Río Manzanares hasta su unión con el Río Jarama, transcurren por un soto con altos cantiles de yesos, poblados de pinares de pino carrasco, coscojares y espartales, y por variados árboles y arbustos de ribera. En estos ambientes habita una fauna característica, variada y muy interesante. Por todo ello, estos parajes están catalogados como Zona de Especial Protección para las Aves y como Parque Regional del Sureste. Hoy vamos a dar un paseo por algunas de sus sendas...




La primera vez que visité esta zona, a finales de los años 80, dos cosas me llamaron mucho la atención y se me quedaron grabadas. Los grandes cortados de yesos, que surgen en la llanura junto a los ríos. La cantidad de nidos de cigüeñas blancas que había en todos los tendidos eléctricos, de media y alta tensión.
En el cabezal de un tendido de media tensión, la pareja de cigüeñas blancas lleva criando dos temporadas. El macho vigila y observa el panorama... La hembra calienta a los pollos el interior del nido.




El paso continuado del Río Manzanares durante miles de años, ha formado un valle con cantiles yesíferos, poblado por un soto de árboles y arbustos variados...




Por la orilla del río va una garceta blanca... A la pesca y captura de peces, anfibios, culebras o insectos lacustres. Casi todo le gusta.




Este año, debido a las regulares lluvias y temperaturas, la primavera ha llegado con sus fechas a los variados árboles y arbustos del soto. El ambiente forestal, dentro de la normalidad, es impresionante, si lo comparamos con las últimas cuatro primaveras pasadas.




Entre las espadañas y otras plantas que pueblan la orilla, va una gallineta buscando alguien o algo con lo que alimentarse... No se le escapa nada a la vista y todo lo palpa con su pico.




En las escasas zonas del soto, donde las máquinas excavadoras no entraron con sus palas en los años setenta, para extraer la arena y la graba para construir bloques de pisos en Madrid, habitan notables ejemplares de fresno.




Al pasar por un charco grande, se mueven pequeños seres vivos del tamaño de un botón... Son minúsculos sapos corredores,  que están y han pasado la metamorfosis. Los hay fuera del agua sin cola, en la orilla con patas y cola, y dentro del agua sin patas.




En un manantial que drena a una laguna, observo a varios pájaros bebiendo y bañándose... El pequeño herrerillo común, de elegantes colores, es uno de ellos.




Estos ambientes naturales, muy humanizados por el hombre, ven llegar la primavera otro año más. Una época que todo lo renueva...
Hace 80-81 años, esta zona fue una de las líneas de combate más sangrientas de la guerra civil.




En un recodo de la orilla, monta la guardia una garza real que nació el año pasado. Cualquier pez de tamaño pequeño o medio, rana, culebra o roedor, no escapará a su aguada vista y certero arpón.




Metido en la orilla, junto a varios fresnos considerables, me detengo un instante junto a un álamo negro de notable tamaño. Un ejemplar difícil de encontrar en nuestros días.
De los años cincuenta a los ochenta, cientos de ejemplares como este y más grandes, cayeron bajo las palas de las máquinas excavadoras, en las graveras que se establecieron en los ríos de Madrid.




A lo largo de la mañana, el vuelo y el zureo de las palomas torcaces se deja notar por todo el soto...




Arropados por el bosque de ribera, los cantiles de yesos guardan y esconden a algunos de los habitantes que viven aquí. Por el día, a los halcones comunes, cernícalos comunes, milanos negros, chovas piquirrojas, roqueros solitarios... Por la noche, a los búhos reales, zorros, ginetas, garduñas, tejones...




Durante la primavera, el verano y el inicio del otoño, son comunes por el cielo del soto los vuelos de los milanos negros.
Estamos en una de las pocas zonas del mundo, donde estos milanos hacen sus nidos en las rocas.




Al ser un parque natural, cuando mueren los viejos árboles no se talan, se mantienen en el lugar. Insectos, pequeños y medianos mamíferos, reptiles, murciélagos, anfibios y aves, habitan y crían en estos árboles muertos.




Un pico picapinos va recorriendo el tronco de un sauce... Captura larvas de insectos que habitan entre la corteza.




En la fotografía, podemos interpretar el paisaje histórico que tubo la zona antes de que la alterase la gestión del hombre.
El Río Manzanares ha formado un valle entre paredones de yesos, donde habita un soto forestal poblado por álamos, olmos, fresnos, alisos, sauces, majuelos, zarzas, rosales silvestres...
Vemos los cortados de yesos, algunos con treinta metros de caída.
En el techo de los cantiles habita una flora impuesta por la gestión del hombre: espartales y pinos carrascos repoblados. Con un clima que se ha establecido, como consecuencia de la extinción del bosque autóctono, compuesto por pinos carrascos, encinas, quejigos, coscojas, enebros de la miera, majuelos, romeros....




En la rama alta de un sauce que vuela sobre el río, el pájaro moscón está terminando de construir su curioso y elaborado nido. Con lana de las ovejas que pastan por el río y pelusa de los chopos y sauces. En unos días entrará su compañera a poner los huevos.




Algunas zonas, como la que vemos en la fotografía, son el resultado de las acertadas repoblaciones que se están haciendo por todo el parque regional.




Debido a la abundancia de vegetación y la protección de la fauna, el conejo de monte es abundante en toda la zona. Al amanecer y al atardecer, se ven en abundancia pastando en las áreas abiertas.




Gracias a la gestión que están teniendo los ríos de Madrid en los últimos cuarenta años, con el funcionamiento de las plantas depuradoras en todos sus municipios, los ríos han vuelto a tener una calidad ambiental bastante aceptable.
El Manzanares que vemos en la imagen, se ve más transparente, más verde y huele mejor.




La focha recorre y defiende esta parte de la orilla del río... Entre la vegetación se encuentra su compañera incubando los huevos en el nido.




Ahora, las inflorescencias que sueltan los chopos para expandir sus semillas lo cubren todo...




En los últimos años, debido a la calidad ambiental que vuelven a tener las riberas bajas de los ríos, muchas parejas de papamoscas gris se quedan a criar. La gran mayoría lo hace en los bosques de las montañas del Sistema Central.




Más caudaloso y más turbio, debido a los sedimentos que baja, llega el Río Jarama a la junta de los dos ríos. En este punto, el Manzanares cede sus aguas al Jarama.




Por la orilla, medio oculto entre las espadañas y las cañas, nada un macho de porrón común. Un pato que se ha hecho notable en la zona, como consecuencia de la recuperación de los dos ríos.


domingo, 15 de abril de 2018

LA DEHESA DE NAVALVILLAR, UNA DEHESA DE PELÍCULA




La Dehesa de Navalvillar, de 1100 hectáreas de superficie, se localiza en una rampa serrana del Cerro de San Pedro, dentro del término municipal de Colmenar Viejo. Debido a la orientación, los suelos y su altitud, en su origen estuvo poblada principalmente por fresnos, quejigos, robles melojos, arces de montpellier, cornicabras, madroños, sanguinos... acompañados por encinas y enebros de la miera. En la actualidad el paisaje es muy diferente, predomina un extenso pastizal con árboles y arbustos escasos y dispersos, como consecuencia de la mala gestión que ha tenido en los últimos cuatro siglos.




Caminando hacia la dehesa, cruzamos el Arroyo de La Tejada por un puente muy antiguo. Posiblemente de origen romano o medieval.




Por la orilla del arroyo va una urraca buscando algún alimento interesante para desayunar. Todo lo observa y lo registra con el pico.




Las dehesas de Colmenar Viejo han suministrado leñas y carbón vegetal hasta su deforestación total. Durante tres siglos, por ley, estuvieron obligadas al suministro de Madrid. Esta industria y la ganadería, han dado origen al paisaje actual de esta zona. Un paisaje que no es natural y que aporta pocos beneficios a la ganadería, como consecuencia de la falta de árboles y arbustos.




Por los prados localizados cerca de la dehesa, se encuentran restos arqueológicos de diferentes épocas...
El yacimiento de La Fuente del Moro, es un conjunto de sepulturas de origen hispano-visigodo, excavadas en una roca de granito, localizado en el alto de una loma. Los técnicos de la excavación le datan entre la segunda mitad del siglo VII y la primera del siglo VIII.




Debido a lo cerca que está el vertedero de residuos urbanos, donde miles de aves encuentran comida durante todo el año, los milanos reales son comunes en los montes de toda la zona. Durante el otoño, el invierno y la primavera, se les ve sobrevolando las dehesas buscando algo natural para alimentarse.




La gestión actual que tiene La Dehesa de Navalvillar es ganadera. Está partida en cuatro cuarteles que se gestionan a lo largo del año. Según venga el clima y la carga ganadera. La calidad de los pasos es extraordinaria, pero debido a la escasez de árboles que los protejan con su sombra, y a las sequías extremas que estamos padeciendo en los últimos años, en muchas zonas ha desaparecido el pasto importante, y en la mayoría ha mermado mucho. Ciertas herbáceas se están rarificando en exceso.
Como podemos ver en la panorámica de una zona, después de las lluvias que hemos tenido este invierno, los pastos apenas se han recuperado. El paisaje tiene un aspecto lamentable, más parecido al del comienzo del otoño, que al del comienzo de la primavera.




Alrededor de la dehesa existen explotaciones ganaderas considerables. En muchas de ellas todavía se mantienen en pie los corrales y las antiguas cuadras y pajares. Donde se guardaba al ganado por la noche, para que no le atacaran los lobos, y donde se guardaba el pasto, para alimentarle en invierno, sobretodo los días de nieve.




Por estas dehesas pastaron los toros bravos de Bañuelos, Aleas, Martínez, Gómez, Puente... Hoy lo siguen haciendo los de Herederos de Benita Sanz Colmenarejo, Los Eulogios y los de Herederas de Juan Julián Sanz Colmenarejo.
En la imagen vemos a un toro de la ganadería de Los Eulogios.




Este año, las lluvias y las temperaturas están trayendo una primavera regular y estable. Los sauces del arroyo ya han sacado a relucir sus peculiares y llamativas flores, muy visitadas por abejas, abejorros y mariposas.




Los almendros que habitan en el colmenar histórico, ya están cubiertos de abundantes flores.




Los críalos, venidos de África, se hacen notar por todo el entorno, entre cantos y persecuciones de las urracas. Este pájaro no construye nido, ni cuida a sus pollos. Pone sus huevos en los nidos de las urracas, rabilargos y cornejas.




En otros tiempos, cuando esta finca era realmente una dehesa, cubierta por grandes árboles y variados arbustos nobles, el Rey Alfonso XI la solía cazar en invierno con sus monteros, por ser buena de jabalíes.




A lo largo de la mañana se han visto numerosos buitres leonados y negros. Esta es una zona histórica, donde los buitres cumplen un papel ecológico muy importante, pues consumen muy rápido las reses que mueren por enfermedad o por otros motivos, eliminando las epidemias entre el ganado.




Cerca del Arroyo de La Tejada se localizan los yacimientos de Navalahija, antiguos asentamientos hispano-visigodos. Los edificios estudiados muestran una arquitectura muy sencilla, con paredes de piedra de gneis y suelo de tierra bien apisonada, salvo alguna excepción. Las cubiertas podían ser de teja, ímbrices, o bien con materiales perecederos (escoba, pasto). Estos yacimientos datan de los siglos VII y VIII.




Cerca del yacimiento se localiza este cartel explícito, en el que podemos ver un esquema histórico simulado, fotografías de la excavación...




El triguero, habitante de los espacios abiertos, encuentra aquí un hábitat ideal para vivir durante todo el año. Ahora le vemos posado en un enebro, marcando con su canto el territorio de cría.




Aunque no lo parezca, en estos ambientes se rodaron muchas escenas de grandes producciones cinematográficas de Hollywood. El Cid, Espartaco, Alejandro Magno, Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo...  Por aquí pasaron grandes estrellas del cine, como Chralton Heston, Sophia Loren, Kirk Douglas, Peter Ustinov, Richard Burton, Claudia Cardinale, Tony Curtis, Clint Eastwood... Grandes directores de la pantalla, como Samuel Bronston, Stanley Kubrick, Sergio Leone... O se hicieron vídeos musicales, como el tema  "Sin Documentos" de Los Rodríguez, grabado en la primavera de 1993.




Al finalizar la guerra civil del 36, el ejército de tierra ocupa la finca para realizar maniobras militares con carros de combate, vehículos militares y hacer prácticas de tiro. En 1950 se firma un contrato de arrendamiento por 50 años, entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Colmenar Viejo.
En la primavera de 2002, la dehesa deja de ser campo de maniobras militares y de tiro.



En los majadales y en los fondos de los pequeños valles, donde los suelos son más húmedos y ricos en nutrientes, la variedad de herbáceas se mantiene. En estos nichos ecológicos también se mantiene la vida y es más variada en especies: insectos, pequeños mamíferos, reptiles, anfibios... Durante la primavera y el comienzo del verano, no faltan en estos ambientes las cigüeñas blancas, pues aquí siempre encuentran alimento.




El estado actual por el que pasa este espacio natural público es preocupante. Ya han pasado varias décadas desde que el Ministerio del Ejercito dejara la finca. Desde entonces, incomprensiblemente, al estar la finca catalogada como dehesa, como espacio forestal ganadero, debería de haberse aprobado un proyecto de reforestación, acorde con el uso ganadero. Por el momento, el abandono y la desidia campan a sus anchas.




A lo largo de la primavera y el verano son comunes los milanos negros. Alguna pareja cría en las dehesas de la zona.




A parte de granito y de pórfido, por la zona se localizan antiguas minas de otros minerales, que se empezaron a explotar en el neolítico. En la imagen vemos la entrada de una antigua mina de cobre y plata.




Entre las rocas, ahora florecen los narcisos de roca (Narcissus rupicola). Una vistosa flor que nos cuenta con su presencia que la primavera ya ha llegado.




Cerca de la entrada de la mina podemos ver un cartel explícito. Nos cuenta un poco de su historia y de los minerales que hay...




En el arroyo, entre los fresnos y los endrinos, salen dos corzos a la carrera... La hembra y el macho.




Al pasar por un pequeño arroyo, poblado por fresnos, majuelos y rosales silvestres, observo un mojón grabado con el nombre del Arroyo del Pocito de Los Lobos. Una especie que fue común en esta sierra hasta los años cuarenta del pasado siglo...





El pequeño gazapo observa el mundo desde la entrada de su casa... Siempre está alerta, porque nunca se sabe quien puede pasar por la dehesa... Si el bueno, el feo o el malo.