google-site-verification=W4JiPUkp_G2kZZVS-o62liN40WEVgPWgCCloRv-xIdc la luz del monte

lunes, 21 de septiembre de 2020

EL MUNDO NATURAL DEL TORO BRAVO. OTOÑO




El otoño marca el comienzo del año venidero en el mundo del toro bravo. Es la estación de las lluvias, que templan el ambiente abrasado por el verano. Es época de bonanza para todos los habitantes del monte, pues la mayoría de los arbustos están cargados de frutos, moras, majoleras, escaramujos, endrinas. Las encinas, los alcornoques, las coscojas, los quejigos, los melojos y los enebros, van a proporcionar una importante cosecha de frutos a lo largo de la estación y el comienzo del invierno.

Es la estación de la emigración. De los que se van a África para pasar el invierno, y los que llegan del centro y norte de Europa en busca de un clima mediterráneo más llevadero. Millones de aves van a pasar por los montes y dehesas donde vive el toro bravo, en busca de territorios más benignos donde vivir en otoño y en invierno. Papamoscas, petirrojos, palomas torcaces, tórtolas, patos, rapaces, grullas...

Es una época tan benigna, que ciertas especies crían, debido a las temperaturas y a la abundancia de alimento, lirones caretos, erizos, conejos... Otras, como los ciervos, los gamos y las cabras monteses inician el celo, dejando la semilla sembrada, que nacerá la próxima primavera. En ciertas zonas de La Península Ibérica se inicia la paridera de las vacas bravas.

Después del duro y agobiante verano, los toros y las vacas bravas llegan algo delgados al otoño. Los añojos, erales y utreros, llegan muy cambiados, algo destartalados. Con un aspecto que se va a ir fijando en los próximos meses. A lo largo de la estación, se van cubriendo de una espesa manta de pelo largo fino, que les va a proteger del frío y los hielos que están por llegar.

El otoño es la estación de las luces, de los colores, de las lluvias, de los cambios naturales en los montes ibéricos. Una época de bonanza, donde abunda la comida y el buen tiempo, donde el clima determina el éxito natural del próximo año.





domingo, 26 de julio de 2020

AQUEL VERANO DEL 2020



El mundo natural, el real, el auténtico, sigue su ritmo, no se detiene... Por estas fechas, cuando el verano llega, los pollos del azor se están marchando del nido. Todavía pasarán unos cuarenta días en el territorio de los padres, antes de lanzarse a la aventura por los montes ibéricos...




El día 28 de junio, se cumple un año del incendio que abrasó unas 4000 hectáreas de montes, en los términos municipales de Almorox, Cadalso de los Vidrios, Cenicientos y Las Rozas de Puerto Real. Un año después, la situación ambiental en la zona... es la que muestra la fotografía. Que cada cual la juzgue. 




Las lluvias de la primavera pasada, escasas, corrieron durante pocos días por los arroyos de la sierra. Apenas drenaron las fuentes y los manantiales, secos y resecos por la sequía estival.

Los montes y las dehesas se enfrentan a un verano muy seco y extremadamente cálido, en el que no llegan las necesarias lluvias de las tormentas, que contrarrestan los calores y mantienen con vida los montes ibéricos y sus habitantes.

Los ganaderos lo tienen que estar pasando muy mal, pues en las dehesas no hay agua y apenas hay comida. Doble trabajo y costes todos los días, para mantener la ganadería.

El clima, el agua, son dos bienes naturales, esenciales, para que la vida fluya... Si manipulan el clima, si le altera, se rompe la cadena de la vida




En el valle alto del Río Lozoya se localizan manchas de roble donde todavía sobrevive el mayor escarabajo de Europa, el ciervo volante (Lucanus cervus) Esta especie protegida, cada año más escasa, ya ha desaparecido de muchos montes atlánticos del territorio nacional.

Aquella mañana de mediados de julio del presente, no conseguí ver ni un sólo ejemplar por todas las zonas que visité. Apenas vi algún saltamontes y algunas mariposas. Estuve buscando mantis religiosas, pero, esta especie está corriendo el mismo camino que el ciervo volante. Este ejemplar, macho, se fotografió sobre el tronco de un roble en julio de 2013.

En los viejos robles, hace treinta años, habitaban colmenas salvajes de abejas. Hoy, han desaparecido prácticamente de los montes ibéricos.

En los últimos 30 años, la intervención premeditada del clima ha influido negativamente sobre la vida de los insectos. Uno de los eslabones más importantes de la vida del planeta. Los encargados de polinizar la flora y los cultivos; de alimentar a una parte muy considerable del siguiente eslabón de la cadena de la vida.




La semana que hemos pasado, la del 27 al 31 de julio, ha sido extrema en cuanto a las temperaturas. Todos los días, en horas puntas, el termómetro ha marcado los 55ºC al sol, en el monte y en el cinturón metropolitano de Madrid. No ha marcado más, porque ese era el tope del termómetro que he utilizado. A la sombra, el aire caliente era como una manta de lana, y las noches, han sido una pesadilla.

En estos 15 días, de los tres manantiales que aguantaban en el monte, sólo sobrevive uno muy mermado. Con él va la vida de su fauna, que aguanta a duras penas los rigores de otro verano impuesto. De otro verano manipulado por la geoingeniería, que está destruyendo el clima y la vida de La Península Ibérica. Incendios, especies de nuestra fauna que año tras año se hacen más escasas, enfermedades cardiorrespiratorias...

En horas puntas, cuando el calor se hace insoportable, el mirlo común se acerca al manantial para saciar la sed y bañarse. Gracias a los recursos naturales puntuales, la vida puede seguir durante un tiempo...


Los grandes robles centenarios han desparecido de la mayoría de las manchas ibéricas. Hoy podemos encontrarlos en las dehesas históricas; montes protegidos de difícil acceso; medio ocultos por los tallares de montes que se han sobreexplotado hasta hace apenas treinta años; o dispersos entre los retales forestales que medio cubren el territorio nacional. Este que vemos en la fotografía, melojo, con una edad entorno a los cuatrocientos años, se localiza en el valle alto del Río Lozoya, en La Sierra de Guadarrama. Julio de 2020.




El verano sigue... El ambiente que se respira en pueblos y ciudades es triste, es incierto... En los montes de España la vida continúa, a pesar de los incendios forestales, las sequías y un clima modificado, que no permite que se formen tormentas, que rieguen nuestros resecos montes.

Los que llegaron al mundo en primavera, ya saben lo que cuesta vida. El pequeño corzo, con tres meses, sigue a su madre por el claroscuro del monte, en busca de pastos, un lugar tranquilo y fresco donde descansar y una fuente donde calmar la sed... Para él, el mundo y la vida se fundamenta en la calidad ambiental y la tranquilidad del monte donde habita, la abundancia de alimento y sus enemigos naturales.





Mediado el mes de agosto, en la mayoría de las localidades del norte y centro de La Península Ibérica, empiezan a parecer unos pájaros de discretos colores y notorio canto, que se hacen notar.

Son los papamoscas cerrojillos, conocidos en muchas localidades de España por otro nombre. Un pájaro de verano, como el papamoscas gris y el colirrojo real, que están cruzando La Península Ibérica por millones en sus viajes migratorios, hacia África tropical. Durante esta emigración por nuestra Península (de principios de agosto a finales de octubre) estos millones de pajarillos van a consumir tal cantidad de insectos, equivalentes tres o cuatro veces al peso de su cuerpo (13 gramos). El mejor insecticida del mundo, que no cuesta nada, y alegra con su conducta los lugares por donde pasan.




El sol de la maña se cuela por el laberinto del monte... Formado por encinas, enebros, brezos y romeros... El ambiente natural del ciervo.

Dentro de un mes, con el comienzo del otoño, cuando haya tirado el correaje que cubre sus cuernas, el temperamento y el celo le van hacer salir del monte a los claros, en busca de las ciervas y sus competidores...





La situación actual por la que pasa la tórtola común (Streptopelia turtur) es muy crítica. Este año apenas se han visto por los montes de Madrid. En los últimos 10 años, ha desparecido de muchas zonas geográficas de la Península Ibérica como nidificante. En las sierras bajas, donde era común, se ha enrarecido.

En cuestión de treinta años, las matanzas que se han hecho en nombre del deporte de la caza, en España y en Marruecos, durante el paso y la media veda, cuando muchas parejas todavía están criando; y la intervención del clima, a través de la geoingeniería, que impide que haga las tres nidadas, ha puesto a la tórtola común en la vía de la extinción.





Este verano, como el anterior y los últimos cuarenta, se han producido en España innumerables incendios forestales. Algunos, sobre los restos forestales de los incendios que se propagaron intencionadamente hace años.

A través esta desgracia, que está arruinando el patrimonio natural y económico del país, se ha creado un gran negocio que consume parte de los presupuestos del Estado. Si hay humo, tiene que haber fuego, o no hay presupuestos para apagar ese humo. Más aviones, más helicópteros, más camiones, más máquinas para hacer cortafuegos, más departamentos, más asesores técnicos, más retenes eventuales... Pero los incendios forestales no paran de crecer y propagarse por las cuatro esquinas de La Península Ibérica.

Ver el artículo, Los Incendios Forestales. Un Problema Ambiental, Social y Económico que está Arruinando a España. https://youtu.be/C25X4-8GBZE


En el claroscuro del arroyo, el joven colirrojo real hace un pequeño descanso sobre el tronco de un sauce.

Hoy es el último día del verano. Con él se van millones de pequeños pájaros insectívoros hasta sus zonas de invernada en África, donde pasarán el otoño y el invierno. Cuando vuelva a lucir la primavera, los volveremos a ver.

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domingo, 28 de junio de 2020

LAS CONSECUENCIAS DE LOS INCENDIOS FORESTALES



Esta es la situación en la que ha quedado el monte, después de cincuenta años de regeneración. Antes de llegar a esta situación, hay que tratar de que no suceda.






Ejemplar de castaño con unos mil años de vida, casi consumido por uno de los incendios intencionados, a finales de los años setenta del pasado siglo en La Sierra de Gredos. A pesar de su aspecto, sus restos siguen creando vida (hojas) todas las primaveras. Pero, este bosque no volverá a ser nunca lo que fue, con estos árboles monumentales.

domingo, 21 de junio de 2020

EL MUNDO NATURAL DEL TORO BRAVO. VERANO.








A primeros de junio el verano ya se siente en los montes mediterráneos. Las temperaturas van subiendo progresivamente, hasta hacerse extremadamente cálidas. Las precipitaciones son de carácter tormentoso. Gracias a estas torrenciales lluvias, el monte mediterráneo puede llegar en optimas condiciones al otoño.

La vida se ralentiza durante las horas centrales del día. Sólo se manifiesta durante la noche, al amanecer y la caída de la tarde. La flora soportar la agresiva radiación del sol, la escasez de lluvias y la nula humedad ambiental.

Los mamíferos que han criado durante la primavera, anda ahora por el monte en compañía de sus crías. Algunas aves están terminando de criar, y otras van acompañados de sus pollos a las fuentes y en busca de alimento. Los anfibios se resguardan en los cursos fluviales y lugares frescos durante el día. Cuando se pone el sol, inician sus actividades. Los reptiles son los que más se benefician de las altas temperaturas del verano. Cuando el resto de la fauna está al resguardo de las altas temperaturas, ellos inician sus actividades.

Las vacas bravas, acompañadas por sus becerros, pastan y transitan por el monte durante las “horas frescas”. Del medio día a la caída de la tarde, sestean en ciertas querencias donde se alzan grandes árboles. Están gordas y lustrosas, como sus becerros, debido a los abundantes pastos de la primavera.

Los añojos y los erales van cambiando de aspecto con el paso de los meses. Los novillos se van pareciendo a ese toro que llevan dentro. Algunos no van a llegar al verano, como consecuencia de las peleas.

Los toros están en plenitud, completamente formados. Ahora es complicado verlos por el monte, pues sólo salen de sus querencias cuando cae la tarde.

El verano es una estación agradable por su estabilidad, pero duro por su clima. Un clima que ha condicionado a los montes mediterráneos y a sus habitantes, durante miles de años, a unas condiciones naturales extremas...




sábado, 21 de marzo de 2020

EL MUNDO NATURAL DEL TORO BRAVO. PRIMAVERA








Entrado marzo, la primavera se deja sentir en los montes mediterráneos. Los días se van alargando, y las temperaturas se vuelven más templadas con las lluvias. A lo largo de la estación, con el aumento de las horas de luz, el clima se hace más estable y las temperaturas suben progresivamente.

El monte está lleno de vida por todas partes. La flora se manifiesta en forma de hojas nuevas y renovadas; especies que renacen de la tierra en forma de flores y de setas. Los Mamíferos y las aves están criando. Los anfibios y los reptiles ya se han despertado y se entregan a un nuevo ciclo para perpetuarse. En cualquier lugar del monte vamos a encontrar vida realizando alguna de sus facetas.

Las vacas bravas que no han parido al final del invierno, lo hacen a lo largo de la estación. Es la época ideal, debido a la abundancia de pastos y al clima.

Los añojos y los erales viven ahora todos juntos. Los machos por un lado y las hembras por otro.

Los novillos cumplen los tres años. Presentan los rasgos morfológicos de ese toro rematado que serán el próximo año. Siguen muy hermanados, formando pequeños grupos. Una convivencia que comienza ha romperse por diversas disputas y peleas, de las que saldrán los líderes de esos grupos; y ejemplares muertos y heridos de diversa consideración.

Los toros, con los cuatro años ya cumplidos o cumpliendo, presenta esa viva estampa característica de la Península Ibérica. Ahora son menos sociales y menos permisivos con otros individuos. Dependiendo de la casta y de la estirpe, son más o menos agresivos y peleones.

La primavera es una época que llega con fuerza, que despierta la vida en los montes ibéricos. La activa, la renueva, la perpetúa...



domingo, 1 de diciembre de 2019

LOS BOSQUES ATLÁNTICOS DEL SISTEMA CENTRAL INVIERNO







Noviembre mete a los montes atlánticos en el invierno. Dice el refrán, que por San Martino (día 11) el invierno viene de camino, si le dicen detente, llega por San Clemente (día 23); y aunque venga retrasado, por San Andrés (día 30) ya ha llegado.

El invierno viene templado, con una bajada progresiva de las temperaturas, que se acentúan más por las noches. Viene con aires y vientos, que despejan a los árboles de sus miles de hojas. Formando en el suelo del bosque tupidas alfombras, que van a amortiguar las continuas lluvias y nevadas.

La mayoría de las aves que habitaron en estos bosques durante la primavera y el verano, ya se han ido. Las de la tierra y las que invernan, recorren sus territorios diariamente en busca de alimento. Los reptiles y los anfibio se encuentran invernando. La mayoría de los mamíferos están muy activos.

Aunque nos pueda parecer una estación fría y vacía, en la que predominan los fríos, las lluvias, las nieves y los vientos, el invierno está lleno de cambios regulares, en los que se alternan los días templados y soleados, aunque por las noches caigan terribles heladas de hasta -18ºC. A lo largo de la estación los arroyos y los ríos cambian y todos sus habitantes también. Los grandes árboles y arbustos van formando las yemas de donde saldrán las hojas en la próxima primavera. Los acebos fructifican durante la estación, y los muérdagos reviven y se hacen más notables sobre las ramas de árboles y arbustos. Numerosas especies de setas hacen su aparición. En los primeros días de febrero, si la estación viene lluviosa y templada, numerosas herbáceas florecen. Tienen que hacerlo ahora, antes de que los árboles se cubran de hojas y no dejen pasar la luz al suelo.

Para la fauna, si el año ha sido regular y el invierno viene regular, es una estación más, pues en el bosque tienen todo lo que necesitan para vivir. Refugios en troncos y rocas donde pasar la noche y el día; acebedas donde emboscarse; frutos variados que se mantienen en buen estado entre las hojas del suelo o guardados en despensas. Antes de que acabe la estación, algunas especies ya están de bodas, construyendo y arreglando los nidos y madrigueras, donde traerán al mundo las nuevas generaciones.

El invierno llena de tonos pardos y blancos el ambiente de estos bosques, que parecen dormidos bajo el influjo de los fríos. Es una estación que empieza con el final del año y termina con el comienzo del siguiente. Una época que tiene su encanto y mucho que mostrar... que sólo puedes vivir si entras y caminas por los diversos senderos...

domingo, 1 de septiembre de 2019

LOS BOSQUES ATLÁNTICOS DEL SISTEMA CENTRAL. OTOÑO



A mediados de septiembre el otoño comienza a notarse en los bosques atlánticos que cubren los valles del Sistema Central. Con las primeras tormentas el clima se suaviza y los arroyos vuelven a correr en todos sus tramos. La mayoría de los pájaros y algunas rapaces que han criado en sus bosques ya se están moviendo. Unos pasarán el invierno en los montes de las campiñas y el sur de La Península. Otros lo pasarán en el continente Africano. Es época de viajes, de amores, de recolección de frutos... De experiencias diarias para todos los habitantes del bosque, en una época cambiante y única en el tiempo, porque lo que ocurra este otoño, será diferente en muchos aspectos a lo que suceda en los otoños venideros.

Las hayas, los robles, los castaños, los mostajos, los avellanos, los endrinos... están cargados de abundantes frutos, muy importantes para toda la comunidad del monte. Gracias a estos alimentos, van a poder aguantar el invierno los habitantes que se queden. Los frutos que no consuma la fauna y no se pierdan por las heladas, se convertirán en la nueva generación del bosque la próxima primavera.

Por todas partes van apareciendo setas de diferentes especies. Unos seres que tienen mucha importancia para el bosque. Algunas son deliciosas, otras, alucinógenas y mortales para el que no las conoce.

Si el otoño entra con lluvias y se mantienen hasta entrado diciembre, las temperaturas se templan y las heladas y las nieves llegan tarde. Los árboles y los arbustos van experimentando a lo largo de septiembre, octubre y primeros de noviembre, una metamorfosis de color. Cada especie va a sacar a relucir una gama de colores diferente, que la va a identificar en el dosel forestal. Los tonos amarillos limones de los abedules; naranjas y rojos de las hayas; amarillos y ocres de los robles y fresnos; rojos vivos de los cerezos silvestres; amarillos de los sauces y chopos; ocres de helechos y alisos... Durante varias semanas estos montes van a crear un espectáculo de luces y colores inigualable.

El otoño es mágico. Es el carnaval de vida de los bosques atlánticos... Sólo tienes que entrar en sus bosques para vivirlo... Si quieres después contarlo.