google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

jueves, 20 de noviembre de 2014

EL VALLE DEL LOZOYA. INVIERNO.




La nieve cubre las montañas de La Morcuera. Aquí se localizan pequeñas manchas de abedules con ejemplares de considerable tamaño.




Un trepador azul va recorriendo cabeza abajo el tronco de un pino silvestre, buscando insectos entre la corteza.




Desde las aguas del embalse de Pinilla del Valle, tenemos una panorámica de los extensos robledales melojos cubiertos por la nieve.




Los rayos del sol entran el el valle... Dos buitres leonados descansan y cogen calorías, antes de irse a buscar alimento por los montes.




La Dehesa de Santillana es una de las manchas mediterráneas más importante de todo el valle, debido a su estado de conservación y a la variedad de flora y fauna que en ella habitan.




Cuando todavía no ha terminado el invierno, la hembra del búho real ya cuida a sus pequeños pollos.




La presa del Pontón de la Oliva fue construida en tiempos de Isabel II, para traer el agua del Río Lozoya a Madrid. Cuando los inviernos vienen muy lluviosos, el río llega a saltar el muro de la presa, de veintisiete metros de altura.




A lo largo del invierno, numerosas garzas reales invernan en los embalses, ríos y arroyos del valle.

NOTA: VER TAMBIÉN EL ARTÍCULO DEL DÍA 18 DE NOVIEMBRE DE 2013. TRÁILER. CUADERNO FOTOGRÁFICO DEL VALLE DEL LOZOYA.


lunes, 17 de noviembre de 2014

EL VALLE DEL LOZOYA. OTOÑO.




En esta época del año, sobre las peñas de Cabezas de Hierro se dejan ver las cabras monteses.




El Carro del Diablo y la leyenda de la hija del sacristán de Segovia vendió su alma al diablo...





En un paso estrecho del Río de La Angostura, se localiza el puente romano más austero y auténtico de Madrid.




El sol limpio y cálido de la tarde, alumbra el valle cubierto por el bosque atlántico de robles, abedules, avellanos, acebos, álamos temblones, cerezos silvestres...




Las dehesas en su origen fueron montes vírgenes, que se protegieron y defendieron de las talas, cortas. la ganadería y la agricultura. En la imagen, La Dehesa de Brahojos.




El elegante y monumental fresno, es el resultado de la regeneración natural que ha tenido desde su última corta, hace unos 20 años, cuando le dejaron mocho.




Posado en una rama seca, junto al arroyo que pasa por la raya del bosque, el alcaudón común defiende su pequeño territorio.




Mediado el otoño, los variados árboles de la ribera baja se encienden de colores. Es una época en la que toda la flora contrasta con sus variados tonos y luces.

NOTA. VER TAMBIÉN EL ARTÍCULO DEL DÍA 18 DE NOVIEMBRE DE 2013. TRÁILER. CUADERNO FOTOGRÁFICO DEL VALLE DEL LOZOYA.


jueves, 13 de noviembre de 2014

LAS LUCES DEL OTOÑO EN EL MONTE MEDITERRÁNEO.


El otoño se manifiesta en el monte mediterráneo, a través de las variadas especies de hoja caduca que le habitan. Dependiendo de su situación geográfica y de los aprovechamientos forestales que haya tenido a lo largo de la historia, será el número de especies de árboles y arbustos que pueblen las manchas.
A través de la ventana de la casa en ruinas, donde vivía en guarda forestal con su familia, vamos a ver como transcurre el otoño...




Ya sólo quedan las "cuatro" paredes. El techo y todo lo demás ya no existe. La antigua ventana, por la que se asomaba el guarda forestal para ver el monte, sigue teniendo las mismas vistas. Un monte mixto de quejigos, encinas, enebros, arces menores, fresnos, cornicabras...




Por las fechas, grandes bandos de grullas pasan por el monte, camino de los encinares de Extremadura y Sierra Morena.




Los días nublados en los que la lluvia hace su presencia, se despiertan los variados tonos naturales... El monte huele distinto, se ve y se percibe de otra forma...




El jabalí encuentra durante la estación su mayor cantidad de alimento. Todo le gusta. Las suculentas bellotas, las bayas del enebro y del majuelo, los abundantes insectos que encuentra en la tierra húmeda, las setas...




Los arces menores van cambiando el tono de sus hojas, según avanzan las lluvias y disminuyen las temperaturas.




En los valles profundos y cerrados, donde el sol calienta menos y la humedad aguanta más en el suelo, las especies de hoja caduca son variadas y numerosas. Fresnos, arces menores, higueras, quejigos, cornicabras, parras silvestres, zarzas y rosales silvestres entre otros, suelen ser los más comunes.




Muy típica del sotobosque, observo a una curruca carrasqueña como recorre las varas de una zarza, capturando pequeños insectos.




Entre las grietas de las rocas, donde la humedad medra durante casi todo el año, crecen los helechos culantrillo menor (Asplenium trichomanes) Una variedad que habita en los montes mediterráneos húmedos.




El sol consigue abrirse camino entre las nubes y alumbra un claro del monte...




Entre la hierba, a la sombra de un fresno, crece la elegante matacandelas (Lepiota procera).




Las abundantes precipitaciones, hacen posible que por todo el monte salgan distintas variedades de setas. Entre la hojarasca de las encinas crecen las setas borrachas (Lepista nuda). Unas setas comestibles de fuerte sabor.




Un ciervo recorre la vega del arroyo. De vez en cuando se para y observa, y lanza un berrido a los cuatro vientos...




En la ladera de la sierra baja orientada al Norte, se desarrolla una mancha importante de alcornoques, acompañada por quejigos, encinas, enebros, arces menores, cornicabras, romeros...




En el sotobosque crece el rusco, una especie subtropical, que se quedó en el bosque mediterráneo cuando los bosques tropicales retrocedieron.




El conejo de monte se acerca al arroyo para beber. Después consume los tallos verdes de la grama.




La mañana llega fría y sin nubes al fondo del valle. Un valle cubierto por un espeso monte de encinas y enebros principalmente, por el que pasa un río de aguas cristalinas. En sus orilla se desarrolla un bosque importante de alisos.




En los lugares inaccesibles, donde el hacha apenas podía llegar, habita algún madroño. Son los últimos exponentes que atestiguan con su presencia, de que estas manchas estuvieron pobladas por madroños.




A media mañana escucho en el cielo un "choc-choc-choc-choc"... "choc-choc-choc-choc"... Levanto la cabeza y la veo. Es el macho de águila imperial ibérica, que está marcando su territorio...




El día llega con niebla al encinar sobre arenas del centro. A lo largo de la mañana se van retirando...




La luz cálida del medio día, enciende las hojas del elegante chopo negro que crece a la vera del arroyo.




Por la tarde, en la vega del arroyo observo a un gamo con varias hembras. Oculto entre unas matas de encina espero a que se acerquen. Vienen muy tranquilos, pastando los finos y frescos pastos del otoño.


lunes, 10 de noviembre de 2014

EL OTOÑO EN LOS PINARES SILVESTRES DEL ALTO LOZOYA.


Estamos a primeros de noviembre. El otoño no ha venido con las lluvias regulares esperadas y ha helado algo. Todas estas circunstancias se manifiestan en los árboles caducifolios, que habitan entre los grandes pinos silvestres.
Hoy vamos a dar un paseo por una zona, y veremos como va este otoño en un bosque boreal del Sistema Central.




El día llega nuboso y con una espesa neblina, que se difumina entre los grandes pinos. En el fondo del valle llama la atención la silueta de un abedul, vestido con tintes verdes y amarillos. 




Me interno en el pinar... La tranquilidad y el silencio sólo lo rompen el canto de algunos pájaros y el sonido de las aguas del río.




En un pino pequeño descubro una caseta anidadera muy antigua. En el rótulo todavía se puede leer: Ministerio de Agricultura. ICONA. Protección de las Aves Insectívoras.




En esta zona del valle, el río viene muy encajado. Su aguas cristalinas se abre paso entre grandes rocas.




La espesas copas de los pinos, apenas dejan pasar la escasa luz del día. Un carbonero común, uno de los pájaros más comunes durante todo el año, se acerca a un arroyo para beber.




Ahora paso junto a un buen ejemplar de abedul. Uno de los pocos que hay en la zona. En el pasado, los grandes abedules se cortaban para la producción de papel.




Un grupo numeroso y variado de pequeños pájaros del bosque pasa cerca. Van registrando todo, desde el suelo hasta las ramas altas de los árboles. Ni pequeños frutos ni insectos se les escapan. Un herrerillo capuchino va cabeza abajo registrando la rama seca de un roble.




La mayoría de los helechos comunes ya están naranjas; muertos. Otros todavía mantienen algo de vida, de luz y color.




Los contrastes de luces y colores que ponen los árboles caducifolios dentro del pinar, son muy significativos e interesantes. Es un espectáculo natural, mágico, que sólo dura unos diez días si el año viene regular.




Es una época de paso para muchas especies de aves procedentes del Norte de Europa, que vienen a La Península Ibérica para pasar los meses fríos. La paloma torcaz hace un alto en su viaje para beber. Después sigue su vuelo hasta los encinares del centro o del sur.




En las zonas donde el suelo es algo profundo y fértil, abundan diversa variedades de setas. Algunas crecen en corros muy numerosos.




Los abundantes musgos y líquenes de diversas especies, pueblan los troncos y las ramas de los variados árboles. Nos dicen que estamos en una zona umbría y húmeda, donde las precipitaciones son copiosas.




El pinzón común es uno de los pájaros cantores que pasa aquí la mayor parte del año. Sólo se va cuando las grandes nevadas lo ocultan todo durante días.




Musgos y líquenes de diferentes especies, cubren y camuflan el tocón de un roble. Las hojas abedules, pinos y robles, colaboran en ello.




En las zonas donde el hombre no ha intercedido en exceso, el equilibrio natural se mantiene. Es posible ver los variados árboles naturales de cada zona, de cada rincón, y el influjo que proyectan.




En la orilla observo a un petirrojo. Se dedica a buscar pequeños insectos entre la hojarasca y las rocas... Después desaparece entre las ramas bajas de un acebo.




A última hora de la tarde el cielo se termina de cerrar y empiezan a caer pequeñas gotas... Aprovecho para hacer la última panorámica del otoño en la zona, donde todavía es posible ver los restos de la calzada romana. Por ella me marcho, pensando que muy pronto el frío y las nieves del invierno se instalarán aquí, y todo lo que hemos visto será un recuerdo.