google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

lunes, 8 de junio de 2015

7 DE JUNIO. POR LA RIBERA MEDIA DEL RÍO JARAMA.


Este año el verano se ha adelantado un mes. El tiempo que tenía que haber hecho en junio, lo ha hecho durante todo el mes de mayo, sin caer una sola gota en todo el mes, en la mayor parte de la Comunidad de Madrid. Estamos a primeros de junio, y el tiempo es enteramente el de julio. Y seguimos con la sequía.

Ahora, las riberas arboladas de los ríos y arroyos de la campiña, se convierten en ese ecosistema seguro para la fauna, donde encuentran agua y alimento variado para vivir, y sacar adelante a sus crías, sin sufrir el sol y el calor.




La mañana viene sin nubes. La temperatura es templada. El sol ya está por encima del horizonte, y comienza a meterse por algunos lugares de la ribera.




Por una zona abierta, observo entre las ramas de los sauces a un corzo. Viene corriendo. Pasa casi a mi lado sin darse cuenta, y se pierde entre el sotobosque y los grandes álamos del río.




Las pelusas blancas de los chopos se ven por todas partes. Crean un ambiente un poco subjetivo. Pero esto que vemos, es lo normal que pasa todos los años en los ríos y arroyos.




Un rascón, muy desconfiado, va por la orilla buscando insectos. Al menor indicio de peligro, sale corriendo y se mete entre las zarzas.




En esta zona se extrajo la arena y la grava para la construcción en los años setenta. Ahora crecen pequeños bosquetes de álamos blancos y grandes tarays;  y se escucha el machacante canto del torcecuello.




Entre la hierba, cerca de una pequeña charca, observo varios ejemplares de cangrejo americano. Algunos son muy valientes y me desafían con sus pinzas.




La luz del sol se filtra entre los grandes árboles, creando un espejo natural con las aguas del río.




Inmóvil, descubro a una garza real posada en las ramas altas de un sauce. A pesar de lo grande que es, casi paso a su lado sin darme cuenta.




El dosel forestal lo cubre y lo protege todo. Bajo él se extiende un mundo verde de sombras, en el que la vida se manifiesta con códigos cifrados, a través de cantos, sonidos, rastros y señales, que sus habitantes dejan en el ambiente del bosque de la ribera.




En una zona donde existen pequeñas lagunas someras, que se han secado en últimos días, veo pequeños sapos del tamaño de una uña, metidos entre la vegetación y el relieve del suelo. Son pequeños ejemplares de sapo corredor, que han terminado la metamorfosis.




Las primeras horas del día en este bosque, son un espectáculo natural inolvidable, que se repite todos los días en muchos puntos de las riberas de los ríos ibéricos. Todos los pájaros se mueven y cantan para marcar sus territorios. Con las aguas del río forman una banda sonora inigualable.




Una curruca capirotada hembra, sale de unas zarzas y se posa en la rama seca de un sauce. El sotobosque de la ribera es el hábitat ideal de muchas especies de pájaros insectívoros.




En otra zona, donde la orilla del río es más amplia, el bosque de la ribera es más extenso y variado. Aquí los grandes árboles eligen su biotopo, su zona natural, donde se desarrollan mejor. En este área vemos las diferentes zonas que ocupan las especies forestales arbóreas, desde la tierra, hasta la misma orilla del río.




En los últimos cinco años, la pareja de milanos negros cría en la horquilla alta del chopo negro. Todos los días ven pasar al pastor con las ovejas por debajo de su nido... Para ellos es normal. Después de hablar un rato con el pastor y hacerles unas fotografías, allí los dejamos...




Las ovejas son de la raza Rubia del Molar. Una especie autóctona de Madrid que está en peligro de extinción, pues quedan menos de diez mil ejemplares.




Cerca del río, la huelga del arroyo se expande, creando un bosque de ribera muy considerable. Se ha regenerado el ecosistema con especies forestales naturales, típicas de la zona. También han vuelto especies que desaparecieron hace cuarenta años, como el búho real, el azor, el pico menor, la garza imperial y la nutria, entre otros.




Por las inmediaciones observo a una golondrina de llamativos colores, que no es típica de la zona. Al mirar debajo de uno de los pequeños puentes, veo a una golondrina dáurica entrando al nido para alimentar a sus pollos. Una especie nueva, que se ha venido a esta parte del río para vivir.




El sol ya está arriba. La luz es blanca y cegadora; su rayos abrasan y están cambiando el verde por el amarillo. Dentro del bosque el ambiente es fresco y muy agradable. Los pájaros no dejan de cantar y de moverse.




En una charca de aguas someras, dos cigüeñas blancas buscan pequeños animalillos en forma de insectos, ratones, ranas, gallipatos, culebras de agua, peces... Con los que alimentar a sus pollos. Una imagen muy típica de la ribera del río en esta época del año.

lunes, 1 de junio de 2015

LA SIERRA DEL HOYO.

La Sierra del Hoyo está cubierta por una vegetación mediterránea variada, con un nivel ambiental considerable. Hoy vamos a conocer un poco que guarda esta zona montañosa tan afamada, y tan desconocida.




El día llega con el cielo cubierto por una ligera capa de nubes. Son las 7´5 de la mañana y el ambiente es cálido. Hoy va hacer calor. El monte, a pesar de las escasas lluvias que han caído en invierno y a lo largo de la primavera, ha florecido y se ha renovado algo.




Algunas laderas son auténticos laberintos de rocas y de vegetación densa, formada por jaras, romeros y zarzas; enebros, encinas y alcornoques.




En un manantial que han abierto los ganaderos para que no les falte el agua a las vacas, observo a una curruca mirlona. Poco a poco, algo desconfiada, va descendiendo por las ramas de una zarza hasta llegar al agua.




Las laderas del sur de la sierra siempre han estado cubiertas de monte alto, que la mano del hombre ha ido renovando a lo largo del tiempo. Aquí la utilización racional de los recursos naturales ha sido equilibrada.




En la actualidad el ganado es escaso. Esto está permitiendo una recuperación del monte, aunque muy lenta. Las zonas claras se han poblado de arbustos, que protegen y crean suelo. A partir de aquí, los árboles pueden empezar a repoblarse...




Posada en la copa de un enebro grande, un águila culebrera observa la ladera, donde hay pequeños claros entre la vegetación. Si aparece una culebra o un lagarto ocelado, se lanzará a su caza.




Debido a sus paisajes sobresalientes, y a su flora y fauna mediterránea característica, esta zona de la sierra se salvó de la especulación urbanística en los años 80, y entró a formar parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Río Manzanares, con la figura A2, Reserva Natural Educativa.




Las elegantes y floridas dedaleras crecen entre las rocas de granito. Es un mundo donde el suelo apenas existe, y se vive gracias a las reservas de agua, recogida durante el invierno y la primavera.




Las laderas altas de la sierra apenas tiene suelo. Están constituidas por grandes rocas de granito muy erosionadas por el paso del tiempo, entre las que habitan los árboles y los arbustos.




En una encina baja, localizada en un valle apartado y poco transitado, localizo a la hembra del azor dentro del nido. Está alimentando a los pollos... Con el mismo silencio que llego, me voy...




En las umbrías, fondo de los valles y laderas orientadas al norte, se localizan pequeñas manchas de robles melojos, con ejemplares de notable talla.




Donde los suelos son profundos y existen pequeños acuíferos, se localizan pequeñas manchas de alcornoques con ejemplares de buena talla.




Los valles cerrados por la densa vegetación, donde la presencia de las personas se deja sentir poco, son el hábitat del ciervo. En esta época del año "están echando" las cuernas nuevas. Cuando termine el verano, volverán a lucir una nueva corona. Volverán a ser los reyes del monte.




En los pequeños valles, los contrastes en la vegetación son considerables. En el fondo, el suelo es más profundo, los árboles son más grandes y menos variados, acompañados por un extenso y variado pastizal que alimenta a la ganadería. En las laderas, donde las rocas son más profundas que el suelo, los árboles son terciados, pero más variados; abundan los arbustos y los pastos son más escasos y menos variados. Los dos ambientes forman una unidad muy importante para todos los seres vivos de la zona, incluido el hombre.




A lo largo de las laderas y los valles, se localizan ejemplares de alcornoque. Si nos fijamos en sus troncos y sus grandes ramas, veremos que hace tiempo se les ha quitado el corcho alguna vez.




Sobre la roca recubierta de musgos y líquenes, observo a un macho de lagartija colilarga. Esta lagartija de buena talla, era muy abundante en los montes mediterráneos del centro de Madrid. En la actualidad apenas es común.




Las grandes flores de las jaras pringosas se han lucido poco esta primavera, debido a la sequía que se ha implantado en el monte. Esta escasa floración va a repercutir en la baja producción de miel y en la vida de las colmenas.




En la actualidad encontramos al alcornoque formando pequeñas manchas abiertas en varias zonas. Viendo la localización de estas manchas y la situación de los ejemplares aislados o acompañados, podemos llegar a la conclusión, que en un pasado reciente este árbol llegó a poblar casi toda la sierra, acompañado por encinas, quejigos, arces menores, robles melojos y enebros de la miera, principalmente.




A la sombra del monte alto observo a tres jabalinas con sus crías. Por donde pasen, todo pequeño ser vivo en forma de conejo, ratón, culebra, lagarto, nido, insectos, raíz, bulbo o fruto, acabará en sus estómagos.




Acompañado por grandes encinas me encuentro con un buen ejemplar de alcornoque. Junto a él, observo el ambiente que nos está dejando esta primavera, en la que las lluvias están siendo muy escasas y el monte empieza a notar ya su falta. El verano está cerca... Si las tormentas no acompañan en los próximos meses, las consecuencias van a ser poco agradables.


lunes, 25 de mayo de 2015

24 DE MAYO. POR LOS CASTAÑARES DEL SUROESTE DE MADRID.

En la cabecera del Río Tiétar, lindando con la provincia de Ávila, se localizan importantes manchas de castaños acompañadas por robles melojos, fresnos y pinos resineros. Hoy vamos a caminar por algunas de ellas...




Son las 7,10 de la mañana. El día viene soleado y con nubes. En este valle la estabilidad en la atmósfera dura poco a lo largo del día... La ladera de la montaña está cubierta por pinos, fresnos y castaños en el piso inferior; castaños en la zona media; y robles, castaños y algunos pinos, en las zonas altas.




Las hojas nuevas de los castaños, de verdes claros y amarillos, producen un claroscuro que causa sensación. Es muy agradable andar por estos bosques durante las primeras horas de la mañana.




Un herrerillo común va registrando las ramas y las cortezas de los árboles. Busca pequeños insectos para alimentar a sus pequeños pollos, que han nacido hace unos días. ¡Hasta catorce pollos he llegado a ver en algunos nidos de este pequeño pájaro!




Estamos en una de las zonas que más llueve en Madrid, con un clima muy templado y húmedo. Por estos motivos se desarrollan aquí estos bosques.




A lo largo de los últimos dos mil años, estos importantes bosques se fueron modelando a través de la mano del hombre. Se fue creando una cultura con el castaño, sus productos, el fomento del árbol y su cuidado.




Una hembra de pico picapinos recorre el tronco abatido de un fresno. Busca insectos en el interior de la madera. Los pájaros carpinteros ayudan al bosque en el control de las plagas de insectos xilófagos, y a la descomposición e integración de la madera en el suelo.




En los últimos veinte años, la producción comercial de estos castañares ha cesado. Ahora son montes y árboles protegidos por la ley, dirigidos hacia su recuperación natural. Gracias a esta protección las manchas se están recuperando bastante bien. Van ocupando los espacios perdidos, y van apareciendo otras especies forestales, que desaparecieron de los castañares hace mucho tiempo.




En las décadas de los setenta y ochenta, se produjeron varios incendios forestales intencionados. En ellos acabaron para siempre muchos castaños milenarios, con troncos descomunales. En la imagen vemos los restos de uno de ellos... A pesar del daño sufrido, rebrotó de cepa, y una parte de él aún se mantiene viva. 




Por un pequeño claro pasa una jabalina con cuatro crías muy crecidas. Con sus hocicos van arando y removiendo el suelo del monte, en busca de insectos, raíces, tubérculos y las últimas castañas sanas del otoño pasado.




En las zonas más húmedas y soleadas del monte, florecen las elegantes peonías. Detrás de ellas vienen emergiendo los verdes helechos.




El macho de tarabilla común marca su territorio desde la zona alta de una zarza. Cerca se encuentra la hembra, incubando los huevos en el nido.




Ciertas zonas de las laderas, debido a su orientación y el tipo de suelo, no se vieron afectadas por los incendios. Gracias a las circunstancias, se salvaron de las llamas importantes castaños, como el de la fotografía, con un tronco que pasa de los diez metros de perímetro. 




A lo largo de la mañana, escucho el canto de las diferentes aves que habitan aquí durante todo el año, como el trepador azul, el carbonero común y garrapinos, el herrerillo común y capuchino, el jilguero, el verderón común, el pinzón común, el estornino pinto, los pájaros carpinteros... Y de los que han pasado el invierno en África, y ahora han vuelto donde nacieron, como las oropéndolas, los papamoscas grises y cerrojillos, algunas currucas, abejarucos, abubillas... 




El trepador azul es un pájaro típico de los bosques atlánticos. En estos bosques de castaños permanece todo el año, pues en ellos encuentra insectos, larvas y huevos en todas las estaciones; y castañas durante el otoño y el invierno, que le garantizan el alimento en los días difíciles del año.




Caminando por esta zona del valle, pasa delante de mi una pareja de corzos a toda carrera... Están de bodas.
Debido a los abundantes recursos forestales, los corzos y los ciervos no faltan en estas manchas.




Si observamos el paisaje, vemos un trozo de monte poblado por castaños jóvenes, de unos 20-25 años. También vemos a un enorme ejemplar, con un tronco de unos doce metros de perímetro en su base. Vemos un castaño maduro, mutilado, que ha perdido los enormes brazos que le hacían grande en el bosque. Un castaño que ha sufrido un incendio forestal intencionado, que le ha dejado en esta situación para siempre, pero que sigue viviendo, y a pesar de su aspecto. Sigue engrandeciendo el bosque y mostrando en su cuerpo lo que jamás se debe de hacer.




Un escribano soteño macho, se acerca al manantial para beber. Otro pequeño duende del bosque, que pasa desapercibido donde vive. Es más fácil oírle que verle.




La luz de la tarde, también tiene su encanto en el interior del bosque. Ahora todas las especies diurnas vuelven a transitar por él, en busca de recursos para alimentarse y alimentar a sus crías. Los pájaros vuelven a marcar sus territorios con sus cantos...




Sentado en el tocón de un castaño, de unos once metros de perímetro, observo los pequeños árboles que pueblan ahora el bosque...
En los años sesenta pasó por aquí el tren, en un viaje de ida... Cientos de castaños, con troncos de diez, dieciséis, y más metros de perímetro en la base de sus troncos, se cortaron para hacer traviesas para el ferrocarril. A finales de los setenta, esas traviesas se hacían de hormigón y de acero, a muy bajo coste.




Posado en la rama alta de un aliso, el cárabo parece que se está espabilando. La noche está cerca y pronto volverá a recorrer el bosque, a la caza de roedores y de pájaros, con los que alimentarse y alimentar a sus pollos.
Mañana volverá a amanecer... De forma diferente y con otros acontecimientos.


lunes, 18 de mayo de 2015