Existe un
puerto de montaña histórico que une las dos castillas. Un paso
montañoso localizado a 2039 metros de altitud, que ha dejado de ser
una vía importante de comunicación, para convertirse en una senda
interesante de naturaleza...
A las ocho y cinco de la mañana el sol se asoma por el valle... Estamos junto al Arroyo del Artiñuelo, en el pueblo de Rascafría.
Desde aquí, comenzamos el camino hasta el puerto...
En la
hiedra que sube por el tronco del chopo negro, una hembra de mirlo
común devora sus frutos...
Saliendo
de Rascafría, nos damos de cara con la montaña de Peñalara,
poblada por un extenso pinar silvestre.
Según
vamos ganando altura, las vistas del valle van cogiendo otra
dimensión... Vemos La Cartuja de Santa María de El Paular, la
ribera arbolada del Río Lozoya, el extenso robledal, los pinares
silvestres naturales y repoblados, y al fondo, la cresta de La
Najarra, de 2120 metros de altitud.
Por los
árboles y arbustos viene un bando de pájaros del bosque, en busca
de semillas, frutos y pequeños insectos. El herrerillo capuchino
registra las ramas del viejo fresno, buscando insectos y sus puestas.
El camino
transcurre ahora por un extenso robledal de robles menudos, rebrotados
de cepa. Un robledal que se ha cortado a matarrasa durante
cuatrocientos años, para producir leñas y carbón en plan
industrial.
En las
últimas décadas, varias especies de insectos que casi habían
desaparecido, como consecuencia del uso indiscriminado de
insecticidas, se vuelven a ver con regularidad.
En esta
zona, entorno a los 1400-1500 metros de altitud, vemos como se
integran los robles y los pinos, según la orientación y la altitud
de la montaña.
A lo
largo de la mañana se van viendo ejemplares de buitre leonado. Son
los agentes sanitarios de estos montes. Cualquier animal silvestre o
doméstico, que haya muerto por causas naturales o enfermedad, lo van
a eliminar en cuestión de horas.
En la
actualidad, estás manchas de robles están formadas por melojos
rebrotados de cepa, con una edad media de treinta años. Son masas
forestales en regeneración, donde apenas hay otras especies, y son
escasos grandes árboles maduros con agujeros naturales, donde viva y
críe la fauna...
En el
camino vemos al pequeño mosquitero, que va de paso hacia el sur de
La Península...
La
sobreexplotación forestal que han tenido estos robledales durante
cuatrocientos años, ha sido feroz. Cada veinte-treinta años, se
talaban las manchas a matarrasa, eliminando y extinguiendo con el
tiempo, todas las especies forestales que necesitan un clima, un
microclima o ambiente forestal para vivir. Con esta gestión tan
sencilla, se extinguieron en estos montes los robles comunes,
albares, tejos, serbales de cazadores, acebos, mostajos, madroños...
Con la desaparición del bosque, cada veinte-treinta años,
desapareció el oso, el ciervo, el lince ibérico, el águila
imperial ibérica, los pájaros del bosque, el azor... La Vida.
La
gestión forestal que tienen estas manchas en la actualidad, es de
regeneración natural y de entresaca de los robles muertos y peor
formados. Ahora, hay que fomentar ciertos elementos vitales, que
favorezcan la expansión y la vuelta de las especies forestales y de
la fauna...
Este año,
debido a las regulares lluvias que hemos tenido durante la primavera,
se han visto más mariposas y más especies que las primaveras
pasadas. La mariposa pavo real (Aglais io) hacía años que no se
veía con tanta regularidad por el monte.
El
ambiente cálido de la mañana se refleja en la panorámica...
Por el
cielo pasa la joven águila real, nacida esta primavera. Durante tres
años va a vivir en muchos lugares... En los montes donde abunde las
presas, y donde los cazadores respeten su vida. Si llega al cuarto
año, defenderá un territorio con otra águila de su edad, o formará
pareja con un individuo que se haya quedado viudo.
El camino
pasa ahora por una zona donde se talaron a matarrasa los grandes
pinos silvestres centenarios. Donde se acabó con el bosque original,
hace unos ciento cincuenta años, para obtener un beneficio efímero,
a cuenta de arruinar una zona del territorio nacional.
Estas
repoblaciones forestales se hicieron con dinero del estado... Si nos
fijamos, lo que vemos no es un bosque, es un cultivo de pinos
silvestres alineados. Donde no hay otros tipo de árboles, ni
arbustos, ni flores, ni fauna...
Ahora
pasamos por una zona de rocas monumentales con formas, algunas con
leyenda...
El Carro
del Diablo y la leyenda de la hija del sacristán de Segovia, que
vendió su alma al diablo, para que le construyese un acueducto...
Estamos
en época de paso, de migraciones. Los que van viniendo y los que se
van...
Los
papamoscas cerrojillos, muchos nacidos en estos bosques, marcan con
su presencia y con su canto el final del verano.
En
ciertas zonas del camino, vemos pequeños bosquetes de pinos
silvestres. Se han recuperado de forma natural, debido a la
orientación geográfica y los suelos, y a la supervivencia de algún
ejemplar aislado, que dejó sus semillas.
En el
manantial que medra en la turbera, vemos a un colirrojo real macho
bebiendo. Otro pájaro de habita y anida en los pinares de alta
montaña de Europa y de Rusia, que acompaña al papamoscas cerrojillo
hasta África tropical.
Donde se
acaba el pinar de forma natural, entre los densos piornos afloran
las grandes rocas. El hábitat, la defensa, la casa de la fauna que
vive en la alta montaña.
Entre los
piornos, se deja ver un grupo de machos monteses. Están ramoneando
los verde pimpollos de los arbustos...
La guerra
civil del 36, también dejó su huella cerca del camino.
Entre las
matas, agarrada a una roca de granito, observamos a la lagartija
roquera. El pequeño saurio con más marcha de estas montañas.
Desde
tiempo inmemorial, estas cumbres han mantenido ganado durante
el verano. Durante siglos, fueron miles las ovejas merinas que
pastaron aquí, ahora, son vacas y caballos.
Este verano está siendo extremadamente seco, pues desde finales de junio, apenas han caído unas gotas en estas montañas. Si lo unimos a las sequías extremas que han abrasado los montes en los últimos quince años, las consecuencias son estas... Unos piornos y unos pastos mermados por las sequías.
Entre los
piornos, como un pequeño duende invisible, se mueve el acentor
alpino. Un pequeño pájaro de alta montaña, que sólo abandona
estos parajes, cuando están cubiertos por varios metros de nieve.
Llegando
al puerto, cerca de unas rocas, observo varias plumas de buitre
leonado... Otro ser vivo emblemático de las altas montañas, que
nunca debe de faltar de estos parajes.
En el
puerto, sentado junto al camino, me paro unos instantes para
descansar y refrescarme... Se me vienen a la mente historias de...
Monjes cartujos que vinieron desde La Cartuja de Escaladei, para fundar La Cartuja
de Santa María de El Paular... Reyes castellanos que venían desde
la corte, para cazar osos y jabalíes en los montes de Madrid;
tratantes; bandidos; pastores y lobos; personas ilustres; embajadores... Y hasta un
diablo, al que se le quedó el carro petrificado, por comprar el alma
a la hija del sacristán de Segovia... Según cuenta la leyenda.
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