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lunes, 12 de mayo de 2014

LA CASA DE CAMPO. PRIMAVERA DE 2014.


La Casa de Campo es un encinar histórico de Madrid. Perteneció a la familia Vargas hasta el año 1559, que la compra Felipe II para añadirla a los Reales Montes de El Pardo. Entre 1750-1760, reinando Fernando VI, se tapian Los Montes de El Pardo, para evitar conflictos entre la corona y los pueblos cercanos, debido a los problemas que causaban los conejos, ciervos, gamos y jabalíes a los cultivos, y los lobos a los ganados.

En 1931 se cede la finca al Ayuntamiento de Madrid, para el uso y disfrute de los madrileños.  Durante la guerra civil y la posguerra, la finca sufre numerosas talas ilegales: barricadas y leñas principalmente.
En los años cincuenta se ponen en marcha proyectos de reforestación, con especies autóctonas y alóctonas.

En la actualidad nos encontramos con una finca de 1722 hectáreas, en la misma Puerta de San Vicente, a 30 minutos andando desde la Gran Vía; donde todos los días y especialmente los fines de semana y fiestas, miles de madrileños y turistas la visitan y transitan...

En este maravilloso pulmón verde natural de Madrid, podemos ver bosquetes de ribera muy interesantes, y manchas mediterráneas de encinas con grandes ejemplares centenarios, donde la fauna es sobresaliente en especies y algunas en número, encontrándose aquí rapaces y pájaros ya desaparecidos en otros espacios naturales.

A la caída de la tarde, cuando el sol se pone, si ponemos un poco de atención escucharemos el canto del mochuelo y del cárabo, y veremos pasar furtivamente algún zorro... Después, entrada ya la noche, nos queda Madrid, donde habita otra fauna muy interesante en sus locales de copas...




La espalda de una mujer refleja una zona de La Casa de Campo, desde donde se ve la ciudad de Madrid... Dos escenas femeninas que aguardan a otra... La noche...




Han pasado unos 138 años desde la construcción del estanque...
La mañana llega muy nublada, amenazando lluvia... El agua del estanque refleja el gris oscuro de las nubes. Los árboles muestran el verde limón de las hojas nuevas. Al fondo se ven los altos edificios de la Plaza de España y el Palacio Real...




La luz del nuevo día entra en la ribera del Arroyo Meaques... Los chopos, sauces y olmos ya se han cubierto de hojas nuevas... El canto de numerosos pájaros ponen la música de fondo.




En una zona aclarada, poblada de olmos, un grupo de grajillas busca insectos entre las hojas secas... Con su pico vuelven y remueven las hojas, donde se esconden los insectos. 




En El Pasaje de La Encina del Fraile, se localiza un corro de encinas centenarias de considerable tamaño y edad. Esta que vemos en la fotografía, tiene cuatro metros de perímetro en su tronco, y una edad próxima a los cuatrocientos años.




Dentro de la finca, el conejo de monte es abundante, observándose en muchos lugares a cualquier hora del día. En la fotografía vemos a un gazapo de unos quince días de vida.


lunes, 5 de mayo de 2014

EL VALLE DEL LOZOYA.


El Valle del Río Lozoya se localiza en La Sierra de Guadarrama, en la vertiente Sur de Madrid. Con altitudes máximas de 2428 en Peñalara, 2380 Cabezas de Hierro, 2209 El Nevero y 2129 en el Pico de Tres Provincias. Su mínima altitud se localiza en El Pontón de La Oliva, a 717 metros sobre el nivel del mar. Tiene una extensión de unas 91.000 hectáreas, repartidas en 35 municipios, con una población entorno a los 10.000 habitantes.

A lo largo del valle, desde su nacimiento en las altas cumbres, hasta su final en las calizas de la Dehesa de la Oliva, podemos caminar sin salirnos del bosque,  por pinares silvestres de alto valor ecológico y económico; abedulares mixtos, compuestos por avellanos, robles albares, acebos, serbales y mostajos, entre otros; robledales melojos, un sabinar, encinares, pinares resineros, fresnedas y bosques de galería de álamos temblones, chopos negro, blancos, sauces y alisos. Todo este panorama forestal esta drenado por multitud de arroyos, que aumentan las aguas del Río Lozoya, la principal arteria fluvial que da de beber a Madrid y su área metropolitana.

La fauna del valle es variada en especies de todo tipo y abundante. Aquí podemos ver buitres negros criando en los grandes pinos silvestres, a 1700 metros de altitud. Águilas reales y cabras monteses en las altas cumbres. Corzos y jabalíes en cualquier lugar del valle; búhos reales y chicos, cárabos, halcones abejeros, azores, ratoneros, águilas calzadas y culebreras, cigüeñas blancas y negras, nutrias y el escaso desmán de los pirineos, gatos monteses, turones, garduñas, tejones y zorros. Pájaros multicolores y simpáticos, como los carboneros, herrerillos, trepadores azules, agateadores, mitos, reyezuelos, arrendajos, etc, etc, etc. El lobo, aunque muy escaso (la N-I siempre le ha traído en jaque, y alguna bala perdida en alguna montería también) siempre ha estado por estas montañas.

El mundo rural y monumental de los pueblos del valle es interesante y notorio, pues todos tienen algo que mostrar e interesar. Desde casas legendarias, antiguas, restauradas, nuevas con formas tradicionales, iglesias con distintos estilos arquitectónicos, La Cartuja de Santa María de El Paular, la muralla de Buitrago de Lozoya... Una compleja y variada infraestructura de presas, para regular y canalizar el flujo del agua que demanda Madrid.

Hoy, la ganadería vacuna y apícola, y la explotación maderera de los pinares, son las explotaciones económicas rurales más importantes en el valle, a parte de la gestión del agua.




Desde los altos pinares silvestres, hasta el final del valle en la calizas del Pontón de La Oliva, se localizan una serie de puentes romanos, medievales, con los dos estilos y modernos, por los que pasan caminos históricos, carreteras y el ferrocarril.
El Puente del Canto, sobre el Arroyo de Canencia, un día claro y soleado de invierno.




Las miles de vacas y ovejas que han pastado en el Valle del Lozoya en los últimos ocho siglos, han modelado su paisaje y la forma de ver estos montes, salpicado de prados...
La ganadería vacuna de razas autóctonas, sigue siendo uno de los motores económicos del valle. Aquí todavía se mantienen importantes rebaños de vacas avileñas, como la que vemos en la fotografía.




La primavera también llega al alto valle, cubierto por una mancha muy importante de pinos silvestres autóctonos.
A lo largo del valle, podemos ver casi todos los ecosistemas forestales de Madrid. Con manchas muy importantes, en cuanto extensión, variedad de especies forestales y árboles de considerable edad y tamaño.




El águila real siempre fue una especie común en todo el valle. No había cortado rocoso o farallón que no tuviese su pareja.
En la fotografía vemos un caso excepcional en los últimos años. Un nido ocupado por dos pollos, protegidos por la madre. Afortunadamente volaron los dos pollos.




El embalse de El Atazar es el más importante y grande de Madrid. Embalsa más agua que todos los embalse juntos, y proporciona más del cincuenta por ciento del agua que se consume en la Comunidad...
Antes de abandonar el valle, el Río Lozoya tiene que pasar por la presa de La Parra, la presa de Navarejos, y la presa del Pontón de La Oliva.




En las calizas de Pinilla del Valle, próximas al embalse, se localizan una serie de asentamientos que estuvieron habitados por el Hombre de Neandertal, hace unos ochenta mil años. El equipo actual que dirige el proyecto de excavación e investigación, lo forman Juan Luís Arsuaga, paleoantropólogo, Director del Centro de Investigación UCM-ISCIII sobre Evolución y Comportamiento Humano, Co-director del Proyecto de Investigación de Atapuerca; Alfredo Pérez-González, geólogo, Vicedirector del CENIEH en Burgos; Enrique Baquedano, arqueólogo, Director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, Co-director del Proyecto de Investigación en Olduvai, Tanzania.
Desde el año 1979 se está excavando regularmente en esta zona. En los últimos trece años, ya con un proyecto comprometido, durante la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre, se realiza la excavación, que se ha ido ampliando conforme se van encontrado nuevos restos...
Las excavaciones e investigaciones de los restos son muy meticulosas y lentas, pues toda la información encontrada hay que verificarla y contrastarla. El tiempo (siempre el tiempo) nos dirá con la ayuda de este importante equipo y todos sus colaboradores, quien estuvo aquí en los últimos cien mil años, como fue su vida y con qué otras especies de la fauna y flora vivieron...




Históricamente, el Valle del Lozoya ha sido muy famoso por la abundancia de caza mayor, especialmente por sus osos y jabalíes. La caza,  la ganadería y la utilización de sus montes en plan industrial para leñas y carbones, extinguieron a los osos y ciervos.
En la actualidad, el gran ungulado salvaje que campa por sus montes es el jabalí, siendo abundante en algunas zonas. El corzo se ha recuperado notablemente en los últimos veinte años. La cabra montés ha vuelto a colonizar el valle en dos puntos, como consecuencia de las repoblaciones realizadas en los años noventa.




La Puerta del Arrabal, es la entrada o salida norte de la muralla, que custodia al casco histórico de Buitrago de Lozoya.
En esta zona habitaron celtas, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Cuántas civilizaciones y misterios esconde el suelo de pueblo...




El otoño se hace manifiesto en la ribera baja del valle. La bruma del río "empaña" los verdes y ocres de las hojas de los alisos, chopos y sauces. Cerca, el Río Lozoya se juntará con las aguas del Jarama.




Los grandes cortados de caliza del Pontón de La Oliva, son la escuela y zona de entrenamiento y recreo, de muchos alpinistas madrileños y de otros puntos del país. Aquí vienen diariamente, y sobretodo los fines de semana, numerosos aficionados y profesionales para practicar su afición...
En la fotografía vemos a un alpinista, subiendo por un cortado de unos 20 metros de altura.


NOTA: Ver también el artículo del día 18 de noviembre de 2013. Tráiler. Cuaderno Fotográfico del Valle del Lozoya.


lunes, 28 de abril de 2014

EL PATRIMONIO RURAL DESAPARECE DE LOS PUEBLOS DE LA MONTAÑA.


La arquitectura tradicional y funcional de los pueblos de la montaña de Madrid casi ha desaparecido. En la actualidad sólo quedan edificios casi hundidos y elementos muy deteriorados. En el mejor de los casos, se han recuperado y restaurado ciertas estructuras, como potros de herrar, fuentes, hornos... O casas reconstruidas, que recuerdan poco a la original, pues sus partes externas, puertas, ventanas y demás elementos, son modernos.
Todavía es posible salvar parte de este patrimonio histórico, con el que se puede convivir. Sólo hace falta un poco de voluntad por parte de los propietarios y de las administraciones competentes, de lo contrario, estamos delante de una forma de vida tan amenazada, como cualquier especie en peligro de extinción.




En la pared de piedra vemos una ventana hecha con gruesas vigas de roble. La reja, está muy bien construida, para proteger el interior de la vivienda. En una viga hay clavadas dos jícaras de porcelana blanca. Nos dicen que a esta casa llegó la luz muy pronto... Lo que ya no nos dice la ventana, con sus puertas abiertas y rotas, cuando se quedó la casa deshabitada...




La mitad de la casa ya se ha venido abajo. La otra, aguanta a duras penas la llegada del invierno, con la húmeda lluvia y el peso de la nieve...
La naturaleza auténtica, de zarzas, hierbas y algún fresno, están haciendo lo natural. Recuperan el espacio perdido hace siglos... Pues aquí, lo auténtico que había, ya se ha perdido para siempre.




Dentro de la casa, a punto ya de caerse, el panorama es desolador... Todavía podemos ver ciertos elementos arquitectónicos muy bien construidos, que tuvieron su utilidad hace sólo cincuenta años... Cuando la casa se hunda, se llevará consigo muchos secretos y formas de la arquitectura tradicional.
La fotografía de este horno tradicional existirá para siempre, y dejará constancia de como eran...




La fauna silvestre aprovecha por el momento las casas deshabitadas, pero cuando estas se venga abajo, ellos también se marcharán. Son el último eslabón de vida que van acompañar a este mundo rural.
Sobre la puerta abierta del armario, descansa una golondrina. Cerca, en un rincón próximo al techo, tiene el nido...




Aquella industria próspera, que no dejó ni un día del año de producir harinas para hacer pan o piensos para el ganado, también cerró la puerta a la tradición, al buen hacer y a una forma de vida que hace tiempo desapareció en la zona. El molinero, es otra "especie" que se ha extinguido para siempre en estos contornos.
Lo que queda, ya lo veis, poca cosa... Un molino en ruinas a punto de hundirse. Los restos de una máquina industrial hecha de madera, pintada de azul, que producía harinas y piensos... Esta fotografía del interior, es todo lo que se ha salvado por el momento... Lo demás, el tiempo y la desidia lo han borrado para siempre.



miércoles, 23 de abril de 2014

22 DE ABRIL. POR UNA SIERRA BAJA MEDITERRÁNEA.



El día de ayer fue fresco y lluvioso en la zona. Hoy ha amanecido con algunas nubes y con una temperatura media templada; propia de la primavera mediterránea del centro de la Península. El pasto estaba cubierto por el rocío...
Las encinas se encuentran en flor, y los árboles caducifólios como los fresnos, quejigos y arces de montpellier, ya se han cubierto de hojas...
La primavera se ha extendido por todo el ambiente de la sierra... Rara será la especie vegetal o animal, que no esté iniciando un ciclo nuevo en su vida.



En una repisa de la peña, próximo al arroyo, la pareja de búhos reales está sacando adelante tres pollos. Un pollo más que el año pasado.
El clima favorable y la recuperación del conejo, han hecho posible que este año la pareja saque adelante tres hermosos pollos.
Dentro de dos años, o tres, si no han muerto en algún tendido eléctrico, o de un tiro de un cazador sin escrúpulos, ocuparán un territorio vacío en la comarca y formarán una nueva pareja.
Esta especie emblemática e importante en los montes y sierras bajas, tiene muchos altibajos en su población. En ciertas zonas, por variadas circunstancias, no termina de recuperar sus poblaciones y territorios que perdió hace treinta años.
A estos tres guerreros de la noche, les quedan unos quince días para irse del nido. Llegado el tiempo, una tarde se marchará uno, y así sucesivamente se irán marchando el resto de los hermanos...
En esos días volveré por la zona para "robarles" unas fotografías... Y dejar constancia que el búho real sigue viviendo en esta peña. Ya os contaré...

NOTA: Esta historia es la continuación de la iniciada en el artículo del día 20 de enero.
http://laluzdelmonte.blogspot.com/2014/01/19-de-enero-por-una-sierra-baja.html




lunes, 21 de abril de 2014

LOS ECOSISTEMAS DE UN RÍO.


La vida del río pasa a lo largo de una serie de mundos que conocemos como ecosistemas, donde la flora y fauna es muy variada a lo largo del día y de las estaciones...
Vamos a ver un río de Madrid, desde sus nacimiento en la alta montaña, en un clima frío y extremo, como pasa por todos los ecosistemas naturales que existen en Europa, sin movernos de Madrid...



En las altas montañas del Sistema Central nace nuestro río, a más de 2000 metros de altura... En primavera, con el deshielo, se deja ver.



El primer ecosistema por el que pasa, es el pinar mixto de alta montaña, compuestos principalmente por abedules y pinos silvestres.
Este tipo de bosque se extiende por el Norte de Europa.



En la montaña media, donde donde el microclima es fresco y húmedo, las grandes hayas forman pequeñas masas puras o mezcladas con otras especies, como robles albares y acebos...
Ahora el río pasa por un bosque templado y húmedo, característico del centro de Europa.



En el fondo del valle, hasta donde baja el robledal de melojo, encontramos bosquetes de álamos temblones y sauces de montaña...
Seguimos por un tipo de bosque centroeuropeo, próximo al sur.



Ahora nuestro río atraviesa un monte mediterráneo mixto de encinas, alcornoques, quejigos y enebros principalmente. En la vega vemos sauces, alisos y chopos...
Este es el clásico bosque del sur de Europa, de la cuenca del mediterráneo.



En la campiña, ya próximo a la unión con otros ríos, discurre por bosques de ribera bien constituidos, formados por chopos negros y blancos, alisos, olmos, fresnos, grandes sauces y un gran número de arbustos y herbáceas.
Este es el bosque típico de galería que podemos encontrar en todos los ríos de la campiña de Europa. Está condicionado principalmente por el aporte de agua que lleve el río.

Si volvéis a ver las fotografías, veréis que el río ha pasado por varios ecosistemas a lo largo de las cuatro estaciones del año...

lunes, 14 de abril de 2014

LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR.


En tiempos de Alfonso X eran conocidos los montes que cubren el valle alto del Río Lozoya. Montes selváticos, donde la caza mayor era abundante y muy apreciada por los monarcas castellanos, en especial el oso y el jabalí.
En tiempos de Juan I de Castilla, dan comienzo las obras de la cartuja y demás instalaciones adscritas...
El lugar escogido es una zona llana muy húmeda, cubierta por fresnos y robles, que generalmente se inunda someramente en primavera; cerca de la ermita de Santa María. A estas zonas se las conoce en Cataluña como pulares.
Los monjes de La Cartuja de Scala Dei, del Priorato Catalan, dirigen la construcción de la cartuja y posteriormente la habitan...
La Cartuja de Santa María de El Paular y sus monjes, tuvieron una influencia política y económica muy importante y decisiva para el valle alto del Lozoya. Supieron rentabilizar los recursos naturales y prosperar, sin acabar con ellos. De esta cartuja salían anualmente muchas arrobas de papel de gran calidad, troncos de pino para la construcción y ganado para los abastos de carne... La primera impresión de El Quijote, se hace con papel de este molino.
Las desamortizaciones ocurridas en el siglo XIX, con las ventas de los pinares, instalaciones y terrenos, dejan al monasterio y a los monjes sin protección económica ni futuro... Consecuentemente, el monasterio es abandonado...
En 1948, el monasterio es entregado en usufructo a La Orden Benedictina.
Las obras de restauración de los principales edificios, duraran hasta finales del siglo XX... Encontrándose en la actualidad en buen estado de restauración y conservación.
Los monjes que actualmente dirigen el monasterio y le dan vida, proceden de La Abadía de Valvanera, en La Rioja. Pertenecen a la Orden de San Benito.




Junto al Río Lozoya, en una zona donde se unen tres ecosistemas: la fresneda, el robledal atlántico y el pinar silvestre boreal, se encuentra enclavada la cartuja. En un ambiente natural, donde la economía de los habitantes de la zona es próspera. Han sabido utilizar y rentabilizar los recursos económicos naturales, sin acabar con ellos.
En la imagen vemos, que es posible convivir con la naturaleza, rentabilizarla y engrandecerla con monumentos arquitectónicos históricos, que no causan impactos negativos en el paisaje y contribuyen a engrandecerle históricamente, culturalmente y ecológicamente.




La luz limpia de la mañana de primavera nos deja ver todo este espectáculo... El cielo nublado, cubierto por grandes nubes que entran por el Norte y cubren las altas montañas, presagiando la lluvia... El denso pinar, casi tapado por las nubes... Los extensos robledales cubiertos ya de hojas nuevas... La iglesia del monasterio con su alta torre, rodeada por un extenso jardín de grandes árboles... Todo un regalo natural, rural y monumental... Que no debes perderte.




A lo largo de la vida de La Cartuja han surgido una serie de hechos y misterios... En uno de los pasillos del monasterio, se localizan una serie de mosaicos muy antiguos, hechos con huesos de ¿animales, humanos? no se sabe muy bien... Lo cierto, es que llaman la atención cuando te fijas en ellos, por lo bien colocados que están... Y pasan desapercibidos para el visitante, pues muy poca gente se da cuenta que estas figuras están hechas con huesos.




Una de las grandes labores que hacen los monjes, es la de mostrar y comentar que es y como es el monasterio, a lo largo de la visita guiada... Aquí el visitante puede enterarse de ciertos aspectos, o preguntar al amable monje por algún motivo o aspecto que le interese.




Fuera y dentro de La Cartuja, todo es interesante... Todo llama la atención... En esta zona, dentro del claustro principal, se localiza la obra pictórica de Vicente Carducho, realizada entre 1626 y 1632, compuesta por 54 telas. Estuvo en el monasterio hasta 1834... En 2011 vuelven a su lugar de origen.

lunes, 7 de abril de 2014

LA PRIMAVERA EN LA RIBERA DEL RÍO.


Los árboles que crecen en las riberas de los ríos, son los primeros que manifiestan la llegada de la primavera... A partir de febrero, los días los días comienzan a ganar horas de luz a las noches, y las temperaturas medias se van templando. Si el tiempo se establece regular durante el mes de marzo, abril comienza luciendo la primavera. Una primavera estable, en la que las precipitaciones medias son abundantes en forma de lloviznas, chaparrones y tormentas, dependiendo en el mes que estemos.

Las riadas sufridas durante el invierno, y alguna que se produzca durante el comienzo de la estación, limpian de contaminación, de tipo, el lecho y las orillas del río. Dejándolo todo preparado para el nuevo ciclo que viene.

El comienzo, el nuevo revivir de los árboles y arbustos, se manifiesta de colores nuevos, amarillos, ocres y verdes. todo vuelve a ser nuevo y diferente un año más en la ribera...

La fauna inicia un nuevo ciclo en su vida para perpetuarse. Pronto veremos a las nuevas generaciones poblando estas masas forestales... Ciertas especies, ya comenzaron su ciclo antes del comienzo de la estación, y ahora termina de criar a sus crías.

Muchas aves se van... Otras están de paso... Y otras llegan, para iniciar su ciclo reproductor, y vivir en estos parajes una parte importante de sus vida...




Un día de principios de abril, el día amanece templado y soleado. Los chopos, alisos, sauces, fresnos y espinos albares de esta zona de la ribera, se van cubriendo con las hojas nuevas. Poco a poco se van vistiendo y van ocultando el interior de la ribera.
La luz del sol, al atravesar las hojas nuevas, produce una gama de tonos amarillos y verdes muy variada... Mirando la imagen, nos da la sensación de que esta zona es nueva en Madrid... Y que por aquí, no ha pasado nadie...




En un remanso del río, donde las algas se desarrollan muy bien, sobre el tronco de un aliso toman el sol dos galápagos leprosos adultos. Otro, más joven, se acerca al tronco para hacer lo propio.
La abundancia o escasez de galápagos, anfibios y peces, nos indican cual es la salud medioambiental de la ribera del río.




Los sauces inician al mismo tiempo, el crecimiento de las hojas y las flores... Se cubren con multitud de flores, con formas muy particulares, que atraen a insectos de diferentes especies.




Días tras día, los árboles y arbustos se van terminando de vestir y de cubrir la ribera... Con ellos habita y se desarrolla una comunidad vegetal que tiene su sitio...
La Ribera se convierte durante un periodo del año en una zona selvática, donde la vida bulle por todos los lados y en todas sus formas: árboles, arbustos, herbáceas, insectos, anfibios, peces, reptiles, aves, mamíferos, seres humanos...




En la horquilla alta de un chopo negro, la pareja de milanos negros ha construido su nido este año... Ahora, la hembra cuida de los dos pollos, nacidos hace pocos días.
El milano negro es otro habitante de nuestras riberas arboladas. Pasa parte del otoño y el invierno en África, y regresa al comienzo de la primavera a las zonas donde nació, para iniciar un nuevo ciclo reproductor.
En la actualidad, esta rapaz de mediano tamaño se ha recuperado regularmente, de la persecución sufrida por el ser humano en el pasado.


lunes, 31 de marzo de 2014

QUÉ ES UNA DEHESA... SEGUNDA PARTE.


Como he comentado en el capítulo anterior, llega el día en el que los recursos forestales naturales se agotan, y los habitantes de pueblos y ciudades, comienzan a utilizar los espacios naturales que protegieron en su día, que conocen con el nombre de dehesa: monte defendido...

En Madrid, el deslinde, la protección y la utilización de las dehesas, se conoce desde hace unos diez siglos. Ya en el siglo XV se habla de dehesas viejas: dehesas que se llevan utilizando desde hace siglos. Y dehesas nuevas: dehesas que comienzan a utilizarse o llevan poco tiempo utilizándose... Dentro de estos espacios forestales, se deslindan las zonas conocidas como la dehesa cerril: la zona virgen y todavía inalterada en la época; y la dehesa domada: la zona utilizada, resalveada y "mejorada" (abierta) para la ganadería.

Dependiendo de la situación política y económica vivida en cada época, así fue la utilización de estos espacios forestales. Si la situación política era estable, con una economía solvente, la utilización era racional... Si la situación política era inestable, de guerra, con una situación económica difícil y una posguerra de hambre, la utilización de las dehesas era irracional, de supervivencia. Cuarteles y dehesas enteras se llegaron a cortar a matarrasa, para calentar a la población civil.... Y esto sin olvidarnos de las talas y "podas" fraudulentas, para el beneficio rápido; las ventas fraudulentas de ciertos cuarteles a manos privadas; las desamortizaciones que vinieron después; la transformación y talas que sufrieron la mayoría de las dehesas vendidas....

Consecuentemente, la situación actual que tienen nuestras "dehesas", es la que han soportado en los últimos diez siglos... Tenemos "dehesas" con una regeneración natural ecológica muy importante, como consecuencia de su protección o abandono en los últimos 30-40 años. "Dehesas" con una regeneración ambiental regular, donde los usos agroforestales se siguen realizando de forma racional. Y dehesas con una regeneración ambiental nula, donde año tras año se van perdiendo árboles, como consecuencia de los usos agresivos.

En la actualidad seguimos llamando dehesa a una mancha forestal degradada, con menos del 50% de los árboles y arbustos originarios, con especies forestales invasoras, que no eran originarias de este espacio. Y consecuentemente, se está utilizando equivocadamente la palabra dehesa y adehesar.

La dehesa es la mancha original protegida, para que no se tale y desaparezca. Adehesar, es proteger manchas forestales originales, frente a usos agresivos indebidos, que harían desaparecer el espacio forestal.

Lo que hoy llaman dehesa, es un espacio forestal degradado, manipulado por el hombre para obtener de él una serie de beneficios económicos, donde predominan los pastos sobre los árboles y arbustos... Lo que llaman adehesar, es deforestar  y degradar un espacio forestal, con un grado ambiental muy superior al que va a dar como resultado.

O cambiamos la palabra dehesa y su significado, o utilizamos realmente las palabras en castellano para referirnos a espacios forestales degradados, o manipulados para dar un beneficio económico. Imagínense un avión al que le faltan las alas, la hélice, la cola, el motor, los cristales de las ventanas, la mayoría de los asientos, una rueda, las bombillas de los faros, y tiene tantos parches para tapar sus agujeros, que apenas se ve el fuselaje original... ¿A este trasto le seguiríamos llamando avión? Creo que no.

Para ver las consecuencias que ha tenido la utilización racional e irracional de las dehesas, y ver el estado al que han llegado en la actualidad, he cogido como ejemplo ciertas zonas con vegetación mediterránea, destinadas para  la ganadería extensiva, localizadas en La Comunidad de Madrid.




La mala gestión agroforestal durante los últimos diez siglos, y el cambio climático soportado durante los últimos cuarenta años, han dejado en esta situación a la "dehesa".
En la imagen vemos los restos de lo que fue una dehesa originaria de quejigos, robles melojos y fresnos principalmente, en tiempos de Felipe II, cuando se la reconoce en las Reales Relaciones Topográficas... Ahora, vemos fresnos, algunos quejigos, cornicabras, encinas y enebros. Si nos fijamos bien, veremos que los grandes árboles no existen.




Las excesivas talas, los inadecuados resalveos y el abusivo pastoreo, han dejado a "la dehesa" sin apenas arbustos y árboles nuevos, para que se siga regenerando y tenga futuro...
En la imagen vemos la zona de una "dehesa" histórica, en la que abundan las encinas centenarias de doscientos y trescientos años. Los quejigos, que eran los árboles más abundantes hace doscientos años; ahora apenas existen. Los arbustos casi se han extinguido por completo, y la mayoría de las especies arbóreas también. Sólo predomina un pastizal rico en especies, muy apreciado por la ganadería.




La fauna originaria ha desaparecido en más de un 50%, y los cambios forestales han hecho posible la invasión de otras especies...
En su origen, las dehesas sólo producían pastos y recursos para la caza y el hombre, y un número muy determinado y pequeño de ganado. En la actualidad, prácticamente todos los recursos agroforestales son para el ganado... Si la carga ganadera es la adecuada con la zona, el espacio forestal tendrá un nivel ecológico regular... Si la carga es superior, el espacio forestal estará condenado a la extinción con el paso del tiempo...
En la imagen vemos una zona de "la dehesa", en la que sólo sobreviven  un número de encinas centenarias dispersas, en un mar de pasto, en el que se alimenta la ganadería vacuna. Aquí ya no tienen su sitio los grandes herbívoros y carnívoros salvajes, y muchas especies...




En estos espacios forestales dedicados principalmente a la ganadería, sólo se respetan los árboles productores de frutos. El resto y los arbustos, terminan desapareciendo. No interesan y se cortan periódicamente para leña. Pasamos con el paso del tiempo, de tener una masa forestal muy variada y rica en recursos para todos sus habitantes, inclusive la ganadería, a tener un espacio forestal muy humanizado (Demasiado. Ya veremos más adelante las consecuencias negativas que va a traer toda esta humanización a la dehesa) destinado a producir industrialmente bellotas y carne, sin importar el futuro a corto plazo del espacio natural, la salud de los árboles y la variedad de especies forestales que se ha extinguido, y que podrían aportar recursos a la ganadería.
En la imagen vemos unas bellotas maduras de encina apunto de caer... El ser humano descubrió en su día, que podando las encinas de una forma determinada, estas producen más bellotas, más grandes y más dulces.




En los restos de lo que fueron las frondosas dehesas, todavía podemos encontrar encinas de troncos y portes respetables, que por circunstancias o por ciertas personas con conciencia, hicieron respetar estos grandes árboles. Ahora, como testigos mudos, nos cuentan con su grandioso aspecto ¡como sería toda la dehesa, si el ser humano la hubiera gestionado adecuadamente!. ¿Se pueden imaginar cómo sería la dehesa de su pueblo, si todos los árboles fueran como éste?.
En la imagen vemos una encina de mediana edad, de unos trescientos-cuatrocientos años de vida, en una zona de "la dehesa" en la que apenas quedan árboles... Cuando la encina nació, esta zona si que era una dehesa. Estaba cubierta por encinas, quejigos, melojos y enebros más grandes que ella, y por otros árboles y arbustos de otras variedades... ¡Qué gran cronista sería, si pudiese hablar, y nos contara lo que ocurrió aquí  en los últimos trescientos años...!


lunes, 24 de marzo de 2014

QUÉ ES UNA DEHESA... PRIMERA PARTE.


La palabra dehesa, viene del latín defesa: defensa. Entonces, una dehesa en su origen es una mancha forestal defendida, que formaba parte de la selva originaria y diversa que cubría la Península Ibérica. Defendida, protegida, guardada, frente al avance de La Mesta, la agricultura y la explotación forestal comercial de maderas, leñas y carbones, que desde el siglo X, más o menos, se impone de forma comercial en toda la Península.

Generalmente, todos los municipios históricos reservan, defienden ciertas zonas, con mayor o menor dimensión, para que el bosque no desaparezca, y tener seguro en el futuro los recursos naturales que han desaparecido, donde el monte existía. Utilizando para la agricultura y pastos para el ganado, las tierras de mayor calidad. El bosque y la dehesa quedan relegados en la mayor parte, a las zonas geográficas marginales y de difícil acceso...

Durante la reconquista, para favorecer la expansión cristiana en ciertas zonas, se queman o se talan manchas de considerable extensión... Empieza el declive forestal...

Hasta el siglo XV España era un país forestal, donde predominaba el monte, en su mayoría virgen, más que el pasto y el barbecho... Los tres siglos que vinieron después, traen para todos los espacios forestales de toda la Península, una explotación industrial de maderera, leña, carbón vegetal, pastos y agricultura, sin precedentes en toda la historia... En estos tres siglos, se acaba con la infinita selva que los griegos y romanos vieron, cuando desembarcaron en las costas del levante y Andalucía, y se adentraron en la Península...

Hasta entonces, España era un país con recursos forestales casi inagotables. Pensaban o creían aquellos ciudadanos. Pero todo llega, y los grandes bosques y manchas que proporcionaban leñas y pastos, se agotan y se saturan. En consecuencia, los habitantes de los municipios tienen que comenzar a utilizar esos montes defendidos en su día, que llaman dehesas, para seguir produciendo carne para alimentarse, leñas para calentarse y madera para construir casas y edificios, pues fuera de las dehesas, salvo en ciertos espacios forestales protegido, los árboles y arbustos ya no existen.

Comienza la transformación y la extinción de las ultimas masas forestales importantes, que han sobrevivido históricamente en La Península Ibérica... Y la deformación del significado de la palabra castellana dehesa, para definir un espacio forestal con un origen, que ha sufrido una transformación en su constitución, forma y diversidad, que ha dado origen a un ecosistema transformado, deforestado y degradado... Todo esto lo veremos en la segunda parte... 

Para ver como era una dehesa, he cogido como ejemplo ciertas zonas de vegetación mediterránea, en relativo buen estado de conservación, localizadas en la Comunidad de Madrid.




Las dehesas eran manchas forestales vírgenes, compuestas por las diferentes variedades de árboles y arbustos, que ocupaban las zonas geográficas de toda La Península Ibérica. La mayoría de las dehesas, han llegado hasta nuestros días en diferentes grados de conservación. Están compuestas por pinos, encinas, alcornoques, quejigos, robles, hayas, álamos, palmeras, fresnos...
En la imagen vemos un monte mediterráneo del centro de Madrid. Este era el aspecto que tenían, o podían tener, las dehesas mediterráneas compuestas por grandes encinas, alcornoque, quejigos y enebros, que cubrían el centro de España...




Dependiendo de la situación geográfica donde se encuentre la dehesa, está poblada por una vegetación climática originaria característica.
La mancha que vemos en la imagen, está cubierta por especies mediterráneas de hoja perenne, como las encinas, coscojas, enebros, acebuches, sanguinos, romeros... Por especies de hoja caduca mediterráneas, como los quejigos, fresnos, arces de montpellier, majuelos, rosales silvestres, espantalobos, zarzas... Y por especies subtropicales en su origen, que se quedaron en el bosque mediterráneo Ibérico hace ya mucho tiempo, como son la cornicabra, el labiérnago, el rusco, la madreselva y el torvisco.




Dentro de estas espectaculares manchas forestales, habita una fauna originaria muy interesante y muy diversa, que va unida a la variedad de especies forestales que habitan las diversas zonas geográficas y climáticas... Ni todas las manchas son iguales, ni tienen la misma variedad de especies y numero de individuos.
En la imagen vemos a un ciervo macho, en un claro natural de la dehesa... El ciervo es el ser vivo que dignifica la salud medioambiental de las últimas manchas forestales Ibéricas... Donde todavía habita, queda algo natural de aquellas dehesas históricas que en su día se protegieron.




Especies forestales como el madroño, de origen subtropical, ocupaban prácticamente casi todas las dehesas ibéricas en el pasado... Desafortunadamente, ya nunca sabremos como eran realmente esas dehesas naturales, pues el ser humano con el paso del tiempo las ha degradado, transformado y en el peor de los casos... las ha talado totalmente. He incluso a esas zonas delimitadas, sin árboles ni matorrales, las sigue llamando dehesas.
En la imagen vemos a un madroño con los frutos maduros y las flores del año... Este árbol es un buen bioindicador de la salud natural originaria de nuestras últimas manchas forestales, allí donde todavía habita, o queda un ejemplar perdido en algún lugar remoto, o ya sólo queda su nombre.




Dentro de las dehesas originarias los grandes árboles deberían de ser abundantes, impidiendo con sus espesas copas la entrada del sol, librando a la dehesa del espeso matorral de jaras, brezos y romeros, que son el reguero de pólvora, por el que corren los incendios forestales en verano.
En la imagen vemos una pequeña mancha cubierta por grandes árboles centenarios, compuesta por quejigos y encinas. Un escaso matorral de zarzas, majuelos y rosales silvestres; y un abundante pasto, a punto de florecer. Antes de que termine la primavera, todos los árboles habrán terminado de echar y renovar sus hojas, y la tenue luz se habrá apoderado del interior de la dehesa. En estas condiciones medioambientales, es muy difícil que se agarre un fuego por causas naturales y queme la dehesa.


lunes, 17 de marzo de 2014

QUÉ ES UN BOSQUE...


¿Sabemos realmente que es un bosque europeo? ¿Sabemos cual era su composición y estructura, en cuanto a especies forestales que le habitaban de forma natural, en los diferentes espacios geográficos donde existe? Creo rotundamente que no.
Ya no podemos saber realmente que es un bosque natural, puesto que el ser humano los ha degradado y ha eliminado o mermado ciertas especies forestales, favoreciendo a otras más productivas para él. A la vez, ha favorecido la introducción "de forma natural", a especies forestales más propias de otros climas o microclimas, que serían muy escasas o no existirían, si el bosque estuviera inalterado en su forma y composición.
La civilización lleva 2000 años utilizando los bosques en Europa. los bosques naturales que hoy contemplamos, estudiamos, que utilizamos para recrearnos o para trabajar, son el resultado de una legislación nacional que los protegió en origen, y el resultado de una utilización durante siglos, que ha traído como consecuencia la extinción y rarefacción de la mayoría de las especies forestales de las manchas, en beneficio de las más resistentes a los cambios y a los aprovechamientos a los que han sido sometidas las manchas. Como ejemplo, el tejo poblaba todos los montes atlánticos de Madrid, en mayor o menor número, dependiendo del microclima y suelo de la zona; en la actualidad sólo es posible verle en ciertas zonas, junto a varios individuos o en solitario.
Tomemos como ejemplo una mancha atlántica relativamente bien conservada o gestionada, que ocupa un valle del sistema central... Una mancha de unas doscientas hectáreas, cubierta por robles de diferentes especies, abedules, hayas, avellanos, acebos, mostajos, serbales, cerezos, endrinos, manzanos... Habitada por una fauna compuesta por el escaso desmán de los pirineos, lobo, nutria, tejón, corzo, garduña, águila real, azor, pico dorsiblanco, chocha perdiz, trepador azul... Que se lleva utilizándose y explotándose por el ser humano, a través de la ganadería y la explotación forestal, desde hace unos 1000 años...



Según avanza el otoño, las diferentes especies de árboles y arbustos que componen la mancha forestal, van cambiando de color. Cada especie tiene un color característico. Cuantos más colores tiene un bosque atlántico, más puro es.
En la imagen vemos la mancha compuesta por: abedules, cerezos silvestres, mostajos, serbales, robles albares, comunes y melojos, avellanos...



En las zonas donde los grandes árboles habitan, el sotobosque espeso de brezos, jaras, espinos, zarza, piornos... es muy escaso, pues sus hojas apenas dejan pasar la luz, haciendo casi inhabitable la vida por debajo de ellos...
En la imagen vemos hayas, abedules, robles albares y cerezos silvestres... Si nos fijamos, veremos que los arbustos apenas existe. El propio bosque elimina y se libra del denso y no natural sotobosque, que en un verano seco y caluroso podría ser el causante de un fuego.



Dentro del bosque, la fauna es abundante en especies, pero no en número, y el equilibrio ecológico entre ellas es muy importante...
En la imagen vemos a una de las águilas más forestales de Madrid, el águila calzada, que ha construido el nido en la horquilla alta de un roble albar.



Ciertas especies llegaron a estas montañas cuando el clima era mucho más suave y lluvioso... Ahora sólo se localizan en las zonas con un microclima, donde la temperatura y la humedad favorecen su existencia.
En la imagen vemos un avellano en verano, con las avellanas ya formadas.



los bosques originales estaban poblados principalmente por grandes árboles centenarios de diferentes edades y estructuras. Ejemplares de 20 a 50 metros de altura, con troncos de 6 a 14 metros de perímetro en su base. Árboles enormes, que todos los otoños daban abundantes frutos a toda la fauna del bosque y renovaban poco a poco  la estructura forestal...
En la imagen vemos un buen ejemplar de roble albar, de unos cuarenta metros de altura y unos seis metros de perímetro en la base de su tronco.