jueves, 15 de marzo de 2018

EL CAMINO HISTÓRICO DEL MONASTERIO DE EL PAULAR AL PUERTO DE LOS COTOS.



Existe un camino histórico... Una vereda que utilizaron los pueblos celtíberos para mover el ganado por los valles. Que se convirtió en calzada romana, para unir Buitrago del Lozoya con Segovia. En camino principal en la edad media, y en carretera en la edad moderna.

Hoy vamos a hacer un recorrido por ese camino, desde El Puerto de Los Cotos hasta la Cartuja de Santa María de El Paular, pasando entre pinares silvestres y robledales...




El día llega cubierto y con nieve al Puerto de los Cotos, a 1829 metros de altitud. Cerca del antiguo camino se localiza este coto. Una piedra tallada de granito, que deslinda con otras de su misma forma, la propiedad de una parte del pinar.




Afortunadamente, el invierno está siendo de nieves y de lluvias en las montañas del Sistema Central. Desde el puerto, mirando hacia las montañas de La Cuerda Larga, tenemos una interesante panorámica de la cabecera del Río Lozoya y del pinar...




El camino comienza con más de un metro de nieve a ambos lados. Las nubes siguen metidas en la ladera alta de Peñalara. La mañana es fría, estamos a -3ºC.




Pero la vida no se detiene en estos ambientes... Siempre hay alguien que se resiste a marcharse. Por los pinos viene una familia de trepadores azules. Buscan semillas y los pequeños insectos que se esconden entre las cortezas de los pinos...




Cerca de la carretera van apareciendo grandes ejemplares de pino silvestre. De gruesos troncos, derechos y altos. Estos pinares naturales se están explotando comercialmente para madera, de forma regular, desde el siglo XIV.




Aquí, en la cabecera del Río Lozoya, se producen de forma natural, las primeras aguas que consume la ciudad de Madrid y su área metropolitana.




Estamos en una de las zonas más inhóspitas del Sistema Central. Durante semanas enteras, cuando el sol se pone, el termómetro baja hasta los -21ºC. Para ver algo igual, nos tendríamos que ir a los bosques Escandinavos y a las taigas de Siberia y Canadá.




Por los árboles de un arroyo viene un pequeño bando de pájaros del pinar. Está formado por carboneros garrapinos, reyezuelos, herrerillos capuchinos, trepadores azules, dos pico picapinos y un arrendajo que viene dando la nota. Siempre hay alguien que quiere vivir, aunque sean duras las circunstancias ambientales.




A ambos lados de la carretera van apareciendo numerosos pinos muertos de grandes tallas. En los últimos veinticinco años, como consecuencia de la utilización de sal en las carreteras de estas montañas, han muerto cientos de pinos maderables, que cumple una función ambiental irreemplazable. Por otra parte, a lo largo del camino no he visto un sólo ejemplar de verderón serrano y piquituerto. Estos pájaros, habitantes típicos de los pinares de montaña, eran muy abundantes aquí hace treinta años. Los granos de sal que se esparcen por la carretera, al consumirlos los piquituertos y los verderones serranos, les causan la muerte.

Por otra parte, todos sabemos ya donde terminan las cincuenta y cinco toneladas de sal que se vierten en estas carreteras... En los embalses que abastecen de agua a los ciudadanos de Madrid.





Hasta finales del siglo XVIII, parece ser, todavía habitaba alguna pareja de osos por estas montañas. En nuestros días todavía habita alguna pareja de lobo y gato montés. Son comunes los jabalíes, los corzos, las cabras monteses, los buitres negros, el águila real...

La gestión que han tenido los pinares en el último siglo, los ha privado de los grandes y viejos árboles, en los que abundan los agujeros naturales. Donde la fauna vive, cría, duerme, aguanta las inclemencias adversas, se alimenta, se transforma... Si se eliminan los árboles viejos y muertos del bosque, varias especies desaparecen y otras dejan de ser abundantes o comunes.





En las umbrías, donde los suelos son más profundos, aparecen rodales y grandes ejemplares solitarios de acebo. En un pasado reciente, hace dos siglos, esta especie fue muy abundante en estos pinares, pero aquellas modernas técnicas de silvicultura, irracionales, los hicieron desaparecer de la mayoría de las zonas, porque competían económicamente con los pinos. En los últimos treinta años, con las nuevas técnicas y leyes forestales, se está recuperando bastante bien en la mayoría de las zonas.




El pico picapinos recorre el tronco de un pino muerto por el viento. Va arrancando la corteza, bajo la que se esconden varias especies de insectos.




Esto es todo lo que queda de un pino silvestre de unos doscientos años de edad, que habitó aquí hace décadas. En el tocón, ahora habita una comunidad de insectos. Como podemos ver, los pájaros carpinteros y posiblemente los trepadores azules y agateadores, vienen aquí para capturarlos. ¡Hasta después de su tala, muchos años después, los árboles siguen creando vida!




Estos pinares tampoco se escaparon de las garras de las desamortizaciones del siglo XIX. Ciertos cuarteles o montes, no salieron a subasta pública, y siguen cubiertos de bosque. Otros cayeron en manos sensatas, y su acertada gestión los salvó de la tala. Los menos afortunados fueron comprados por personas carentes de sensatez, que los talaron a matarrasa para obtener grandes ganancias rápidas, mientras la administración miraba para otro lado. Todos los cuarteles que se talaron a matarrasa, no se han recuperado. Sus suelos están ocupados por matorrales, robles melojos y pinos dispersos; o repoblados de pinos silvestres con dinero del estado.




Ha pesar de las lluvias  y las nevadas que están cayendo este invierno, los arroyos no terminan de recuperarse totalmente. Hasta que los suelos no se saturen de agua, los arroyos no correrán como deben.




Por la orilla va un mirlo común... De vez en cuando se para y escarba con el pico en la tierra húmeda, para capturar una lombriz.




El viejo camino de Rascafría que sube al Puerto de Los Cotos o El Paular, se transforma en carretera a mediados del siglo XIX. Esta vía de comunicación, debido al tránsito de comerciantes y viajantes, fue muy "explotada" por los bandoleros de la zona. Debido a la espesura de los montes, acechaban a su víctimas y escapaban de los guardias con soltura.




Pasamos ahora por la presa del Pradillo. Un embalse que se construyó en el siglo pasado, para llevar el agua a Rascafría y producir energía eléctrica para los pueblos del alto valle.




Posados en un prado, donde pastan las vacas, descansan tres buitres negros de diferentes edades. En los pinares del valle se asienta una colonia considerable, de más de cien parejas reproductoras.




El pinar silvestre va dando paso al robledal. Aquí se juntan dos ecosistemas, el bosque boreal de pinos y el bosque atlántico de robles.




Ahora nos metemos en un robledal que se extiende por todo el valle, poblado principalmente por roble melojo. También podemos encontrar, dependiendo de los suelos y la situación geográfica, robles comunes y albares. Estos dos robles fueron más abundantes en el pasado, pero debido a la mala gestión forestal, en la actualidad son muy escasos.




Cerca del río, en un prado de siega, campean dos cigüeñas blancas. Están a la búsqueda de pequeños seres vivos... En estas fechas, las cigüeñas del valle ya están incubando.




Desde el fondo del valle, tenemos una panorámica de las montañas que separan Segovia y Madrid. Un ambiente natural único, variado e importante, que ha hecho posible que estas montañas sean declaradas parque nacional.




En las zonas soleadas, entre las hojas de los robles,  florece el azafrán serrano. La última flor del invierno.




Llegamos a la Cartuja de Santa María de El Paular. Fue mandada construir por el rey Enrique III de Castilla. Gobernada o gestionada por monjes que vinieron desde la Cartuja de Scala Dei, localizada en el Priorato, Tarragona.

En la actualidad está gestionada por monjes que pertenecen a la orden de San Benito.





Por los árboles que acompañan al río viene un pequeño grupo de pájaros del bosque... Van en busca de la cena, antes de que el sol se ponga en lo alto de las montañas. Un carbonero común registra la rama muerta de un sauce. Picotea la corteza y la madera muerta, en busca de pequeños insectos.




En el cartel, muy curioso y particular, podemos ver las dos formas de llegar a este punto desde la ciudad de Madrid, y volver. Hoy, hemos bajado desde el Puerto de los Cotos hasta aquí.




El Puente del Perdón es un puente con historias... Con leyenda. Se construyó para unir el camino principal de Segovia, por el Puerto del Reventón, el Monasterio y Madrid, por El Puerto de La Morcuera.




Entre las piedras del río, cubiertas por una densa costra de musgos, un mirlo acuático busca las larvas de los insectos que habitan en las piedras que hay bajo las aguas. Otro habitante histórico que vive la vida en estos entornos naturales...

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jueves, 1 de marzo de 2018

LOS PÁJAROS DE LA MADERA





En los bosques ibéricos existen varias especies de aves que se han especializado en vivir sobre y dentro de los árboles. Hoy vamos a conocer a cinco de estos pájaros, que habitan en los bosques del Sistema Central...


jueves, 15 de febrero de 2018

12 MESES EN LA FRESNEDA




Las fresnedas son esos espacios forestales atlánticos, que ocupan una situación geográfica definida en los montes ibéricos. Se localizan generalmente en las zonas de suelos húmedos,  o muy húmedos, donde los robles, los quejigos y las encinas no pueden vivir, o en los valles umbríos, cerca de arroyos o ríos. Con el paso del tiempo, como consecuencia de su gestión, han perdido su identidad como bosques y como árboles.
Hoy vamos a hacer un recorrido por nuestras fresnedas, a través de doce fotografías que representan los meses del año...




Enero. El ambiente que se vive durante el primer mes del año es frío, desnudo. Pero la vida no se detiene, sigue latiendo en todo su ambiente. Las formas que presentan los fresnos, son las consecuencias de la economía agroforestal del pasado, cuando se cortaban sus ramas para dar de comer al ganado, porque no existían los piensos. Ahora, esta forma de gestionar los fresnos no tiene fundamento, ni es económica, ni ecológica, ni de prosperidad, pues este tipo de "podas", la mayoría de las veces mal realizadas y fuera de época, está matando a las últimas fresnedas ibéricas.




Febrero. Durante todos los días de este mes, el ambiente cambia. Todos los árboles y arbustos, apuntan con sus yemas  la llegada de la próxima primavera. En los claros soleados se empiezan a ver las primeras flores. En los grandes huecos de los fresnos, ya han nacidos los pollos del cárabo. Las cigüeñas blancas y algunas lechuzas están incubando los huevos. Muchos pájaros comienzan a emparejarse... El pequeño mito, el más madrugador de todos, ya está construyendo su curioso y elegante nido, con musgos, líquenes, telas de araña y plumas.




Marzo. Durante este mes florecen las herbáceas de clima atlántico: Narcisos, violetas, hepáticas, primaveras... Ahora el suelo está húmedo y el ambiente es templado. Los árboles dejan pasar los rayos del sol al suelo del bosque, al no tener todavía las hojas. Al amparo de las rocas florecen los narcisos.




Abril. Durante este mes, de una forma o de otra, la vida estalla en las fresnedas. El ambiente es templado, muy agradable. Por el día, el sol no castiga, y por la noche el termómetro no baja de los 5ºC. Por todas parte hay pájaros cantando, marcando su territorio, donde están criando o van a empezar. En la rama despejada de un fresno, el macho de abubilla marca el territorio con su canto. Nos está contando que en un hueco de ese fresno, su pareja está incubando los huevos.




Mayo. A lo largo de este mes, los árboles y arbustos se terminan de cubrir de hojas, creando un ambiente y un clima favorable en el interior del  espacio forestal. A partir de ahora, bajo los fresnos, el ambiente va a ser mas fresco, templado y húmedo, y la luz va a ser menos dañina para sus habitantes.
En las fresnedas más naturales, donde el hacha hace décadas que no desmocha, y la densidad de los árboles y arbustos es más alta, los pastos aguantan hasta entrado el mes de agosto, la fauna es mas variada y abundante, y la ganadería que vive aquí, es menos gravosa para el ganadero.




Junio. Durante este mes, de una forma o de otra, todas las especies que habitan aquí están criando. Unos terminando, otros empezando y otros preparando una nueva cría. Si el clima acompaña con lluvias y temperaturas templadas, algunas especies, como los herrerillos comunes, harán hasta cuatro crías.
Para el trepador azul, el ciclo transcurre ahora alimentando y protegiendo a los pollos. Uno de los padres se aproxima a la entrada del nido, localizado en el agujero de un fresno.




Julio. El arroyo que corre por el fondo del valle de la sierra, poblada por un monte mediterráneo variado, está seco. En sus orillas habitan fresnos de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia). En estos ambientes, los fresnos se asientan en las zonas más umbrías, frescas y húmedas, esperando a que vengan épocas más lluviosas para prosperar.




Agosto. A pesar de las altas temperaturas, el ambiente en la fresneda es agradable. Si las tormentas acompañan durante el mes, el paisaje se mantendrá verde. Ahora la vida se centra en las primeras horas del día y de la tarde. Es el mes en el que la mayoría de los jóvenes se independizan totalmente de sus padres. Para ellos comienza una nueva etapa en su larga o corta vida.
Para el joven azor todo es nuevo, todo le llama la atención y de todo lo que le rodea tiene que aprender, y pronto. Cuando llegue el mes de noviembre y el invierno se esté metiendo en el monte, tiene que haberse convertido en un experto cazador.




Septiembre. Dice el refrán, "que septiembre o lleva los puentes o seca las fuentes". Dependiendo de como se presente, puede ser un mes completamente otoñal, con abundantes precipitaciones y bajada de las temperaturas, beneficiando mucho al bosque y los cultivos; o un mes tan seco y caluroso como agosto, matando a muchos árboles y arbustos, y arruinando los cultivos, presentes y venideros.
Es una época de transición. Muchas aves están emigrando hacia África y otras están llegando de Europa.
En la imagen podemos ver el aspecto "natural" que llega a tener un fresno de hoja estrecha, cuando se deja de cortar sus ramas.




Octubre. Durante este mes el otoño se mete en la fresneda. Muchos frutos maduran. Los insectos se hacen más notorios, debido a la humedad ambiental y a la templanza de las temperaturas. Los mamíferos y los anfibios se vuelven más activos, y las aves terminan de ocupar sus nuevos territorios.
La curruca mirlona va de paso por la fresneda. La espera un largo viaje hasta África tropical, donde pasará el invierno.




Noviembre. Con la bajada de las temperaturas y las abundantes lluvias, la fresneda que acompaña al río se termina de cubrir de amarillos y ocres. Muchas aves que nacieron en estos montes, se encuentran ahora invernando en África. Otras ya han llegado, procedentes del Norte. Los ciervos y los gamos están terminando el celo... Entre pelea y pelea, van en busca de la compañía de las hembras.




Diciembre. Las fresnedas ahora parece que están dormidas, deshabitadas... Sus habitantes, tanto los que viven por el día, como los que lo hacen por la noche, ahora se entregan a la búsqueda de recursos para vivir. ¡Hay que llegar a la próxima primavera!
En un claro, cerca de la orilla del río, un toro bravo, con los cuatro años cumplidos, pasta y sestea bajo los agradables rayos del sol de la mañana...






jueves, 1 de febrero de 2018

LOS PINARES DE NAVACERRADA.




En la subida al Puerto de Navacerrada, se localizan importantes manchas naturales de pinos silvestres. Hoy vamos a dar un paseo por estos pinares y vamos a ver en que estado se encuentran en la actualidad...




El día llega frío y con nubes en las cumbres de las montañas. Lo normal en estas fechas. En las orillas del pequeño embalse, se respira un ambiente tranquilo muy agradable...




A pesar del frío que hace, y de lo fría que tiene que estar el agua del arroyo, pues viene del deshielo de las nieves, el pequeño petirrojo se baña para sanear y arreglar sus plumas. Es el mejor seguro de vida que tiene, pues gracias a ellas, va a afrontar el invierno y va a llegar a la primavera...




Durante los fines de semana y festivos, cientos de ciudadanos se acercan a estos pinares para desintoxicarse del estrés, la contaminación y los malos rollos acumulados durante la semana en la ciudad y en el trabajo. Aquí encuentran un mundo diferente, auténtico, natural, que les libera la mente y les carga las pilas para afrontar la semana...




El pequeño herrerillo capuchino, habitante típico de estos bosques, recorre las ramas de los árboles buscando pequeños insectos.




En los últimos cuarenta años, estos pinares se han recuperado en muchas zonas de las laderas de las montañas. La escasez de ganado en el monte y la gestión forestal, lo han hecho posible.




El gavilán nunca falta en estas formaciones forestales durante todo el año. A la hora de criar, se asienta en las zonas de transición del pinar con el robledal.




Con las últimas lluvias y las nieves que hay en las cumbres de las montañas, los arroyos bajan alegres por los pequeños valles de las laderas...




Por los árboles del arroyo viene un pequeño grupo variado de pájaros del bosque, compuesto por carboneros comunes y garrapinos, herrerillos comunes y capuchinos, reyezuelos, mitos y trepadores azules. Un carbonero común se deja caer sobre la rama que flota en el arroyo...




Estos pinares se asienta en una de las zonas más frías del Sistema Central, donde se registran temperaturas nocturnas muy bajas durante el invierno, por debajo de lo -20ºC; soportando nevadas intensas de más de un metro de espesor.
En la imagen vemos una mancha del pinar en una ladera de La Maliciosa, a 1750 metros de altitud.




A pesar de la enorme afluencia descontrolada que visita estas manchas forestales, las escasas parejas de águilas reales que han sobrevivido en nuestros días, siguen criando en ciertos cortados o en la copa de los altos pinos silvestres.
En la imagen vemos a un ejemplar joven de águila real, sobrevolando el cielo del valle del Arroyo Navalmedio.




La mañana ha sido fría, con rachas de viento del norte. A media mañana para el aire y la temperatura se templa, quedándose un día muy agradable.
En invierno, el clima en la montaña varía mucho. Cambia continuamente según van pasando las horas.




Por el arroyo va la pareja de ánades reales... El macho nada cerca de la orilla, buscando algo que llevarse al pico.




Los agradables rayos del sol del invierno se cuelan entre los grandes pinos... Meten la luz en el bosque y estimulan a sus habitantes.




Un pequeño bando de pinzones comunes busca semillas en los alrededores del arroyo...




Desde las altas crestas que se levantan en las cuerdas de las laderas, se aprecian interesantes vistas de una mancha del pinar...




Aquí, con un poco de suerte, podemos ver a las cabras monteses pastando, o ramoneando los tupidos piornos serranos...




En estos ambientes se forma, se limpia y se purifica el aire que recibe todas las noches la ciudad de Madrid, a través del valle del Río Manzanares.
Estos pinares son una máquina industrial natural, que producen salud y bienestar al ciudadano, con cero costes en la producción




Por los cielos de estas montañas nunca falta la silueta del buitre leonado. Todos los días levanta el vuelo para realizar su función ecológica; la de eliminar los animales que han muerto en el monte y detener las epidemias e infecciones entre el ganado y la fauna.




Los pinos que mata el rayo, o abaten las grandes nevadas o vendavales, con el paso del tiempo se convierten en la casa de innumerables seres vivos. Gracias a estos árboles caídos, muchas especies de la fauna habitan en los bosques y no desaparecen. Los árboles muertos crean vida, si se los elimina del bosque, se elimina la vida.




Un pico picapinos busca insectos entre la corteza y la madera del pino abatido. Al sentir mi presencia, sale y se posa cerca. Cuando me voy, vuelve a la caza de insectos...




Por el bosque aparecen enormes pinos gemelos de gruesos troncos. Son dos pinos que nacieron de la misma semilla, que están "condenados" a vivir siempre juntos...




Otro habitante de estos montes, que vive aquí durante todo el año, es el trepador azul. Ahora, todos los miembros de la familia se unen a otros pájaros, y van por el bosque en busca de alimento.




Estos montes, en los últimos cuatrocientos años han tenido una explotación forestal y ganadera muy importante... Hasta cierto punto, han sido sobreexplotados.
Hoy, en ellos apenas hay otras especies forestales, como tejos, abedules, álamos temblones, sauces de montaña, robles albares... Ni árboles de extraordinarios portes y avanzadas edades.




El azor, rapaz forestal por excelencia, no falta en estos pinares. En la imagen vemos a un ejemplar joven, nacido la primavera pasada, tomando el sol cerca de un arroyo.




Por el fondo del valle el arroyo baja muy cargado. Va recogiendo todas las aguas que le proporcionan los pequeños arroyos que nacen en las laderas...




Entre las piedras de la chorrera, como una más, se destaca por su movimiento un mirlo acuático. Va recorriendo el arroyo buscando insectos entre las piedras de la superficie y el fondo de las aguas...