google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

lunes, 1 de septiembre de 2014

EL ÁGUILA CULEBRERA.




Una tarde de mediados de marzo, veo a lo lejos un águila grande posada en lo alto de un enebro. Me acerco todo lo que puedo y la observo... Es un individuo de la pareja de águilas culebreras que cría en el valle.




El valle está cubierto de monte mediterráneo, poblado por encinas, enebros, quejigos, arces menores, fresnos, coscojas, acebuches, cornicabras, jaras pringosas, romeros...




Entre finales de marzo y principios de abril, el macho y la hembra se dedican a la construcción de un nido nuevo, o a la reconstrucción de uno viejo. Esta pareja, que yo sepa, tiene tres nidos, que va renovando según su uso. En la fotografía vemos a la hembra con una rama de enebro.




En esta época del año comienzan a mudar las plumas...




Las diferentes especies de culebras, forman parte de la vida de este águila... Sólo donde estas son comunes, puede habitar. En la fotografía vemos a una culebra de escalera de pequeño tamaño, bajando por el tronco de un quejigo.




Posado en la copa de un enebro, en las inmediaciones del nido, el macho observa el territorio. Mira que no haya enemigos que le puedan ver, cuando entre al nido con la culebra que lleva en el buche.




Al rato, entra al nido, donde le está esperando la hembra junto al pollo. Inmediatamente, la hembra le saca la culebra que lleva dentro.




En compañía del macho, la hembra comienza a alimentar al pollo, con pequeños trozos de la culebra.




El verano se va dejando sentir en la ladera del valle... Los variados verdes de la primavera se van convirtiendo en un verde monótono...




Un enorme lagarto ocelado, de unos ochenta centímetros, descansa y toma el fresco en la entrada de una boca de conejo. Se siente seguro, aquí muy pocos predadores le pueden capturar.




En los territorios donde el lagarto ocelado es común, es una especie capturada con regularidad por las águilas culebreras. En la fotografía vemos a la hembra con los restos de un pequeño lagarto ocelado, que va a trocear para dar de comer al pollo.




Posado en la copa de un enebro, el macho no deja ni un instante de observar el suelo del monte... Cualquier culebra o lagarto, o lagartija colilarga, que cruce el claro del monte, puede ser capturada y llevada al nido.




Debajo de un posadero tradicional, donde hay abundantes excrementos blancos, encuentro varias plumas de las alas y la cola.




A media tarde, entra al nido el macho con una buena culebra bastarda...




El pollo, con más de un mes de vida, le saca al padre la culebra del buche. Después la consume entera.




Mediado el mes de julio, el pasto del monte está completamente agostado. El sol y el calor es insoportable para los habitantes del monte, excepto para el águila culebrera y sus aliados, los reptiles.




Los primeros rayos del sol de la mañana entran en el valle... El pollo, ya completamente emplumado, está de pie sobre el nido. Ahora dedica casi todo el día para arreglarse las plumas, y observa  con mucho interés los alrededores del valle.




A media mañana sopla un poco el aire... El pollo abre las alas y las agita, levantándose como una cometa. Lleva varios días haciendo esto. Una mañana, saltará del nido...




A primeros de septiembre sale del valle, en compañía de sus padres. La familia entera viaja hasta África, para pasar el otoño y el invierno.


lunes, 25 de agosto de 2014

PATONES. UN PUEBLO DE LEYENDA CON REY...


La historia de Patones se pierde en la mitología... En el cruce de las civilizaciones... En la desidia de los archivos...
Ahora, un siglo después de quedarse casi deshabitado, gracias al turismo rural muchas personas vuelven a visitarle, después de 0ir sus historias y sus leyendas...




La luz del sol se refleja en la ladera del pequeño cañón que nos lleva hasta el pueblo...




En la rama seca de un enebro de la miera, canta un macho de roquero solitario. Un habitante de los cantiles rocosos.




Bajo el arco de hormigón de uno de los acueductos del Canal de Isabel II, me paro un instante para descansar... Observo el interesante panorama...




En una pequeña fuente del arroyo veo a un jilguero bebiendo. Al verme inicia el vuelo.




El sol aun no alumbra la entrada principal del pueblo. La vida de sus habitantes todavía no se ve por sus calles...




La mayoría de las casas mantienen el trazado y su construcción original. Algunos propietarios han añadido a su vivienda una estética natural, que la hacen más atractiva...




El rabilargo es uno de los pájaros que transita los alrededores del pueblo; e incluso se mete por sus calles, donde crecen árboles frutales.




A lo largo de sus estrechas calles, la mayoría de sus vecinos han construido jardineras, donde siembran parras y flores de temporada.




A las afueras del pueblo, en la orilla del Arroyo de San Román, junto a la fuente, se localiza el lavadero municipal. Todos los días, las mujeres del pueblo venían a lavar la ropa de la familia...




Cerca, en una fuente del arroyo, observo a varios gorriones comunes bebiendo...




Ciertas casas bien conservadas, mantiene las puertas y ventanas típicas de la época...




La época medieval también se deja sentir en Patones...




En el arroyo, cerca de unas casas, observo a un pico picapinos, que se esconde detrás del tronco al verme.




Si observamos su situación geográfica, el trazado de sus calles y la construcción de sus casas, sólidas y bien construidas con pizarra de la zona, llegaremos a la conclusión de que fue un pueblo grande y prospero para la época. Patones se despuebla durante el siglo pasado, para fundar Patones de Abajo.




En una fuente de un linar observo al esquivo escribano soteño. Un pájaro típico de estas zonas, muy poco conocido por la gente del lugar.




Con esta panorámica dejo el pueblo... Mirándole, me viene a la memoria un cantar que me enseñó una mujer de Patones...

El Pueblo de Los Patones, primero fue en San Román
después Fuente de Las Plantas
y ahora debajo del Canal


lunes, 18 de agosto de 2014

LOS PINARES SILVESTRES DEL ALTO LOZOYA.


Los pinares silvestres del valle alto del Río Lozoya, forman parte de los que se extienden por las faldas de las montañas de Segovia y Ávila. Es una de las manchas forestales más extensa e importante de Europa.
Vamos a ver como transcurre el día y que aspectos podemos ver dentro de estos pinares de alta montaña...



Desde el camino de La Laguna Grande de Peñalara, observamos como la luz del nuevo día va alumbrando el valle...




Sobre las acículas de los pinos, encuentro la curiosa pluma de un arrendajo.




En estas fechas, las aguas cristalinas del río van muy calmadas. En sus orillas crecen abedules de considerable tamaño.




Cerca de los torrentes y rápidos, no faltan las lavanderas cascadeñas. Pájaros alegres y de vistosos colores, que controlan las poblaciones de insectos de los ríos limpios.




Aunque estamos en verano, en esta zona de Madrid la estación se manifiesta como una prolongada primavera. El agua no falta, la temperatura es agradable, todo está verde, y ciertas especies están terminando su ciclo reproductor...




Entre las piedras de un arroyo alto, descubro a uno de los anfibios más raro y escaso de Madrid, la rana ibérica. Una especie única de la Península Ibérica.




Integrado en el medio natural del Río de La Angostura, el antiguo puente romano sigue siendo el único paso de esta zona.




Un pinzón común macho, entremudado, se acerca a la orilla del río para beber. Este alegre pájaro habita el pinar durante todo el año.




En las zonas donde los suelos son profundos y tienen pequeños acuíferos, los helechos son abundantes y se desarrollan bien. Aquí crecen bosquetes de abedules, álamos temblones, serbales...




Dos mariposas cygaenas están posadas sobre las hojas de una zarza...




En ciertas zonas encontramos grandes ejemplares de pino silvestre, que no se han cortado para madera por algún motivo...




Un carbonero garrapinos busca pequeños insectos entre las ramas de un roble...




En esta panorámica, un poco especial, vemos la ladera de las Cabezas de Hierro en primer plano, y la ladera de Peñalara en segundo... Si te fijas muy bien, en el mar de pinos puedes ver un nido de buitre negro con el pollo ya emplumado. Igual que lo estas viendo tu en la fotografía, lo veo yo en el monte.




Posado sobre un nido vacío, descansa un buitre negro de considerable edad. 


lunes, 11 de agosto de 2014

UN DÍA DE VERANO EN UN MANANTIAL.

Durante el verano, la mayoría de los arroyos y fuentes que se localizan en los montes mediterráneos de Madrid se secan. Ciertos puntos donde se mantiene el agua, se convierten en el oasis que necesita la fauna para vivir en la zona.




Localizada la fuente o manantial, colocamos un puesto camuflado cerca de una encina, para que las especies que entran a beber se acostumbren a su presencia.




Pasados tres días, con las primeras luces entro en el puesto. Los primeros en acudir al manantial, son los pájaros que viven cerca de él. Una curruca zarcera se posa en la rama seca de un sauce. La va registrando hasta que llega al agua...




Entre el alboroto de los demás pájaros, entra muy rápida y se posa en la orilla una hembra de picogordo. Bebe, se da un ligero baño y se va...




En esta zona abundan los conejos. Algunos se acercan para comer las verdes hierbas que crecen en sus orillas. Otros beben y se quedan en la orilla a la sombra, al fresco.




Entrado el día, el calor se deja notar en el monte. Una curruca mirlona, después de beber, se da un baño para refrescarse y arreglar sus plumas...




De pronto salen todos los pájaros huyendo del manantial y desaparecen. Un joven azor, nacido la primavera pasada, entra y se posa en una rama caída. Muy tranquilo, descansa y observa el panorama durante un buen rato... Después bebe y se da un buen baño, del que sale con las plumas empapadas. Se posa en la orilla, al sol, y durante cerca de media hora se dedica a arreglarse su valioso plumaje.




Cuando se va el azor, la tranquilidad vuelve al manantial. Con ella vuelven las variadas especies de pájaros... Un alegre y bonito herrerillo común, va registrando las ramas caídas, en busca de pequeños insectos...




La sol del medio día lo alumbra todo con su potente foco. Un alcaudón común recorre el interior de una zarza, buscando insectos...




De once de la mañana a siete de la tarde, el calor se hace insoportable en el monte. Un estornino pinto se posa dentro del agua y hace lo propio...




Durante la hora de la siesta entran ciertos pájaros comunes en el monte, pero que por su conducta apenas se dejan observar. En la fotografía vemos al discreto escribano soteño macho.




Muchas palomas torcaces están criando su penúltima o última nidada del año. Necesitan agua en abundancia para alimentar a sus pollos. En la fotografía vemos a una paloma torcaz succionando el agua para dar de beber a sus pichones, o producir una especie de leche con los cereales que lleva en su buche, con la que alimentará a sus pollos.




Pasadas las cinco de la tarde, el trasiego de pájaros es menos notorio y abundante, pero no deja de ser regular. Llega un bando de mitos, compuesto por los padres y los jóvenes del año... Se posan por todas partes... Un joven recorre la rama hasta su parte más baja, donde haciendo equilibrio consigue beber.




Más tarde, llega la hembra del pico picapinos y se posa en el tronco de una encina. Después de un buen rato, observando todo lo que ocurre, se decide a bajar hasta el agua por las ramas caídas de un sauce, donde bebe y descansa durante un rato...




A la caída de la tarde, mientras observo lo que ocurre en la zona, oigo pequeñas pisadas al otro lado del manantial. Por una de las "ventanas" de puesto veo a una corza observando el panorama... Desmonto la cámara del trípode, y a pulso la hago esta fotografía a través de la vegetación.

Con las últimas luces del día, después de estar dentro de un metro cuadrado durante catorce horas, salgo del puesto. Ahora, parece que se mueve un poco el aire y el agobiante sol y calor ya no molestan. Durante las próximas horas, va a pasar por el manantial toda la fauna que no lo ha hecho durante el día...